UN ASUNTO GRAVÍSIMO PARA ESPAÑA.
Antes de realizar cualquier especulación, lo único que nos sirve en
estos momentos es un deseo: que la afectada se recupere del ébola, no haya más
contagios, se sepa toda la verdad sobre este asunto y se depuren
responsabilidades si las hubiere. ¿Cómo hablar de la rapiña de las tarjetas de
Caja Madrid, de la incógnita de Cataluña o….tantos temas pendientes, cuando el
principio de la posible peste moderna ha aparecido en España?
Ciertamente,
no es momento de demagogias, pero el hecho de repatriar a los dos misioneros
infectados de ébola, con una evolución de la enfermedad abocada al desenlace fatal,
fue una operación de imagen para el gobierno, pero con falta de actualización
en protocolos de tratamiento de dicha enfermedad, por el personal sanitario
español (véase la carta de un enfermero de la UCI del hospital de La Paz, donde
en principio iba a ser ingresado el primer repatriado, y que son los que
finalmente prestaron la asistencia en el Carlos III). ¿Hubiese sido más lógico
que el dinero invertido en la repatriación, que fue mucho, se hubiese destinado
a mejorar las condiciones de tratamiento en el lugar donde se encontraban los enfermos
y en ayudas a sus familiares?
Estamos colocando el listón de la
permisividad demasiado alto y eso nos va a traer consecuencias irremediables.
Nos hemos olvidado del principio de calidad en la gestión, y estamos
permitiendo que los errores se justifiquen. Porque éste es un asunto gravísimo
para España. El que más en la actualidad. Por su prestigio internacional y por
sus repercusiones económicas, turísticas y comerciales. Sobre todo si todo lo
que rodea a este asunto obedece a la realidad que nos está intentado hacer ver.
Sólo eso. El resto se conocerá a futuro. Quizá demasiado tarde para nuestros
intereses. La realidad es que el miedo se ha instalado entre los españoles, y
seguramente entre los europeos que piensen visitarnos, y toda precaución nos
parecerá poca, desapareciendo todo atisbo de solidaridad. Es como si la lepra
hubiera renacido con fuerza y huyéramos disimuladamente. La ventaja de este
enferma reside en que es joven, 44 años, no lleva infectada mucho tiempo, sus
dolencias, parece, no están muy extendidas por su organismo, y no padece otras
enfermedades. Confiemos. Confiemos, pero exijamos que se investigue a la luz de
la ciencia y la verdad. No permitamos, también con esto, más y más mentiras y una
corrupción política añadida.