Pensamiento y responsabilidad

martes, 26 de julio de 2016

Un paseo de la memoria por el colegio INFANTA MARIA TERESA 4



La amistad duplica las alegrías y divide las angustias.
Comencé el colegio en octubre de 1958. Yo, era un niño más bien apocado e hiperprotegido por mi madre y que llegaba de un pequeño colegio privado.
Quiero dar mi evocación y afecto a todos aquellos que compartieron conmigo esta etapa de la vida. Mi recuerdo para los que han desaparecido  en el tiempo.  Recientemente  D. Alejandro de las Casas Antúnez. DEP
Una vista actual del colegio
Mi hermano pequeño, Carlos, entro en el Infanta desde primaria, pero yo me incorpore en cuarto de bachillerato. Desde el principio fui mediopensionista y por tanto permanecía en el colegio desde las 9 de la mañana hasta las 6 de la tarde. Mi memoria fotográfica de lo antiguo, me permite ahora conservar innumerables imágenes de esa etapa de mi vida. Recuerdo las caras de mis compañeros, de mis profesores, inspectores y del entorno arquitectónico y urbanístico del colegio. Comencé el colegio en octubre de 1958, yo era un niño más bien apocado e hiperprotegido por mi madre que llegaba de un colegio privado. Me introduje  en un entorno social dominado los internos que debían organizarse la vida para desenvolverse dentro de espacio sin problemas.
Los externos éramos una minoría clara y solían establecer su camarilla. Yo conecte rápidamente con el interno, Miguel Ángel Barroso Lanza, el perfecto complemento para un “enfermito” como yo. Miguel Ángel representaba la decisión y la fuerza, era un poco travieso pero noble y se desenvolvía perfectamente por el colegio. Conecte con él y con el grupo de internos afines Lleó, Gago, López Andrada… Comencé a contar en casa mis andanzas por el colegio y mis amistades y refería mi aprecio con Barroso, un chico de 13 años como yo, que había nacido en un pueblo de Cáceres pero que su madre y hermanos vivían en Renedo de Piélagos provincia de Santander.
Mis primeros pasos en el Infanta no fueron fáciles y habrían sido más difíciles de no haber contado con la ayuda de mi amigo Miguel Ángel. Ya comente que Barroso era un poco “trasto”, razón por lo cual algunos domingos se los pasaba “empapelado” estudiando con otros compañeros. Coincidía con en el en el cine del colegio que ponían películas de aventuras con un montón de cortes, pero que tenían su gracejo, me divertía ir al cine alguna vez. Recuerdo una película de pirata que se llamaba el hidalgo de los mares que no pudimos verla entera, después de más de una docena de cortes se fastidio el proyector, no hace demasiado tiempo decidí terminarla de ver en la tele.
Las ovejas en General Mola tan habituales ver a diario
El colegio era heterogéneo había alumnos de primaria de bachillerato universitario, bachillerato laboral, talleres y preparación militar, También una residencia de universitarios y un grupo de formación profesional de adultos. Sus instalaciones eran enormes. El camino desde casa pasaba por un inmenso descampado en donde había un enorme campo de futbol, después se pasaba por la imprenta del comandante Rubias antes de llegar al edificio del cole. Al otro lado de la prolongación del General Mola estaba el Parque móvil de la guardia civil; unas inmensas instalaciones que cruzaba de niño, algunas veces, para ver a mi tío Emilio. Nada que ver con el edificio de Tráfico anejo al colegio y muy posterior. Todo ello se transformó en viviendas y no precisamente para el cuerpo que deberia ser objeto de un minucioso examen. Igualmente ocurrió con el descampado y el magnífico campo de futbol y la imprenta. Sobre este particular ruego la colaboración de los compañeros para intentar aclarar algunas cosas. Las Cuarenta Fanegas del Duque de Ahumada se reducían drásticamente durante el desarrollismo de finales de los sesenta y el inicio de los setenta.
Ahora el colegio tiene otro uso, que no he terminado de comprender. Pero me imagino que la asociación y los antiguos alumnos habrán tenido ocasión de debatir este asunto. Desde luego por lo que fue y por lo que represento el colegio que inauguro Camilo Alonso Vega y Joaquín Ruiz Jiménez, existe el continente pero no su contenido. Un magnifico lugar en una zona importante de Madrid, que ya no será de los huérfanos de la Benemérita.
Pido colaboración a todos para seguir completando estas crónicas que son leídas diariamente por unas 500 personas, me imagino que nayaritamente ex alumnos/as

5 comentarios:

  1. Si llegastes en el 58 coincidimos, no en el mismo curso, pero si en bachiller.

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  2. Que alegría tener la posibilidad de recordar yo echaba de menos algo parecido. Estoy de acuerdo en que deberíamos aportar algo pero desgraciadamente yo me acuerdo de muy poco y por eso tu relato me sirve para memorizar yo ya tengo 72 tacos y estuve en laboral y talleres en donde también conocí a Alejandro de las Casas, extremeño. Repito mi agradecimiento profesor ya que me he dado cuenta que tu también fuiste profesor de la Universidad Politecnica

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  3. Antonio Garrido B.26 de julio de 2016, 14:07

    Me gustaría que te refiriera a la función de los inspectores y su tarea a veces dura para con los ínter os

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    Respuestas
    1. Esta noche escribire sobre ese asunto. A propositu: ¿eres Garrido Borrajo?

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