Pensamiento y responsabilidad

jueves, 16 de enero de 2014

Grave indefensión



POZOBLANCO. OTRA MUJER ASESINADA POR SU PAREJA.

Posteriormente se suicidó, la mujer no había solicitado ninguna medida de protección, pese a que el agresor contaba con antecedentes violentos.
Sólo en el último periodo democrático de la historia de España las luchas feministas han logrado que el maltrato a las mujeres se considere un problema social que concierne a las instituciones del Estado. Pero es sin duda la cantidad de víctimas de los últimos 30 años la que impulsó que el Gobierno elaborara Ley de Violencia de Género que fue votada por todos los diputados por aclamación.

Cuando nueve años después de entrar en vigor ley contamos ya con más de 500 asesinadas, resulta difícil mantener el optimismo que muestran algunos gobernantes de la tierra sobre la eficacia de la norma. Las cifras de los últimos resultan demoledoras: 2.200 muertas, dos millones de maltratadas sistemáticamente, 15.000 violadas cada año, y miles de niñas, abusadas sexualmente, asesinadas y desaparecidas. Con este resumen de la realidad, ¿cómo se puede defender el éxito de un ordenamiento legal plagado de contradicciones, omisiones y complejidades?

Algunos jueces se sienten autorizados para exigir a las víctimas que demuestren que la violencia ejercida contra ellas se realiza en razón de la posición “de subordinación al hombre”. “La presente Ley tiene por objeto actuar contra la violencia que, como manifestación de la discriminación, la situación de desigualdad y las relaciones de poder de los hombres sobre las mujeres, se ejerce sobre estas por parte de quienes sean o hayan sido sus cónyuges o de quienes estén o hayan estado ligados a ellas por relaciones similares de afectividad, aun sin convivencia”.

Pero la más grave indefensión en que se encuentran las víctimas es que deben ser ellas las que prueben la comisión de los delitos, según el principio de que todo el mundo es inocente mientras no se demuestre lo contrario. Mientras el legislador se ha molestado en especificar, con resultados completamente nocivos como hemos visto, que la violencia de género es diferente a los demás delitos, no ha considerado que, en razón de ello mismo, se debería invertir la carga de la prueba, como se ha logrado en la legislación laboral y en la Ley de Igualdad. Pero la sola mención de esta posibilidad indigna de tal manera a los expertos en Derecho y elaboradores de doctrina, que es imposible abrir ese debate.

1 comentario:

  1. Es indignante que en este país, cada semana muera alguna mujer, algunas semanas, hasta cuatro, asesinada por su marido, por su novio, por su compañero sentimental o por su ex. Una auténtica aberración que pase esto y que nadie haga nada por remediarlo. Porque no nos vamos a engañar, nadie hace nada, o se hace muy, muy poco, por evitar que estos asesinatos se lleven a cabo.
    Estamos tan acostumbrados a que los políticos salgan en los telediarios pronunciando sus frases de manual políticamente correcto, que ya no nos produce ni frío ni calor. Y en el tema de la violencia machista es especialmente sangrante. De nada le sirve a una mujer amenazada de muerte que el Secretario de Estado del ramo, tan joven, tan listos, tan guapos, salga en la televisión soltando un montón de palabras hueras sobre la dignidad y otras cosas por el estilo. Eso, amigo mío, no evita que una bestia asesine a su pobre mujer. Para que esa mujer no muera acuchillada a las puertas de su casa, ante la mirada atónita y desconcertada de su hijo o de su hija, o de ambos, cuando los lleva al colegio, o cuando viene del mercado de hacer la compra, hace falta que se articulen leyes, que se pongan en marcha programas educativos de igualdad reales, que se lleven a cabo políticas de prevención que detengan de una vez por todas la barbarie.
    Agradecemos, en lo que vale Jesús, tu sensibilidad para con este asunto

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