UN
CONCEJAL EN VALDEMORILLO PONE AL DESCUBIERTO OTRA IRREGULARIDAD.
¿Se puede representar
a una sociedad que ha sido voluntariamente engañada?. El Partido Popular, que gobierna el pueblo, no
se pronuncia.
Existen
muchas maneras de ver la vida. Tantas que podemos llegar a pensar que no hay
criterios objetivos para todos, que cada quien escoge, desde gustos o
preferencias subjetivas, su modo de afrontar la propia existencia y los
parámetros que se ha marcado sobre aquello que dignifica al hombre, o por el
contrario lo que el conjunto de la sociedad y la propia casuística moral
considera fuera de la concepción ética de la vida.
Unos
trabajan por la justicia y otros practican la usura. Unos ayudan a los más
necesitados y otros proponen su rápida eliminación. Unos buscan superar el
racismo y otros lo promueven incluso con ayuda de teorías pseudo científicas. Unos
pagan sus impuestos y otros los usan para su complacencia personal, sin tener
en cuenta que están cometiendo una lamentable falta social. Podríamos estar
enumerando antitesis indefinidamente y cada cual estaría mentalmente situándose
en aquel la que más favorece a su autocomplacencia. El editorial de este blog
me obliga a ejercer desde la utopía, la critica social de todos aquellos ya
sean hombres o mujeres que utilizan el poder para su enriquecimiento personal, cuando
su florecimiento proviene de los intereses y derechos de otros.
Una
parte del poder, el mas desprestigiado socialmente, proviene del político que
practica como nadie bordear lo ético y lo estético a beneficio de inventario personal.
No se puede, al menos estéticamente no es correcto, ocupar un puesto público en
un ayuntamiento, si la sociedad le condenó por la insolidaridad de evasión de
impuestos. Si Hacienda somos todos, todos hemos sido engañados por quien nos
intento falsear. Esto de facto, inhabilita a cualquiera a representar un puesto
social cuando su engaño perjudica precisamente a la sociedad en su conjunto y
menos para ocupar un cargo público. Por ello, es justo, que el colectivo social
debe hacerlo dimitir.
La
experiencia vivida con este concejal en Valdemorillo pone al descubierto una
situación irregular que se viene labrando desde hace tiempo en este mismo
ayuntamiento, desde que lleva la actual
alcaldesa. De momento el tocado PP de la Comunidad de Madrid con Esperanza
Aguirre al frente, por el momento, se limita a mirar para otro lado. Todo vale
mientras el ciudadano siga tragando si salir a la calle para decir ¡¡Basta ya,
la ciudadanía tiene un límite que ha sido sobradamente rebasado en Valdemorillo¡¡.
Tampoco
el resto de los políticos mueve ficha para intentar lavar un poco la concepción
general que el ciudadano tiene de los políticos. Todo el mundo tiene miedo a
salir movido en la foto y lo que es peor los políticos que sustentan el poder,
callan mayoritariamente de manera inexplicable dentro de un estado de derecho.
Ante
tantas preferencias, ¿podemos encontrar parámetros objetivos? ¿Hay un hilo de
reflexiones que nos permita descubrir cómo distinguir entre modos de vivir
correctos y modos de vivir equivocados? Una primera respuesta se encontraría en
los resultados inmediatos, si bien no es definitiva ni puede serlo. Quien
escoge como norma de su vida el placer sin límites y opta por abusar de bebidas
alcohólicas y de drogas, se encontrará enfermo, destruido física y
psicológicamente. Existen, sin embargo, modos de vivir que no conllevan a
resultados inmediatos dramáticos y que son, sin embargo, negativos, para con
uno mismo y para otros
Pensemos,
por ejemplo, en un hombre o una mujer que optan por la codicia, que viven para
el dinero, que triunfan, que ascienden, que compran y compran, que invierten,
que gozan al ver cómo las cuentas están llenas de números. Quien así vive y
"triunfa", no siente en qué esté equivocado. Actúa y piensa como un
borracho continuo, encantado por sus logros, incapaz de romper el espejismo de
su fracaso profundo como humano.
Hay
un horizonte de resultados que va más allá de lo inmediato y más allá de lo que
aparece como un triunfo a largo plazo. Es el horizonte que se abre con los
valores del espíritu. Sólo en esa perspectiva se descubre que hay modos de
vivir que llevan al engaño y la injusticia, en donde el tiempo adormece las
conciencias, justificándolo todo, absolutamente todo, para instalarse en un
nirvana de injusticia envidiada por una parte del colectivo social que perdió hace
tiempo las coordenadas de la ética y del estado de derecho.
Fíjense que no digo SU corrupción, sino LA corrupción. Es importante el matiz, porque aunque la principal atención de los medios de comunicación sea estos días el encarcelamiento de Bárcenas y todo lo que eso conlleva o puede conllevar, lo cierto es que se trata de un caso más, muy importante, eso sí, dentro de lo que para los ciudadanos es ya un clima generalizado de corrupción. Ayer nos sorprendía la juez Alaya en Andalucía imputando nada menos que a la ex ministra de Fomento Magdalena Álvarez por el caso de los ERE, un hecho grave teniendo en cuenta que Álvarez ocupa un puesto de vital importancia para España en el seno del Banco Europeo de Inversiones.
ResponderEliminarlos corruptos son unos pocos y que la mayoría de los políticos son personas honradas y decentes, pero resulta muy difícil mantener ese argumento cuando las portadas de los periódicos y los informativos de la radio y la televisión dedican casi la totalidad de su espacio a hablar de casos de corrupción de un lado y del otro. Ningún partido es ajeno a ella, pero el partido que gobierna tiene una cuota añadida de responsabilidad a la hora de poner coto a lo que ya empieza a ser un clima muy desagradable.
Es lógico que la gente esté hasta la coronilla de todo lo que está pasando: Bárcenas, Gürtel, los ERE, Urdangarin, Campeón, Mercasevilla, Palau, Pujol… Podemos seguir hasta casi el infinito. Es lógico el malestar, el cabreo ciudadano alimentado por la crisis económica, pero que ya trasciende a esta. Esa impresión generalizada de que “todos los políticos son iguales” que se ha instalado en el subconsciente colectivo va a ser muy difícil de combatir, incluso aun cuando se supere la situación de crisis, y eso es así porque el ciudadano percibe una apatía casi unánime en la clase política a la hora de luchar contra la corrupción.
Prof. González, soy asidua lectora de su blog, ciudadana del pueblo de Valdemorillo y conocedora del caso que usted referencia en su artículo. Desgraciadamente en España y después de todos los escándalos vividos últimamente, parece que la sensibilidad ciudadana continúa dormida. En cualquier país de nuestro entorno cualquier político que defrauda a Hacienda no es merecedor que continúe con responsabilidades públicas, su gestión política se inhabilita de facto.
ResponderEliminarEsta Alcaldesa, también salpicada por algún escándalo prefiere mirar para otro lado y no hacer caso a su partido.