Pensamiento y responsabilidad

domingo, 17 de marzo de 2013

LA PRESIÓN DE LA CALLE




LOS CIUDADANOS CONFÍAN MÁS EN LOS MOVIMIENTOS SOCIALES QUE EN LOS POLÍTICOS

La presión social  ha variando su posición desde hace un año y ha ganado prestigio social.  Los  movimientos ciudadanos han ganado presión en la calle venciendo la resistencia del Gobierno y del sistema financiero, según se desprende de la encuesta de Metroscopia.









La política es una rama de la moral en virtud de la cual una sociedad, compuesta por hombres libres, resuelve los problemas que les plantea su convivencia colectiva, en un quehacer ordenado al bien común. La actitud política es una disposición persistente que condiciona las reacciones ante situaciones políticas de servicio al colectivo social. En los momentos presentes algunos políticos han confundido el servicio a la vida política con el servirse de la política como una forma de hacer caja.

La corrupción en un sistema democrático es muy ineficiente para la concepción social de la clase política. En la sociedad neoliberal, en la que el ciudadano ha quedado reducido a simple portador de intereses privados, el argumento económico resulta para muchos más convincente que las apelaciones a la moral, a la justicia o simplemente a los buenos modales. De modo que cabe preguntarse qué pasaría si la corrupción fuera eficiente. Más de uno la daría por buena. Esta ha sido la pulsión nihilista que nos ha llevado a la crisis actual.
Una de las funciones de la política es precisamente poner límites. Las compuertas de la corrupción se abren y la convierten en un torrente cuando se impone la idea de que el Estado es el problema y no la solución. Un Estado desautorizado es un Estado en manos de la capacidad de intimidación del dinero. Y no olvidemos que no hay corrupto sin corruptor. El corruptor campa a sus anchas cuando percibe que no es objeto de rechazo social alguno, porque el cinismo se ha instalado en la sociedad. Tienen razón los que dicen que hay que evitar la generalización de las acusaciones de corrupción, porque deslegitiman la política, es decir, se llevan por delante no tanto a los corruptos como a las instituciones. Es fundamental salvar y recuperar la política, porque es el único instrumento de que la mayoría de ciudadanos dispone para poner límites a los abusos de poder. Pero los primeros que deben defender la política son los dirigentes políticos. Y no es admisible la apelación ventajista a la importancia de no desprestigiar la política para ocultar la corrupción y proteger la impunidad.
Ayer en un programa de televisión dos alcaldes y dos alcaldesas de cuatro pueblos de España mostraban como habían hecho uso del trabajo y su imaginación para facilitar la convivencia de sus ciudadanos. Eso es precisamente el servicio al pueblo y la función esencial de los ediles.
¿SE PUEDE SERVIR AL PUEBLO DESDE LA DEUDA CONTRAÍDA CON EL PUEBLO?

En contra oposición a esta experiencia me asalto a la mente el efecto contrario que lo tenía presente en la localidad de Valdemorillo en Madrid, donde estoy empadronado. De cómo a toda costa y contra corriente una alcaldesa popular pretende contra viento y marea permanecer en su puesto a pesar de cualquier precio, incluso chamuscando la convivencia solidaria de su ciudadanía.
Había que buscar pactos de gobierno, no importaba con quien, tampoco cual sería la trayectoria histórica de sus futuros compañeros de viaje. Se utilizo el camino más perverso, pactar con dos concejales de un grupo independiente, mas hostil y con necesidades económicas. Tambien con algún debito con la Hacienda de todos. 

Se fijaron buenos sueldos como corresponde y se implantaron honorarios a sentimiento, muy por encima del rendimiento necesario para afrontar la problemática local. Algo que deberá ser aminorado sustancialmente una vez acometidos los ajustes previstos en el plan de austeridad. 
Levantando las pasiones de las personas con mayor sensibilidad ante la injusticia manifiesta.
Y es que la actitud política es una disposición persistente que condiciona las reacciones ante situaciones políticas. Se manifiesta en diversos modos de afrontar las relaciones con el poder 

Las actitudes se forman según la personalidad de cada uno, por el peso de las experiencias, la influencia de los factores sociales, la influencia del esquema corporal y los modelos de adaptación al contexto social. Las actitudes son persistentes pero pueden cambiar, con cierta lentitud, de acuerdo a la evolución de las situaciones y los cambios en su percepción. 

El daño que estas actitudes están haciendo a la convivencia política minimiza todas las actuaciones de la mayoría de los políticos locales, que con buena fe contribuyen con su trabajo a servir a la comunidad local en lugar de servirse de ella como un simple modo de vida.


1 comentario:

  1. El ayuntamiento de Valdemorillo debería ser observado con atención desde la Puerta del Sol hay demasiadas circunstancias que deberían encender alguna luz de alarma. Las redes sociales del pueblo son verdaderamente hostiles con este matrimonio de conveniencia forzado. El aparato del PP en el pueblo debe opinar sin que la alcaldesa medie. Sería una buena gestión del Partido Popular para tomar el pulso real de un pueblo en bancarrota con unos sueldos desproporcionados y para todos los COMBIDADOS. en ¿Qué piensa Rouco sobre Eurovegas? ¿Qué esconde tras su silencio?

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El poder en sí mismo no es corrupto.

  Son las personas las que pueden corromperse cuando lo ostentan. La pregunta sobre el poder y la corrupción es compleja y ha sido debatid...