El poder en sí mismo no es corrupto.
Son las personas las que pueden corromperse cuando lo ostentan.
La pregunta sobre el poder y la corrupción es compleja y ha sido debatida durante siglos. La famosa frase de Lord Acton, "el poder corrompe, y el poder absoluto corrompe absolutamente", resume una visión pesimista de la naturaleza humana, que sugiere que el poder tiene una influencia inherentemente corruptora en las personas. Sin embargo, el poder en sí mismo no es corrupto, sino que son las personas las que pueden corromperse cuando lo ostentan.
A lo largo de la historia, hemos sido testigos de numerosos casos en los que responsables con poder han utilizado su posición para beneficio personal, a costa del bien común. Alguien, en particular dentro del Ayuntamiento, abusó de su autoridad para llevar a cabo "chanchullos" que favorecían sus intereses personales. Este tipo de comportamiento no solo es éticamente reprochable, sino que debería haber tenido consecuencias legales. Abusar del poder público para beneficio personal es un delito que puede conllevar sanciones penales y civiles también para sus cómplices.
Es fundamental que la ciudadanía tenga acceso a la información sobre cómo se gestionan los recursos públicos que incluye la publicación de presupuestos, contratos y licitaciones, así como la posibilidad de que los ciudadanos puedan participar en la toma de decisiones. Siendo imprescindible que existan mecanismos independientes que controlen la actividad de los funcionarios públicos y que puedan detectar y denunciar cualquier irregularidad.
LA SABIDURÍA ES LO QUE LLEVA AL HOMBRE HACIA EL PODER.
Esta visión sugiere que el poder debería ser ejercido por aquellos que poseen la sabiduría y la capacidad moral para utilizarlo de manera justa y responsable. Sin embargo, la historia nos ha mostrado numerosos ejemplos de líderes que carecían de sabiduría y que utilizaron su poder para beneficio propio, causando daño a las personas y a las sociedades.
La realidad es que la relación entre el poder y el chanchullo es multifacética. No existe una respuesta simple a la pregunta de si el poder corrompe o no. Depende de las personas que ostentan el poder, de las instituciones en las que operan y de la cultura política de la sociedad en la que viven. Pero es fundamental, imprescindible tener en cuenta que existen mecanismos para prevenir y combatir la corrupción. Un sistema político fuerte con separación de poderes, un sistema judicial independiente, una prensa libre y una sociedad civil activa son elementos esenciales para limitar el poder de los individuos y evitar que abusen de él.
En definitiva, es una tarea constante que requiere el esfuerzo conjunto de todos los sectores de la sociedad. Es necesario promover una cultura de ética, responsabilidad y transparencia en el ejercicio del poder para que este sea utilizado en beneficio del bien común y no para el beneficio personal o de grupos minoritarios.
Es cierto que el poder, en manos equivocadas, puede convertirse en una herramienta para la corrupción y el beneficio personal en detrimento del bien común. Sin embargo, es fundamental destacar que no es el poder en sí mismo lo que corrompe, sino la predisposición individual a sucumbir ante sus tentaciones.
UN LÍDER VIRTUOSO, SE CARACTERIZA POR ERIGIR BARRERAS ÉTICAS
Que le impiden caer en la trampa de la corrupción. Valora el bien común por encima de sus intereses personales y se compromete a actuar con transparencia e integridad. Este tipo de líderes son esenciales para prevenir el efecto "pendiente deslizante", donde pequeñas desviaciones de la ética pueden conducir a una espiral de corrupción cada vez más profunda.
En cuanto a tu comentario sobre la falta de respuesta por parte de los políticos de la oposición a las inquietudes de los ciudadanos respecto a las deudas contraídas con la inmobiliaria en el fallido PGOU, es comprensible mi frustración. La transparencia y la rendición de cuentas son pilares fundamentales de una democracia sana, y la ausencia de respuestas por parte de los representantes elegidos genera desconfianza y socava la legitimidad del sistema.
Es importante continuar insistiendo en la búsqueda de la verdad y en la exigencia de respuestas claras y contundentes por parte de las autoridades. La verdad, como bien dices, siempre termina por salir a la luz, incluso si aquellos que la ocultaron se ven expuestos a la vergüenza de su inacción.
En conclusión, la lucha contra la corrupción es una tarea colectiva que requiere del compromiso de todos los sectores de la sociedad. Un liderazgo virtuoso, una ciudadanía activa y una cultura de ética y transparencia son elementos esenciales para prevenir este flagelo y construir un futuro más justo y equitativo.
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