domingo, 31 de marzo de 2019

Nuestros valores religiosos y morales, marcan nuestra vida.


Influyen decisivamente en la forma de comportarnos y nuestra integridad personal.
Ser responsable supone asumir los efectos directos de nuestro compromiso en la vida, excluyendo de culpa a escenarios o personas que nos rodean. Nunca debemos hacernos responsables de los acontecimientos que suceden en nuestro entorno y se escapan a nuestro control.
También supone decidir cómo ponderamos nuestro tiempo, como disponemos de nuestra capacidad y a quiénes le dedicamos esa energía. Igualmente, también admitir que nuestra capacidad para sentirnos felices con nuestra aptitud ante la vida depende sólo y exclusivamente de nosotros. Actuar de forma responsable lleva consigo: decidir y asumir los valores conforme a los cuales deseamos sentirnos satisfechos de nuestra labor en la vida.
Los valores religiosos y morales, inspiran nuestra vida, influyen decisivamente en nuestra forma de comportarnos y nuestra integridad personal, también cuando lo que pensamos, lo que decimos y, sobre todo, lo que hacemos, resultan coherentes con esos valores.
Por el contrario, nunca debemos hacernos responsables de los acontecimientos que suceden en el entorno y se escapan a nuestro control, ya que quedaríamos a expensas de comportamientos de terceros. Sucesos que, en la mayoría de los casos, poco o nada tienen que ver con nuestras acciones directas.
Existen hechos externos que escapan de nuestro control, sobre los que difícilmente podemos actuar o influir. En estos casos, no es aconsejable, responsabilizarnos de ellos hasta el punto de provocarnos culpa o frustración que acaben repercutiendo en la valoración que tenemos, perjudicando seriamente nuestro bienestar. Por contra, estaríamos, lesionando nuestra responsabilidad si no fuéramos garantes de aquellos asuntos que sí están bajo nuestra vigilancia y dependen de nuestra voluntad.
Sin embargo, existen otros hechos sobre los que pudiendo influir y no dependen exclusivamente de nosotros, si bien nuestras decisiones y actitudes puedan mediar a corto o medio plazo. Como es conocer para actuar, que el CAMBIO CLIMÁTICO no es un fenómeno sólo ambiental sino de profundas consecuencias económicas y sociales sobre los países más pobres y peor preparados. En este ámbito, nuestra responsabilidad tiene más que ver con la forma en que nosotros interpretamos lo que suceden en entorno más cercano, haciendo pedagogía de cómo se tienen que afrontar nuestras aptitudes para minimizar el gran problema que supone la destrucción de nuestro Planeta, para las generaciones jóvenes. Esta interpretación será más optimista y constructiva en la medida que nuestra forma de pensar, hablar y actuar sea coherente con nuestro comportamiento.
El resultado será que, casi sin darnos cuenta, iremos configurando nuestra propia realidad, nuestro “círculo de influencia” se hará cada vez más grande y, en ese lento, pero maravilloso proceso, iremos comprobando como las personas que nos rodean también inician su propio proceso de cambio de aptitud para respetar nuestro medio natural, porque “yo también quiero”, dirán algunos, y éstos a su vez, en una espiral sin fin, con su comportamiento, su actitud y su ejemplo, influirán sobre otros a tomarse en serio este enorme problema.
Nadie, absolutamente nadie, puede privarnos de la libertad interior para interpretar y pensar como queramos. Todo es cuestión de tomar conciencia, ejercer  plena responsabilidad sobre este hecho y, lo más importante, querer cambiar y comprometerse con ese cambio.

lunes, 18 de febrero de 2019

Las ideologías.


Una forma de sostener un ideario que esclaviza a los militantes.
Los partidos políticos se han convertido en una entidad de beneficios privados focalizados en sus dirigentes, alejándose cada vez más de lo que deberia de ser, una entidad de intereses públicos para sus miembros de base.
Nadie, que yo sepa, ha hecho un sondeo para saber lo que los jóvenes piensan de la política. Podría haber sorpresas porque en una gran mayoría, se sienten apolíticos ya que no confían en los partidos. Los consideran anticuados, lo que no significa que aborrezcan la democracia. Mal distinguen ya entre izquierdas y derechas. Son pragmáticos y no ven excesiva diferencia entre progresistas y conservadores. Para ellos son todos iguales, o casi. Y, sobre todo, no les tienen miedo.
Las ideologías de hoy son una forma de sostener un supuesto ideario, algo que dé soporte a una pertenencia que esclaviza a los militantes: el militante, el que “es” de un partido como quien profesa una religión, es incapaz de todo punto de cuestionarse una decisión determinada de su partido, de su líder, y llega a alambicar de modos completamente risibles sus “razonamientos” para evitarlo. Pensar que alguien pueda, efectivamente, vivir al margen de ese sistema es algo imposible: si se opone a mí, si cuestiona mis planteamientos, es que “es del otro partido”.
Cada vez resulta más difícil “abanderar” a los jóvenes porque para ellos la política clásica hace tiempo que ha dejado de interesarles. Oscilan entre la indiferencia y el rechazo al sistema. A los jóvenes les gusta cambiar las cosas, son dinámicos, mientras que a la política la ven estática. No en vano, los creadores de internet cambian continuamente de aplicaciones. Se entusiasmaron con Twitter, después con Facebook, ahora con WhatsApp, mañana se cansarán e inventarán otro modo de comunicarse. Ya lo están haciendo. Ellos se conectan mejor con la antigua filosofía de los sabios griegos que decían “todo se mueve, nada está parado”. La inmovilidad no está en los intereses del joven, que acepta cada vez menos a los líderes, a los capos, a los jefes.
Desde luego que el ansia por etiquetar cualquier opinión o razonamiento político como de “izquierdas” o “derechas, desvía la atención de los problemas y en vez de discutir el beneficio social y económico del tema en cuestión la discusión deriva a calificar y juzgar moralmente a la persona por “alinearse” con una determinada ideología. A partir de ahí hay que combatir al del bando enemigo como sea, da igual a qué coste. siendo tan simple esa forma sectaria de pensar sobre las cosas si los políticos verdaderamente se la creen o se suscriben a ella porque la consideran una herramienta eficaz para manipular la opinión pública, asumiendo probablemente que la mayoría de la población tiene graves problemas para pensar de una manera objetiva y abierta y se le da mejor el alinearse a capa y espada con uno de los bandos.
Confío en la sensatez de la “masa” y que con la difusión adecuada estos cambios en la forma de debatir las cosas pueden llegar a calar en la población en general que por desgracia creo que sigue aún demasiado en el juego de los bandos. A ver si hay suerte, esto cambia con el tiempo y obliga a medio plazo a los políticos a que se dejen de memeces y trabajen en las cosas como debe ser.

martes, 8 de enero de 2019

Tirar la piedra y esconder la mano.


Los anónimos en las redes sociales se han convertido en acosadores a desenmascarar.  
Fundamentalmente los que practican sólo la descalificación, como furtivo, en las redes sociales. Es cierto que así se cubre el derecho a no identificarse, o crear su identidad mediante un distintivo, conectado o no con su identificación real. Pero descalificar sin argumentos no deberia ser permisible en ningún caso y menos tapándose la cara.
También usando apodos de diversos tipos que permitan manejar su relación como quieran. Pero resulta imprescindible, por operatividad de opinión, que la apreciación anónima se realice siempre desde el respeto.
En este blog tenemos varios ejemplos de personas que practican, desde una visión crítica su punto de vista y que llevan años opinando con absoluta corrección y respeto. Cualquiera puede escoger libremente identificarse o ser conocido con un alias. Pero desde luego, deberíamos entender que el uso del anónimo representa una manera de esconderse para pronunciarse por medio de connotaciones negativas, sería una manera injusta de juzgar a muchos por el comportamiento de unos pocos. En muchos casos resulta imprescindible utilizar a la justicia para desenmascarar al acosador, ejerciendo todos los argumentos que la Ley te ofrece para poner las cosas en el lugar que corresponde  
El uso del anonimato para insultar o “trolear”, deberia ser siempre controlable. En esta página puedes comentar con tu nombre y apellido, con el nombre que quieras ponerte, con tu “login” como Twitter, Google o Facebook, o de manera completamente anónima sin firmar ni rellenar ninguno de los campos. No es obligatorio que pongas tu correo electrónico, siempre y cuando los “trol” mantengan una porfía razonablemente educada, sin insultos ni descalificaciones gruesas, por el solo hecho de no opinar de la misma manera y amparados por el anónimo.
Durante años este blog se ha mantenido abierto a todo tipo de opiniones y lamentablemente muchas veces en contra de las personas que firman con su nombre.  El anónimo es y debe ser un derecho en la red, al existir razones por las que una persona puede querer escoger ser desconocido. Esas razones pueden deberse a cuestiones generales o a situaciones completamente coyunturales, pero forman parte de las opciones que todos debemos tener a la hora de participar en la red.
Afortunadamente, la mecánica operativa de las redes sociales impide, de manera natural, que la opinión descalificadora de un anónimo sea tenida en cuenta de la misma manera que los pseudónimos, y estos últimos también menos que los que firman con su nombre incluso con su referente de Google. Sin embargo, los políticos de manera mayoritaria opinan amparándose en el anónimo y mostrando unas opiniones sencillamente identificables. Las redes sociales impiden en gran medida la participación de un anónimo: nadie escucha lo que un anónimo tiene que decir, sencillamente porque nadie acepta a un desconocido en su red, esta es una realidad que se amplifica cuando el anónimo se dedica a descalificar, a unos y otros, sin aportar argumento alguno.
Personalmente, nunca utilizo seudónimo, jamás. Me proporciona muchísima libertad para exponer mis ideas de forma más convincente, tampoco me importa restituir siempre que tengo el conocimiento de haberme confundido en algo, y dejaré automáticamente de trabajar el día que no sea así. Pero que yo no haga uso de ese derecho no quiere decir que no lo considere importante.  Debo recalcar nuevamente que muchos comentarios anónimos son, por lo general, buenas e interesante aportaciones, en muchas ocasiones proporcionan información y opiniones del tema objeto de debate y que si no es así no participarían por miedo a ser identificadas y cuyos comentarios suponen posiciones que no podrían exponer libremente debido a esa identificación personal.
La política que se marque con respecto a la identidad en una red social puede imprimir en gran medida su uso, y afectar a cuestiones como su percepción de seguridad o su amigabilidad para muchos. Pero es preciso proteger aquello que realmente debe ser protegido: el derecho a la gestión razonable de esa identidad personal. En Facebook, por ejemplo, cualquiera puede abrir un perfil personal con un pseudónimo, pero este desaparece sin explicación alguna en cuanto es denunciado por unos pocos usuarios, además de existir una clara limitación a que alguien decida libremente como llamarse (el sistema presenta utomáticamente nombre y apellido, eliminando la posibilidad de presentarse con un pseudónimo determinado). La política al respecto en el caso de Google+ está todavía definiéndose, y muy probablemente tarde algo de tiempo en estar completamente definida. Por eso desde aquí y ahora quiero llamar la atención a diferentes anónimos, que cambie de sintonía para no perjudicar, más de lo que ha dañado, al partido político que defiende en sus escritos. O se presente dando la cara como corresponde a un representante político que tenga la dignidad suficiente para vivir del entorno político que representa y tendré la ocasión de saludarle sin rencor alguno. Un partido de ámbito estatal va a plantear al resto de grupos del Congreso la necesidad de estudiar cambios en la actual legislación para acabar con las cuentas o perfiles anónimos en las redes sociales. Una medida que busca combatir situaciones de amenaza y acoso.
Actualmente por diferentes conductos se está denunciando que el anonimato en las redes sociales se haya convertido en "un elemento de acoso" a las personas de forma "absolutamente deleznable". "que es la barrera en la que algunos se escudan para actuar de manera cobarde. Detrás de los seudónimos tiene que haber una identidad clara porque de esta forma no sólo se acabará con los acosadores anónimos, sino también se frenará la utilización de robots "que pretenden dar la apariencia de una gran presencia de opiniones de la gente y luego derivan en la propagación de falsedades, mentiras y acosos a las personas".


sábado, 8 de diciembre de 2018

En las redes sociales

Nos hemos vuelto adictos a insultar, pensando que no pasa nada.
Los prodigios de las redes sociales han revolucionado nuestro concepto de correspondencia social e inversión en tiempo libre. En ellas buscamos relaciones con aquellos con los que perdimos trato, mantenemos amistades, nos ponemos al día de la vida de los demás, conocemos a gente nueva o incluso encontramos trabajo, informamos y somos informados
Sin embargo, las redes sociales despiertan un debate en torno a la privacidad, la injuria, los atentados al honor, la adicción a estar interconectado con cientos de amigos, el descenso de la productividad en el trabajo, etc.
Pero además si las redes sociales se usan poniendo por delante una buena dosis de ignorancia, se pueden tornar peligrosas. España pertenece al llamado primer mundo, la vieja Europa fue cuna del desarrollo cultural, fuente de cultura durante siglos. Nuestro país, durante algún tiempo, estuvo aislado del resto del continente europeo donde se producían las relaciones culturales del mundo democrático.
El tiempo que llevamos en connivencia con la vieja Europa, nos hemos dado cuenta de nuestras carencias educativas de nuestra IGNORANCIA. Si hemos de ser pesimistas por algo, tendríamos que serlo por el obscurantismo, empezando, eso sí, por los propios medios de comunicación, por mí mismo, y acabando por la propia sociedad, con el estamento superior de la clase dirigente.
Tal vez por eso los insultos en redes sociales son el pan de cada día. Creo que nos hemos vuelto adictos a insultar porque pensamos que por este camino nos hacemos más importantes, sin embargo, lo que hacemos es devaluar nuestra opinión, además el consumidor apenas se da por enterado. Es una opinión muy generalizada la de creer que en las redes sociales se puede actuar con total impunidad AMPARADOS EN EL ANONIMATO y nada más lejos de la verdad.
Se tiende a creer que gracias a la libertad de expresión podemos decir libremente todo lo que queramos, olvidando que, frente a ese derecho, a la libertad de expresión, prevalece siempre el derecho al honor, como derecho fundamental protegido por nuestra Constitución. Con frecuencia vemos que en algunas redes sociales se profieren injurias, mentiras, acciones que son constitutivas de delito y que deben ser objeto de persecución penal, en función de las circunstancias que concurran. Muchos políticos se comen el marrón. Pero las personas jurídicas al margen de la política no actuamos de la misma manera.
Los delitos de injurias sólo pueden perseguirse por denuncia de la persona agraviada, aportando el documento digital. Una vez denunciados los hechos se abre en el juzgado de instrucción un proceso para el enjuiciamiento de delitos en el que se citarán a juicio a las partes. El Juez, tras practicar las pruebas (es importante conservar digitalmente los documentos), dictará sentencia contra la que cabe recurrir en apelación ante un magistrado de la Audiencia Provincial.
El proceso se inicia con una investigación por parte del cuerpo especializados de la Guardia Civil, que llegarán sin ninguna dificultad a nuestra dirección de correo y mucho más fácil si se realiza a través de un servidor. La Guardia Civil cuentan con Brigadas especializadas en delitos tecnológicos que son capaces de averiguar la ubicación física del dispositivo telemático empleado para cometer el delito, averiguar quién es su titular y reclamar una indemnización por los daños y perjuicios que entendemos que se nos ha causado, por la lesión a nuestro derecho al honor, amparando nuestra reclamación en la vulneración de la Ley 1/82 de 5 de mayo de Protección Jurisdiccional civil del derecho al honor, intimidad personal y familiar y a la propia imagen.
Es verdad. Cuando no tenemos memoria de los errores cometidos, cuando no se posee ese pretérito amontonado de nuestra propia existencia, no queda más que ignorancia. Es como un eterno volver a empezar en el que nada se resuelve. Y es ahí donde los demagogos levantan cada día su tienda ante la muchedumbre, con la certeza de que no serán reconocidos por aquellos a los que defraudaron ayer. También advertía sobre todo esto Ortega: “Los demagogos han sido los grandes estranguladores de civilizaciones. La griega y la romana cayeron a manos de esta fauna repugnante. La demagogia es una forma de degeneración intelectual”.
Antonio Machado dejó versos que no deberíamos olvidar los españoles: “Españolito que vienes al mundo, te guarde Dios. / Una de las dos Españas ha de helarte el corazón.” Esas infatuaciones despectivas se repiten hoy cada día, porque “la ignorancia es muy osada”.

  U n socialista, no debería estar de acuerdo con el pacto entre socialistas en Cataluña. Cada persona mira a través de un cristal de di...