HISTORIA DE LA LEÑA QUE NO ARDÍA
Hoy traigo a mi blog a mi
admirado Martin Valmaseda, que junto a un caminante solitario, en una fría noche
recogió un montón de leña y encendió una hoguera. En la extensa llanura aquel
fuego brillo como un lucero. A la mañana siguiente junto a los rescoldos, se había
reunido un pequeño grupo de caminantes atraídos por la luz.
Al
llegar nuevamente la noche, cada caminante aportó a la hoguera una brazada de
leña. Una enorme llama iluminó como un
faro la llanura y atrajo a nuevos caminantes solitarios que dejaban de ser
solitarios. La caravana iba creciendo y el fuego de cada noche se iba haciendo
cada vez más alegre y atrayente para los caminantes desorientados.
En
torno a la hoguera se creaba cada atardecer un ambiente grato en donde se
contaban historias y se forjaban maravillosos proyectos.
Sin
embargo, un día un pequeño grupo de caminantes exigieron una asamblea urgente: “Así
no podemos seguir…Esto en un desperdicio y un caos…Hace falta organización….No
necesitamos tanto fuego. Puede escasear la leña, y ¿luego¿”…Cuando a la mañana siguiente los
caminantes volvían con su brazada de leña aquellos organizadores les impidieron
echarla en la hoguera común y tuvieron que dejar su carga de ramas en un almacén
muy bien preparado.
Aquella
noche y la siguiente el fuego había disminuido. Las llamas danzaban como
bailarinas anémicas alimentadas por un “guardián
del fuego” que colocaba de vez en cuando con moderación trozos de madera
para mantener la hoguera.
Y
por la mañana, cuando el grupo se ponía en camino, tenía que cargar con el almacén
de leña que hacia lenta la marcha. Y como cada vez el fuego iluminaba menos la
llanura ya no atraía a los caminantes
solitarios. Incluso algunos de los que se seguían juntando en la hoguera se
aburrían de tener una llama tan mortecina. Había menos animación y escasos
proyectos y dejaron de ir a buscar leña.
El
almacén de leña crecía, el grupo de caminantes se hacía más lento y el fuego
era cada vez más raquítico.
Moraleja
1ª Como Groucho Marx en el oeste “Traigan
más madera”
Moraleja
2ª: No hay más leña que la que arde