Pensamiento y responsabilidad

miércoles, 5 de febrero de 2014

FORMAS DISTINTAS DE DESHONESTIDAD POLÍTICA




LA POLÍTICA DEBE CONCILIARSE CON LOS IMPERATIVOS DE LA HONESTIDAD.
Las ideas políticas de Rousseau influyeron en la Revolución francesa, el desarrollo de las teorías republicanas y el crecimiento del nacionalismo. Su herencia de pensador radical y revolucionario están expresadas en sus más célebres frases, una contenida en El contrato social: “El hombre nace libre, pero en todos lados está encadenado”; la otra, contenida en su Emilio, o De la educación: “El hombre es bueno por naturaleza”, de ahí su idea de la posibilidad de una educación; y por ultimo "Los que quieren tratar a la política y a la moral en forma separada nunca entenderán nada sobre ninguna de las dos". Eso escribió Jean-Jacques Rousseau. La práctica de la política no sólo puede, sino que debe conciliarse con los imperativos de la honestidad. Pero, ¿qué es la honestidad o la deshonestidad en un político? ¿Es posible que un político sea honesto?
Esta cuestión llega al corazón de la democracia, porque cuando los electores descalificamos a los políticos por corruptos, los movimientos antidemocráticos progresan. Sin embargo, todos los políticos saben que la ambigüedad y la componenda tienden a triunfar sobre las verdades universales. A veces es necesario elegir el mal menor. Nuestros patrones normales de decencia y probidad no siempre se pueden aplicar, aunque no porque el cinismo y la hipocresía sean lo único que importa en política. Por caso el príncipe de la ambigüedad, Charles-Maurice de Talleyrand-Périgord, más conocido como Talleyrand. No sólo corrupto, sino también un notorio traidor a varios jefes consecutivos, se decía que no había logrado vender a su propia madre porque no había podido encontrar compradores.
LA DESHONESTIDAD POLÍTICA PUEDE ADOPTAR FORMAS DISTINTAS:
1.    El deshonesto/a mayestático/a. Sí es inteligente, puede ser un/una líder, ideólogo/a pero siempre deshonesto/a en cualquier circunstancia y con intereses fundamentalmente personalistas.
2.    El/la diletante, con buenas intenciones; torpe y aficionado/a, sus acciones dañan los intereses que busca promover.
3.    Los/as "apostadores/as", por otra parte, hacen mal uso de la competencia. Son hábiles pero despiadados/as, carecen de humildad y evaden la reflexión.
4.    El/la "alborotador/a", pariente cercano del apostador/a, y busca lograr sus crecientes ambiciones por cualquier medio, sin importar los riesgos y a pesar del costo para los demás.
5.    El/la "fanático/a" político también es deshonesto/a, ya que está cegado/a por la convicción de que tiene la razón en todo.
6.    El/la fanático/a es inflexible y no se detiene, es una aplanadora que aplasta todo lo que encuentra en su camino.
7.    El/la "operador/a" que concierta los arreglos políticos no es menos deshonesto/a, porque carece de la visión". Es cobarde, no tiene principios y se echa para atrás ante la responsabilidad.
Más allá de estos tipos distintivos del político deshonesto hay posturas políticas más generales. En primer lugar están las formas cínicas del pragmatismo, encarnadas en el principio de que el fin justifica los medios siempre que las exigencias morales entren en conflicto con los intereses políticos.
En el otro extremo está la postura ingenua, utópica y moralista que es igual de deshonesta. Quienes la predican, deploran la aspereza y la relatividad de la política y hacen llamados inútiles para el renacimiento moral. Eso no significa que no podamos identificar a los políticos honestos cuando nos encontramos con ellos. Emmanuel Kant describió a dos tipos de políticos. El "moralista político" busca "forjar la moral" según las necesidades de la política entendida como un juego cínico. Es una etiqueta que se aplica con facilidad a todos los tipos de políticos deshonestos descritos. El segundo tipo de Kant es el "político moral" que rechaza el pragmatismo cínico pero que no cae en la moralización ingenua. Un/una político/ca honesto/a, considera a la política como una herramienta para alcanzar el bien común. No es ingenuo/a y sabe que con frecuencia es necesario ser paciente, hacer arreglos y seguir una política de pasos pequeños. Sin embargo, mientras busca las metas parciales no pierde de vista los objetivos más amplios.
En resumen, un político o política honesto/a aplica un pragmatismo basado en principios, en el valor para decir cosas desagradables, pero siempre con una actitud constructiva. En efecto, la crítica irresponsable (el afán de revelar y publicar un problema sin la voluntad de proponer soluciones factibles) es tal vez la forma más común de deshonestidad en política.

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