jueves, 23 de mayo de 2019

“Con otra mentalidad”


ES IMPOSIBLE VIVIR, EN ESTOS MOMENTOS, SIN UTOPÍA
Necesito comenzar este trabajo con una frase emblemática de Leonardo Boff, que admiro, la expresión viene a decir: una sociedad no vive sin utopías, sin un sueño de dignidad, de respeto a la vida y de convivencia pacífica entre las personas y pueblos. Si no tenemos utopías, nos inmovilizamos y perdemos el sentido del bien vivir en común.
Si lo que pienso y expreso seguidamente corresponde con una mentalidad de izquierdas, no duden en considéreme más rojo que nadie.
Ahora que se van a cambiar los gobiernos, se deberia aprovechar para poner en marcha una profunda transformación en el concepto del poder, que el poder sea un instrumento para servir a la sociedad en su conjunto, no para servirse unos pocos a costa de muchos. Que el poder corrompe y el absoluto corrompe absolutamente…, que cuando no estemos aquí, nuestro dinero no nos servirá para nada.
La sociedad española, en su conjunto, deberia establecer como paradigma un nuevo modelo de vida que instituya cauces de participación ciudadana en el control democrático de los bienes comunes, propiciando una verdadera renovación ética, moral de usos y costumbres y el inconformismo como seña y norma de vida. De esta manera se instauraría como una necesidad la Crítica Constructiva permanente, la renovación constante para no permitir cabida a los parásitos sociales, que apetecen de lo común para instituir su negocio.  Al mismo tiempo la sociedad potenciaría el interés cultural, la transparencia y el conocimiento como la única forma de obtener niveles de mayor libertad.
También se hace necesaria una Mejor justicia para el pueblo, que permita la igualdad de oportunidades y una permanente puesta a disposición de la voluntad popular en cuanto a dimisiones de cargos cuestionados. Estos son planteamientos generales que precisan múltiples matices para ser aceptados por una inmensa parte de la sociedad recelosa con los cambios de cualquier tipo. Estoy convencido que hay que liberarse de todos aquellos hombres y mujeres que asfixian y aprisionan toda esperanza de vivir en una auténtica democracia. Pero las decisiones tomadas deben partir de la voluntad del pueblo consensuando todo en base a mayorías.
Que la corrupción empiece a desaparecer y que deje de ser el eje sobre el que se fundamentan las fortunas. Es necesario establecer otra mentalidad, ya no sólo en la clase política, sino también en la empresarial y en la social. Se trata de hacer mejores personas, ya no porque así se prepare el terreno, sino para que la gente tenga ilusión y ganas por ser mejores.
También hay que poner freno a la vorágine capitalista. Con unos controles y unas normas que prodiguen que el reparto de la riqueza sea justo y equitativo y que las oportunidades estén en igualdad de condiciones. Y que las prestaciones sociales como derechos inalienables, que no les corresponde a las grandes corporaciones empresariales su gestión, sino que es patrimonio de todos, absolutamente todos. Hay que desterrar definitivamente los enchufismos y paternalismos, terminar con los privilegios de quienes pretenden perpetuarse en el poder en base a abusos. Hay que acabar con los feudos, con las baronías locales y el caciquismo. Exigir que las grandes fortunas declaren sus bienes y devuelvan lo evadido ilegalmente. Suprimir los accesos a paraísos fiscales y recuperar la soberanía nacional frente a otros países para posicionarnos donde nos corresponde por justicia social, que en buena lógica no es en el lugar que ahora mismo está debido a la pérdida de independencia protagonizada por estos que ahora gobiernan al haber claudicado a mercados e intereses foráneos.
Inspeccionar la deuda y eliminar la parte ilegítima que a los españoles no nos corresponde pagar. Haciendo partícipe de esa parte ilegal a quienes la protagonizaron o promovieron ya que, en muchas ocasiones, se hizo por el beneficio de unos pocos o por intereses espurios de unos cuantos. Nacionalizar aquellas empresas de sectores estratégicos como la energía, la telefonía… que malversan y además no prestan el servicio al ciudadano tal como se habían comprometido cuando se privatizaron y se dejaron en manos privadas. Exigir responsabilidades por la gestión pésima llevada a cabo en los últimos años.
El derecho a percibir una renta básica con controles y filtros para evitar la picaresca tan voluminosa que existe en este país y recuperación de las prestaciones sociales por desempleo, así como la persecución del fraude a las instituciones públicas.
En definitiva, construir Democracia, llevar a los españoles a creer que un sistema de convivencia participativa y colaboradora en mejor que una sociedad en exceso competitiva. Y podría seguir así indefinidamente, lo que quiere decir que en este país hay muchas cosas por arreglar, lo que significa que los que hasta ahora nos han gobernado, no han hecho otra cosa que no sea prostituir la convivencia, enfangar el ambiente y destruir todo atisbo de posibilidad de vivir en paz y armonía.
Desterrar la mentira como modo de gobierno para evidenciar a todas aquellas personas de la política que basaron sus éxitos en promesas falsas y en ganarse las voluntades de todos a base de patrañas y embustes.

domingo, 31 de marzo de 2019

Nuestros valores religiosos y morales, marcan nuestra vida.


Influyen decisivamente en la forma de comportarnos y nuestra integridad personal.
Ser responsable supone asumir los efectos directos de nuestro compromiso en la vida, excluyendo de culpa a escenarios o personas que nos rodean. Nunca debemos hacernos responsables de los acontecimientos que suceden en nuestro entorno y se escapan a nuestro control.
También supone decidir cómo ponderamos nuestro tiempo, como disponemos de nuestra capacidad y a quiénes le dedicamos esa energía. Igualmente, también admitir que nuestra capacidad para sentirnos felices con nuestra aptitud ante la vida depende sólo y exclusivamente de nosotros. Actuar de forma responsable lleva consigo: decidir y asumir los valores conforme a los cuales deseamos sentirnos satisfechos de nuestra labor en la vida.
Los valores religiosos y morales, inspiran nuestra vida, influyen decisivamente en nuestra forma de comportarnos y nuestra integridad personal, también cuando lo que pensamos, lo que decimos y, sobre todo, lo que hacemos, resultan coherentes con esos valores.
Por el contrario, nunca debemos hacernos responsables de los acontecimientos que suceden en el entorno y se escapan a nuestro control, ya que quedaríamos a expensas de comportamientos de terceros. Sucesos que, en la mayoría de los casos, poco o nada tienen que ver con nuestras acciones directas.
Existen hechos externos que escapan de nuestro control, sobre los que difícilmente podemos actuar o influir. En estos casos, no es aconsejable, responsabilizarnos de ellos hasta el punto de provocarnos culpa o frustración que acaben repercutiendo en la valoración que tenemos, perjudicando seriamente nuestro bienestar. Por contra, estaríamos, lesionando nuestra responsabilidad si no fuéramos garantes de aquellos asuntos que sí están bajo nuestra vigilancia y dependen de nuestra voluntad.
Sin embargo, existen otros hechos sobre los que pudiendo influir y no dependen exclusivamente de nosotros, si bien nuestras decisiones y actitudes puedan mediar a corto o medio plazo. Como es conocer para actuar, que el CAMBIO CLIMÁTICO no es un fenómeno sólo ambiental sino de profundas consecuencias económicas y sociales sobre los países más pobres y peor preparados. En este ámbito, nuestra responsabilidad tiene más que ver con la forma en que nosotros interpretamos lo que suceden en entorno más cercano, haciendo pedagogía de cómo se tienen que afrontar nuestras aptitudes para minimizar el gran problema que supone la destrucción de nuestro Planeta, para las generaciones jóvenes. Esta interpretación será más optimista y constructiva en la medida que nuestra forma de pensar, hablar y actuar sea coherente con nuestro comportamiento.
El resultado será que, casi sin darnos cuenta, iremos configurando nuestra propia realidad, nuestro “círculo de influencia” se hará cada vez más grande y, en ese lento, pero maravilloso proceso, iremos comprobando como las personas que nos rodean también inician su propio proceso de cambio de aptitud para respetar nuestro medio natural, porque “yo también quiero”, dirán algunos, y éstos a su vez, en una espiral sin fin, con su comportamiento, su actitud y su ejemplo, influirán sobre otros a tomarse en serio este enorme problema.
Nadie, absolutamente nadie, puede privarnos de la libertad interior para interpretar y pensar como queramos. Todo es cuestión de tomar conciencia, ejercer  plena responsabilidad sobre este hecho y, lo más importante, querer cambiar y comprometerse con ese cambio.

lunes, 18 de febrero de 2019

Las ideologías.


Una forma de sostener un ideario que esclaviza a los militantes.
Los partidos políticos se han convertido en una entidad de beneficios privados focalizados en sus dirigentes, alejándose cada vez más de lo que deberia de ser, una entidad de intereses públicos para sus miembros de base.
Nadie, que yo sepa, ha hecho un sondeo para saber lo que los jóvenes piensan de la política. Podría haber sorpresas porque en una gran mayoría, se sienten apolíticos ya que no confían en los partidos. Los consideran anticuados, lo que no significa que aborrezcan la democracia. Mal distinguen ya entre izquierdas y derechas. Son pragmáticos y no ven excesiva diferencia entre progresistas y conservadores. Para ellos son todos iguales, o casi. Y, sobre todo, no les tienen miedo.
Las ideologías de hoy son una forma de sostener un supuesto ideario, algo que dé soporte a una pertenencia que esclaviza a los militantes: el militante, el que “es” de un partido como quien profesa una religión, es incapaz de todo punto de cuestionarse una decisión determinada de su partido, de su líder, y llega a alambicar de modos completamente risibles sus “razonamientos” para evitarlo. Pensar que alguien pueda, efectivamente, vivir al margen de ese sistema es algo imposible: si se opone a mí, si cuestiona mis planteamientos, es que “es del otro partido”.
Cada vez resulta más difícil “abanderar” a los jóvenes porque para ellos la política clásica hace tiempo que ha dejado de interesarles. Oscilan entre la indiferencia y el rechazo al sistema. A los jóvenes les gusta cambiar las cosas, son dinámicos, mientras que a la política la ven estática. No en vano, los creadores de internet cambian continuamente de aplicaciones. Se entusiasmaron con Twitter, después con Facebook, ahora con WhatsApp, mañana se cansarán e inventarán otro modo de comunicarse. Ya lo están haciendo. Ellos se conectan mejor con la antigua filosofía de los sabios griegos que decían “todo se mueve, nada está parado”. La inmovilidad no está en los intereses del joven, que acepta cada vez menos a los líderes, a los capos, a los jefes.
Desde luego que el ansia por etiquetar cualquier opinión o razonamiento político como de “izquierdas” o “derechas, desvía la atención de los problemas y en vez de discutir el beneficio social y económico del tema en cuestión la discusión deriva a calificar y juzgar moralmente a la persona por “alinearse” con una determinada ideología. A partir de ahí hay que combatir al del bando enemigo como sea, da igual a qué coste. siendo tan simple esa forma sectaria de pensar sobre las cosas si los políticos verdaderamente se la creen o se suscriben a ella porque la consideran una herramienta eficaz para manipular la opinión pública, asumiendo probablemente que la mayoría de la población tiene graves problemas para pensar de una manera objetiva y abierta y se le da mejor el alinearse a capa y espada con uno de los bandos.
Confío en la sensatez de la “masa” y que con la difusión adecuada estos cambios en la forma de debatir las cosas pueden llegar a calar en la población en general que por desgracia creo que sigue aún demasiado en el juego de los bandos. A ver si hay suerte, esto cambia con el tiempo y obliga a medio plazo a los políticos a que se dejen de memeces y trabajen en las cosas como debe ser.

  U n socialista, no debería estar de acuerdo con el pacto entre socialistas en Cataluña. Cada persona mira a través de un cristal de di...