LA VICTIMA DE LA
CORRUPCIÓN ES EL ADMINISTRADO
Hay dos fuerzas
poderosas que siguen alimentando el fuego de la corrupción: el egoísmo y la
avaricia. Como consecuencia de lo primero, los corruptos pasan por alto el
sufrimiento que causa la corrupción a otras personas, y justifican los sobornos
sencillamente porque les benefician.
La corrupción amenaza con socavar la misma estructura de
la sociedad. En España, estos días está mostrando su cara más oscura y la señal
de estarse luchando contra ella. Los fiscales y los jueces tienen la enorme
responsabilidad de mostrar a todas aquellas personas que utilizaron su poder
para vivir a costa de la sociedad en su conjunto y sus intereses sociales disminuidos.
Por otra parte la sociedad, se debe realizar un profundo análisis,
preguntándose ¿cómo está permitiendo, directa o indirectamente que ocurra?, de cómo
su silencio consentidor propicia su desarrollo. Hay que denunciar cualquier
sospecha de corrupción para no sentirse reo de este estigma.
Los corruptos, cuantos más beneficios materiales
obtienen, más avariciosos se vuelven, y quienes más sufren la corrupción y los
estragos económicos son los pobres. La corrupción es mucho más que una forma de
injusticia y opresión que prolifera en el mundo comercial donde las empresas
destinan una tercera parte de sus ganancias a sobornar a burócratas corruptos y
permitiendo que economías como la nuestra lo esté pasando verdaderamente mal.