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LO PROBABLE ES QUE LOS POLÍTICOS SE PAREZCAN A QUIENES VOTAMOS.
La práctica política,
vivida como vocación, tiene como uno él sus cometidos principales posibilitar
la felicidad de los ciudadanos a través de la búsqueda y consecución del bien
común. La participación política de los
ciudadanos y la acción específica de los partidos políticos en esta tarea,
tiene y ha tenido una relevancia fundamental.
El ejercicio de la política como servicio y de la democracia como
sistema de gobierno son valores a preservar y profundizar desde una perspectiva
ética. En el intento de contribuir a la conciencia cívica de nuestra sociedad y
a la permanente formación democrática de nuestro pueblo, algunos profesores nos
hemos puesto a reflexionar sobre las bases éticas y antropológicas sobre las
que desearíamos ver asentado el accionar político de nuestros principales
actores políticos.
La ética no
es un arma arrojadiza para golpear al prójimo en su propia estima. Y mucho
menos al prójimo en general. Para lo único que sirve la ética es para intentar
mejorarse a sí mismo, no para reprender elocuentemente al vecino; y lo único
seguro que sabe la ética es que el vecino, tú, yo y los demás estamos todos
hechos artesanalmente, de uno en uno, con amorosa diferencia. ¿Por qué tienen
tan mala fama los políticos? A fin de cuentas, en una democracia política somos
todos, directamente o por representación de otros. Lo más probable es que los
políticos se nos parezcan mucho a quienes les votamos, quizá incluso demasiado;
si fuesen muy distintos a nosotros, mucho peores o exageradamente mejores que
el resto, seguro que no les elegiríamos para representarnos en el gobierno.
Entonces, ¿de dónde viene su notoria mala fama? Para empezar, ocupan lugares
especialmente visibles y privilegiados en la sociedad. Sus defectos son más
públicos que los de las restantes personas. El hecho de ser conocidos, envidiados
e incluso temidos tampoco contribuye a que sean tratados con ecuanimidad. Las
sociedades igualitarias, es decir, democráticas son muy poco caritativas con
quienes escapan a la media por encima o por abajo: al que sobresale se le
apedrea; al que se va al fondo, se le pisa sin remordimiento.
Hay que proporcionar criterios de discernimiento a los
ciudadanos, ya que estos son los responsables de la elección de los agentes
políticos y de criticar la gestión de éstos al frente de los diferentes niveles
de la administración pública por medio de las
variadas formas de participación previstas en la dinámica democrática.
Todos los miembros de las Organizaciones sociales y civiles están llamados a
ejercer una activa labor en el incremento del nivel cívico-moral de la sociedad.
Y como parte de este último grupo de personas nos interesa especialmente llamar
la atención de los responsables de las instituciones sociales de gran
relevancia nacional como la iglesia
católica. Donde vemos, también, interlocutores específicos para recibir
y realimentar el trabajo que a continuación les presentamos.
Presentar contenidos de
ideales ético-políticos a los jóvenes que se están instruyendo en la educación
cívico-política. Los profesores de enseñanza secundaria podrán encontrar en
este material elementos para la reflexión y para la formación de la conciencia
crítica de los jóvenes de hoy y del futuro.
Brindando contenidos de ideales ético-políticos a los agentes
políticos y a los agentes de los Medios de comunicación social. Nos motiva el
hecho de considerar que tanto unos como otros tienen como responsabilidad profesional, la
educación cívica del conjunto de los ciudadanos del país.
El contenido de nuestro trabajo no es un "Código de Ética"
de los agentes políticos, sino más bien un instrumento para la reflexión de
todos los agentes y a la vez una cantera para la ulterior elaboración de un
texto de tales características. Estará formulado en términos de "patrones
de conducta" porque consideramos que es necesario expresar de forma lo más
explícita posible las responsabilidades morales de los agentes políticos en
términos de ideales de valores.