jueves, 14 de febrero de 2013

LA TENDENCIA POLÍTICA Y LA INTELIGENCIA








El sentido cognoscible de los políticos se debe lograr por medio de la práctica y la experiencia, en contraparte a la abstracción teórica. Todo conocimiento tiene un valor intrínseco, por lo cual el discernimiento útil se orienta principalmente a la formación de competencias que permitan la toma de decisiones aplicar las nociones adquiridas.


Siempre he pensado que la orientación ideológica de las personas no tiene nada que ver con su inteligencia. Pero debía estar equivocado ya que según un reciente estudio realizado en Brasil en la universidad de Rio, el cociente intelectual varía en función de la tendencia política de las personas, y más aún entre quienes están interesados en la política y quienes no lo están. El estudio se realizó con una muestra de 568 personas, 50% hombres y 50% mujeres, con edades comprendidas entre los 15 y los 53 años. Se realizaron los test de inteligencia de las matrices progresivas de Raven para medir su inteligencia. Se declararon su nivel de estudios, secundarios, o universitarios y se valoró la orientación política de los encuestados, según esta clasificación: sin preferencia 56%, izquierda, 11%, centro-izquierda, 9%, centro 14%, centro-derecha, 5%, y derecha 5%. 

También declararon su nivel de ingresos. Ordenados de mayor a menor, los valores medios de IQ que corresponden a cada preferencia política son los siguientes (entre paréntesis la desviación estándar): centro-derecha, 105’29 (16,59); centro, 102’53 (15’52); centro-izquierda, 100’67 (14’35); izquierda, 97’57 (15’98); derecha, 95’20 (13’59); sin preferencia, 93’85 (15’98). El análisis de la varianza indica que el “factor orientación política” ejerce efectos significativos sobre la “variable IQ”, pero la única diferencia entre grupos significativa (según un test posthoc), es la de los que no tienen preferencia con respecto a los de centro, centro-derecha y centro-izquierda. Por otro lado, la gente con mayor nivel educativo (universitario) tiende a tener una orientación política más izquierdista (izquierda y centro-izquierda), las mujeres tienden a ser algo más conservadoras, y los mayores parecen ser algo más izquierdistas, aunque la edad no parece tener un efecto relevante.

Un análisis en el que se agrupan las categorías anteriores en función de sus tendencias más o menos extremistas y tras corregir los datos para descontar los efectos del sexo, educación, edad e ingresos, arroja los siguientes valores de IQ para cada tendencia (entre paréntesis, la desviación estándar): centro, 102’83 (14’91); centro-derecha y centro-izquierda, 100’69 (16’80); derecha e izquierda, 97’19 (15’88). Las diferencias entre estos últimos (derecha e izquierda) y los demás resultaron estadísticamente significativas (según el test posthoc); no así las observadas entre centro y la agrupación de centro-derecha y centro-izquierda.
De acuerdo con esos resultados, y con carácter general, la inteligencia parece estar relacionada de forma positiva con el interés por la política. Es posible que en la base de esa asociación se halle el hecho de que los asuntos de la política tienen cierta complejidad, y su comprensión requiere de una cierta capacidad cognitiva. De acuerdo con los autores del trabajo, la teoría de la inteligencia asume que la capacidad cognitiva puede influir en las actitudes políticas. Inteligencia implica capacidad para comprender, para aprender de la experiencia, para organizar la información, extraer conclusiones y anticipar consecuencias; por esa razón, un mayor nivel intelectual conlleva una mayor racionalidad, así como una mayor consideración de los aspectos éticos de las decisiones. Y por todo esto, la inteligencia ayuda a ser conscientes de que es recomendable prestar atención a la política, porque la política influye en las vidas individuales y en el destino de las sociedades.

Por otro lado, son los individuos de centro-derecha y de centro los que tienen valores medios de IQ más elevados. Y al parecer, estas mismas tendencias se han observado en el Reino Unido y en Alemania en otros trabajos. A ese respecto, y en opinión de los autores del trabajo, las posturas políticamente extremistas a menudo simplifican la realidad, lo que, en su plasmación práctica, tiene consecuencias negativas para los individuos y las sociedades, y por esa razón no suelen ser las preferidas por los ciudadanos.
Las tendencias observadas en este, así como en otros estudios en Alemania y el Reino Unido, en lo relativo a la asociación entre inteligencia y orientación ideológica, según los autores del trabajo, serían compatibles con la hipótesis de la mediación cultural. De acuerdo con esa hipótesis, los individuos inteligentes identifican mejor y promueven los valores que son normativos en una sociedad y en un momento dado. Por lo tanto, la orientación política, ya sea hacia la derecha ya hacia la izquierda, sería función de la posición del centro de gravedad normativo de una cultura. Así, las actitudes más derechistas serían más comunes entre aquellas personas con mayor IQ en países en los que la cultura de valores en la sociedad tienda más hacia los que caracterizan al centro-derecha y centro. Y lo contrario ocurriría en los países en los que la cultura de valores tiene una orientación más izquierdista.

El cociente intelectual, también denominado coeficiente intelectual o CI en forma abreviada (en alemán  IQ Intelligenz-Quotient,
 

miércoles, 13 de febrero de 2013

“Yo SÍ pago todos mis impuestos”




Yo no pago mis impuestos para alimentar estómagos agradecidos o fomentar el latrocinio
En las películas americanas de mi infancia siempre había un personaje que usaba la frase “yo pago todos mis impuestos”, para apuntalar sus quejas y exigencias. Confieso que entonces no la entendía, era niño en la época franquista, y tuve que preguntar qué eran impuestos y por qué decían esa expresión. El tiempo me acabó explicando todo y me enteré que las calles, las escuelas, los hospitales… se pagan con el dinero de esos impuestos que salen de los bolsillos de todos los españoles que constituyen esencialmente la clase trabajadora, que vive básicamente del rendimiento de su trabajo y por ello cobra un salario transparente. En teoría paga más el que tiene más, aunque la realidad es que solamente pagamos proporcionalmente los que estamos sometidos a trasparencia fiscal, los asalariados apoquinamos mucho más que algunos empresarios y políticos. Paradójicamente, son éstos los que tienen mejores casas, lujosos coches y visten mejores galas.
La verdad es que no comprendo a los que se quejan de los impuestos. Creo que a mí me gustaría pagar más, envidio a los que tienen que soltar cada año cientos de miles de euros al fisco. Cuando llega la época de la declaración de la renta hasta me suelen devolver dinero, recuerdo los años que gané mucho y tuve que pagar por ello. En cambio, hay quien preferiría reducir los impuestos para que cada uno se pague la educación, la sanidad y hasta la seguridad privada. En el fondo lo que no quieren es tener que pagar servicios públicos que no utilizan para no juntarse con los pobres en la sala de espera del centro de salud o en el patio del colegio. A lo mejor no es necesario subir los impuestos y todo se resolvería si cada uno pagara lo que le corresponde en justicia y se persiguiera el fraude.
Lo que estamos viendo y viviendo estas últimas semanas con el "caso Bárcenas" nos lleva a un estado vomitivo permanente. Pero no por ello es nueva esta situación en nuestro país. Con el PSOE y su "caso Filesa" también corrieron ríos de tinta, aunque también es cierto que este partido que fue de gobierno y con vocación de volver a serlo, de alguna manera, se vacunó con aquel caso ya que hubieron condenados de por medio. No puedo decir lo mismo del "caso Naseiro" (PP). Casos como el de Urdangarín; el de la Sra. Munar, ex presidenta del Parlamento Balear; el del propio ex presidente de dicho Parlamento, el Sr. Matas; o lo último conocido sobre la Fundación Ideas... Así podría seguir y seguir, pero no es éste el objeto de esta publicación.
Sí, ya sé que escribir sobre este tema es redundar sobre lo mismo; que estamos cansados, hartos, que nos sentimos impotentes a la par que estupefactos y cabreados… pero, ¿entonces qué hacemos?, ¿lo dejamos pasar?, ¿lo obviamos o lo olvidamos? Radicalmente no; es más, creo que hay que denunciarlo con más fuerza, alzando la voz en todos los sentidos y en todos los foros posibles. Vaya por delante, pues, mi más contundente repulsa hacia estas prácticas repugnantes y en algunos casos cuasi mafiosas, impropias de lo que tiene que ser una verdadera vocación de servicio público.
Está claro, que la corrupción política es un problema transversal que afecta prácticamente a todos los partidos o al menos a aquellos que, primero, consiguen democráticamente el poder y más tarde se apropian de él; son esos “imprescindibles”, esos “insustituibles” que piensan, y lo piensan de verdad, que no habrá otras personas que estén a su altura intelectual y política; o bien pensarán que para que “trinquen” otros ya lo hacen ellos.
Para qué quiero una democracia? Para votar por quien me ofrezca un programa de gobierno que me permita vivir mejor, poder expresar mi punto de vista sin que tenga que pagar por ello. Vivir mejor supone el poder  desarrollar una actividad honesta (es decir, que no sea hecha a costa de la desgracia ajena ni sirva para perjudicar a nadie); educarme y educar a mis hijos; comer todos los días, respirar un aire que no me infecte ni me enferme; poder moverme y desplazarme a mi trabajo y a mi casa y a mis obligaciones y diversiones sin que nadie me agreda…. o me detenga arbitrariamente.
Para finalizar una reflexión: La pobreza, cuando llega a la miseria sin esperanza, destruye a los seres humanos y los convierte en despojos que anula su ilusión ¿Qué peor inversión puede hacer un sistema capitalista que apostar consciente e inconscientemente a la pobreza y a la desocupación, que perjudican, en primer lugar al mercado? ¿Tiene sentido afrontar los desafíos del mundo actual con una mayoría de pobres desesperanzados mientras perciben el tufo de corrupción afecto a las clases dirigentes elegidas por sufragio?

martes, 12 de febrero de 2013

El sucesor de Benedicto XVI?



 LA TEOLOGÍA DE LA LIBERACIÓN,  LA TEOLOGÍA FEMINISTA...



Benedicto XVI,
En los casi 8 años de gobierno, Benedicto XVI ha sido fiel al guión que escribiera años atrás, sin desviarse un ápice, y si lo ha hecho ha sido para virar hacia el integrismo más recalcitrante de la Iglesia Católica para alejarnos cada vez mas del Concilio Vaticano II.  Consiguientemente, todo lo que no se atenía a su programa renovador era considerado relativismo y condenado: la Teología del Pluralismo Religioso, la Teología de la Liberación, , la Teología Feminista, la Teología Moral Renovada, incluso la Teología del Concilio Vaticano II, numerosas congregaciones religiosas, sobre todo femeninas, defensoras del sacerdocio de la mujer, etc. Ha seguido excluyendo a las mujeres de los ámbitos de responsabilidad. Rompiendo todos los puentes de diálogo con otras religiones.

14 PAPABLES
Cuando a Benedicto XVI le estallaron en las manos los grandes escándalos, como la pederastia, la corrupción instalada en la cúpula de San Pedro, las intrigas vaticanas, El papa no fue capaz de darles la respuesta adecuada. Lejos de estar abierto a los desafíos de nuestro tiempo, dio objeciones del pasado a preguntas del presente, se equivocó de siglo.
 
Juan XXIII. del Concilio Vaticano II
En la historia de la Iglesia, se podría decir que el Papa Benedicto XVI ha sido el primero en una veintena de siglos que ha renunciado a su cargo, ya que la renuncia de Celestino V, en 1296, fue del todo especial ya que era un monje al que prácticamente le obligaron a aceptar el papado contra su voluntad y reconoció enseguida que no estaba preparado para aquel oficio.
Cuando en la Iglesia se da un gesto de ruptura histórica como el que acaba de anunciar Benedicto XVI, no cabe duda que ello puede desencadenar por efecto dominó una serie de imprevistos empezando por el problema de su sucesión que podrá ser totalmente diferente de los anteriores, dado, además, que a ese cónclave va a asistir seguramente por la primera vez en la Historia, la persona a la que un cardenal deberá suceder. Y no es impensable que Benedicto XVI, aunque ya no Papa, pueda tener un influjo especial en el nombramiento de su sucesor. Para bien o para mal.

Sin embargo, la Iglesia debe dar respuesta a las preguntas y necesidades de la sociedad del siglo XXI, siendo  más evangélica y menos cultual. Una Iglesia que denuncie la desigualdad en el mundo y se desvincule definitivamente de los poderes económicos que rigen el mundo, poniéndose de parte de los desfavorecidos de la Tierra como hizo el Jesús, para ser un instrumento válido para construir el Reinado de Dios en la Tierra, que es la construcción de un Mundo más justo en el que haya un reparto más equitativo de los bienes y con ello se consiga un mundo más humano en el que todos los hombres seamos mejores. Esa es la misión más importante que debe abordar la Iglesia y para ello debe renovarse, adaptándose a los nuevos tiempos. Para ello la  jerarquía debe reconocer que la Teología de la Liberación, logró ofrecer una respuesta desde el Evangelio al sufrimiento, la marginación y el empobrecimiento de multitudes de cristianos que históricamente habían sido condenados al hambre y la muerte. La jerarquía no ha querido ver que la Teología puede usar un vocabulario marxista para describir y combatir la injusticia social sin necesariamente de estar conforme al materialismo dialectico. Sin embargo después de Juan XXIII el Vaticano II, la Iglesia Católica de un plumazo descalificó, persiguió y anatemizó las aportaciones teológicas y pastorales de muchos hombres y mujeres que se habían planteado el problema de cómo predicar el Evangelio, que es palabra de vida, en medio de la pobreza y la exclusión, cómo sinónimos de muerte.
Joseph Ratzinger dio un mensaje contrario al Concilio Vaticano II expresando su confianza en los nuevos movimientos eclesiales de tendencia conservadora, y alguno integrista como: Movimiento Carismático, Comunidades Neo- catecumenales, Comunión y Liberación…. Se olvidaba de las comunidades eclesiales de base, los movimientos apostólicos de la HOAC, JOC, Acción Católica, las Congregaciones Religiosas fieles al Vaticano II y  más comprometidas  con los pobres de la tierra.

  U n socialista, no debería estar de acuerdo con el pacto entre socialistas en Cataluña. Cada persona mira a través de un cristal de di...