jueves, 16 de octubre de 2014

ENTRE LA DESFACHATEZ Y EL DISPARATE



ENTRE RODRÍGUEZ Y MATO
Mientras que la enfermera contagiada en Estados Unidos recibe tratamiento de heroína; Teresa, la auxiliar sanitaria contagiada en Madrid es difamada y humillada por el máximo responsable sanitario de su Comunidad.
Javier Rodríguez, inquisidor vocacional y cantamañanas que, lamentablemente para todos, aún sigue en su puesto, apoyado por un presidente autonómico que nunca tuvo el refrendo de las urnas. En la Telecospedal de Castilla la Mancha, ironizan con el presunto desliz de Teresa, mediáticos como la Razón y ABC argumentan razones que pretenden la exculpación de los verdaderos responsables de este entuerto. Y Jiménez Losantos, con su verborrea incontenible se excreta sobre ella.
NI POLÍTICO NI CIENTÍFICO
En los medios de comunicación más adictos al Gobierno proliferan los denuestos y las descalificaciones, hay una conspiración universal contra el PP que va de Javier Rodríguez a Ana Mato, de González a Mariano Rajoy. Pero la culpa  de la aparición del ébola en España, según un contertulio habitual de la COPE, la tiene… Zapatero. En el fondo estoy de acuerdo, la mala gestión de ZP propició la victoria de un partido que aún podría hacerlo peor y que se ha empeñado en demostrarlo. La conspiración, denunciada por José Ignacio Echániz, secretario nacional de Sanidad, para descabalgar al PP del Gobierno de la nación, parece un síntoma claro de paranoia, conspiratoria, como última línea de defensa después de que todas sus barreras exculpatorias fueran barridas por la implacable e insobornable realidad acreditada por por la experiencia diaria.
Entre la desfachatez y el disparate, entre Rodríguez y Mato, la opinión pública parece más angustiada por las declaraciones de las autodenominadas autoridades sanitarias, prepotentes y poco fiables, que por las posibles vías de contagio. Cada vez que abren la boca la paranoia aumenta. Una comisión de profesionales sanitarios ha tomado el relevo para minimizar los daños irreparables producidos en la credibilidad de los políticos. La paranoia no tiene su origen en los taimados conspiradores sino en los mismos sujetos que la denuncian y la contagian. Escuchar las infamias de Javier Rodríguez o los silencios de Ana Mato no tranquiliza a nadie.
En el reparto de culpas que diseminan a su alrededor los culpables, según una hipótesis bastante extendida en los foros más cavernícolas, los principales responsables resultarían ser los miembros de la Marea Blanca que alteraron el orden público para alertar a la población sobre lo que estaban haciendo con la Sanidad Pública antes de privatizarla a su albedrío. Si la privatización hubiera sido consumada (los tribunales la han puesto en tela de juicio), el escenario del ébola habría rozado lo apocalíptico. Sálvese el que pague. El 15-M, según los conspiranoicos, también ha tenido algo que ver, Podemos y Pablo Iglesias son culpables, y si no, al tiempo.

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