LA DEMOCRACIA
DE BASE Y DEBATE FRUCTÍFERO.
El panorama
político de España ha cambiado como resultado de las elecciones europeas. El
completo dominio de la política española moderna, por los dos principales
partidos del país PP y PSOE se ha roto. La nueva estrella es un partido
llamado Podemos. Dicen que no están en contra de Europa, pero sí en contra de
la forma en que la UE se ha llevado en los últimos años.
Para un sociólogo el triunfo de Pablo
Iglesias en las últimas elecciones debe constituir un hecho significativo que
exige necesariamente un análisis. Sin embargo el sociólogo del PP, Pedro Arriola y Toharia,
presidente de Metroscopia, este martes, en un desayuno informativo en Madrid, pusieron en cuarentena el éxito de esta formación atribuyeron
sus resultados a la movilización de ex votantes del PSOE, de IU y de jóvenes que
no habían votado con anterioridad. Considero que realizar tal análisis sin
haber sondeado la realidad sociológica del votante, no deja de ser una valoración
sesgada por interesada y partidista.
Es cierto que hay que estimar la consolidación de este movimiento durante los próximos
meses y su posicionamiento político una vez que se ha convertido en posible
alternativa, pero hay que esperar.
Un hecho al que, no obstante, restan
valor este par de expertos. Ya que muy pocos soñaban que una fuerza política casi
desconocida se iba a constituir en la cuarta del Estado e incluso colocarse por
delante de Izquierda Unida en comunidades significativas y en muchas ciudades
importantes. Podemos es la gran triunfadora de las elecciones, aunque ese
triunfo, como señaló Pablo Iglesias al saber los resultados, no sea ni mucho
menos el que se va buscando, que no es otro que acabar con una clase política y
con unos recortes de derechos y libertades que están hundiendo a una parte
significativa de los españoles en la indigencia. Dentro de ese contexto sociológico
la candidatura de Podemos ha abierto, de pronto, ante millones de personas un atisbo
de esperanza al incorporar a la vida política española algo que ya empezó a
desarrollarse en torno al 15M: la convocatoria a personas hecha por personas y
no por aparatos más o menos infectados por los lastres de una transición como
la que hubo en España.
Su éxito electoral compensa las críticas.
Por todo eso, ahora es la mejor referencia y quien está en condiciones más
creíbles para marcar el paso en los próximos meses y de cara a las
movilizaciones y elecciones que quedan por delante. Pero no lo tendrá fácil. Los
poderes económicos y fácticos que dominan la política española no serán a
partir de ahora tan generosos con sus líderes en los medios de comunicación y
quienes todavía piensan que la historia se mueve a la orden de las vanguardias
iluminadas no verán con buenos ojos que sea el electorado desde abajo quien se
organice e impulse la acción política, como pretende y ha conseguido esta nueva
formación política que ahora debe asimilar los resultados obtenidos por un
importante sector de la población, mayoritariamente constituido por jóvenes desengañados
con la forma de hacer política de los partidos tradicionales. Tendrá que
afrontar los riesgos y dificultades crecer en tan poco tiempo y sin haber
pulido ni su programa ni su discurso con el que podría avanzarse hacia una
mayoría social y política a la que alude siempre. Tendrá que explicar muchas
cosas como por ejemplo: ¿Cómo acabaría con el paro o lo atenuaría
sustancialmente? ¿Está a favor de la violencia callejera, como la ocurrida
estos tres últimos días en Barcelona? Evitando contestar que más violencia
ejercen quienes ostentan el poder económico y político. ¿Qué piensa de la
importantísima subida de los partidos de extrema derecha en Europa? ¿Se ve colaborando
estrechamente con otras fuerzas de izquierda, renunciaría usted a que su nombre
fuera protagonista de cualquier acuerdo?
Volviendo a analizar el fenómeno de Podemos
habría que considerar como dato de partida la realidad del momento social para
una buena parte de la juventud ahogada por no vislumbrar un futuro profesional
claro y del acierto de no haber utilizado en su denominación política el
termino de partido político, en momentos en clara devaluación. Tal vez por ello
debe huir de la tentación de sentirse una sigla más, aunque sea ya poderosa. La
gente no quiere sopas de siglas, aunque sea necesario sin duda que el mayor
número de ellas converja, sino, como he dicho, “gente convocando a gente”. Lo
que significa que hay que avanzar hacia el auto organización con democracia de
base y debate fructífero.
Otro reto es elaborar un programa de
propuestas para España riguroso y atractivo y que a mi modo de ver debería
recoger dos grandes líneas. Por un lado, las medidas de recortes que el PP y el
PSOE han tomado desde 2010 que hay que derogar cuanto antes. Y, por otro, las
acciones en positivo (y no solo los deseos) que pueden sacar a España de la
situación de degeneración moral, política y económica en la que se encuentra.
Y finalmente, Podemos no debería
olvidar que si bien es necesario preparar las elecciones que van a convocarse
en los próximos meses, concurrir a ellas y obtener buenos resultados no puede
ser un fin en sí mismo porque la presencia en las instituciones resulta
impotente y frustrante si no se dispone del contrapoder que proporciona la
gente organizada desde abajo y la movilización constante para defender los
derechos y denunciar en todo momento las injusticias.
Ojalá Podemos sea capaz de seguir
ilusionando con éxito a mucha más gente, a la inmensa mayoría que, incluso con
independencia de sus ideas, está harta de la corrupción, de la incompetencia,
de la venalidad y de la servidumbre hacia los poderosos de quienes nos vienen
gobernando.
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