SINRESPETO Y VIVIRDELCUENTO
Hace
mucho tiempo, una señora llamada Sinrespeto,
como se sentía muy sola, cogió de su fortuna un poco de dinero y creó un adefesio
que llamó Vivirdelcuento– ¡Qué bien
me ha quedado! –exclamó–. Es una suerte que dependa de mí. Cómo me gustaría que
mi Vivirdelcuento fuese un engañabobos de verdad.
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Vivir del cuento en un descanso de la representación |
Sinrespeto,
salía en todos los miedos de incomunicación que ella misma se fabricaba,
diciendo: – ¡Voten, votantes y votantas! ¡Vean nuestro teatro de títeres! Era
un parlamento de muñecos como Vivirdelcuento
y los votontos se pusieron tan contentos, que votaron compulsivamente. Pronto
se dio cuenta que los votontos no tenían dignidad y bailaban movidos por unos
pensamientos idiotas que llevaban atados al cerebro. – ¡Bravo, bravo! –gritaba
la gente al ver a Vivirdelcuento
mentir, enchufar y robar a diario. – ¿Queréis formar parte de nuestro teatro? –Les
dijo Sinrespeto al acabar la función –Siiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiii, contestaron la
mayoría. –Pues entonces, votar y callar será lo que haréis. Bueno, podéis
criticar en el bar, por lo bien que habéis votado. Vivirdelcuento siguió muy contento hacia el parlamiento, cuando de
pronto: – ¡Vaya, vaya! ¿Dónde vas tan deprisa, ladroncito? –dijo un empresaurio
muy mentiroso que se encontró en el camino
–Voy a comprar unos votos con este dinero y estas prebendas. – ¡Oh,
vamos! –Exclamó el sindicalisto que iba con el empresaurio–. Eso es poco dinero
para engañar a los currelas. ¿No te gustaría tener más poder y dinero? –Sí,
pero ¿cómo? –Contestó Vivirdelcuento –Es
fácil –dijo el empresaurio–. Si apruebas reformas y recortes para los pringaos,
y privatizando todo lo rentable, te dará mucho dinero. – ¿Y cómo lo hago sin
que se quejen y se manifiesten? –Nosotros te ayudaremos –dijo el sindicalisto. Así,
con mentiras, los bandidos les robaron y engañaron a los pringaos. Vivirdelcuento
tenía un popito grillo, que era su insconciencia-sinciencia, y que le decía al
oído: no robes, engañes y peques sin arrepentirte después, pero recuerda que no
debes devolver nada de lo robado, que dios te perdonará y la mayoría de tus
votantes también. Como no tenían vergüenza, siempre aparecían en los miedos de
incomunicación, diciendo sus mentiras. –Los recortes los hago por el bien de
los pringaos –dijo Vivirdelcuento
mientras le crecía la nariz. Se dio cuenta de que había mentido y, al ver su
nariz y su billetera, le importo un pimiento. –Esta vez tu nariz volverá a ser
como antes, pero te crecerá la billetera si vuelves a mentir – le dijeron el popito
grillo y el banquero madrino. Así, Vivirdelcuento
fue por las empresas y se encontró con unos precarios que se manifestaban muy
enfadados. – ¿Qué es lo que pasa? –preguntó. –Nos vamos al paro y cada vez nos dan menos limosna y nos privatizan la educación, la
sanidad y los servicios sociales. ¿Nos quieres joder la vida? – ¡Se que es
doloroso, pero necesario! Contestó Vivirdelcuento.
– ¿No prometiste acabar con el paro? –preguntaron los manifestantes. –Sí
–mintió Vivirdelcuento Y estoy en
ello. Y, de repente, empezaron a crecerle billetes de 500 €. Vivirdelcuento se dio cuenta de que le
habían crecido por mentir, pero no se arrepintió jamás, porque no podía decir
la verdad. Se fue al parlamiento y luego a casa, pero Sinrespeto había ido a buscarle con tan buena suerte que, al
meterse en su casa, se encontró sacos grandes como ballenas, llenos de
billetes. – ¡Repartamos! –exclamó Vivirdelcuento
Se fue a un paraíso fiscal y esperó a que se lo tragaran los votantes. Allí vio a Sinrespeto, que le abrazó muy fuerte. –Tendremos que seguir, así
que engañaremos a los votantes para que nos sigan apoyando y no abran la boca. Así
lo hicieron y siguieron forrándose muy deprisa. La ama del muñeco no paraba de
abrazarle. De repente, apareció el Capital, que convirtió el sueño de Sinrespeto en realidad, ya que tocó a Vivirdelcuento y lo convirtió en un
mentiroso compulsivo de verdad. ¿FIN?
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