SEQUÍA
DE LÍDERES CON CAPACIDAD, TESTIMONIO Y HONRADEZ.
Estamos
en manos de mediocres. Esta mediocridad proviene de una época caracterizada por
el engaño, la simulación, la farsa y la impunidad a que nos han llevado quienes
pretenden enmascarar sus intereses personales con palabras que han perdido su
significado en el diccionario y su valor en la ética ciudadana.
Sus protagonistas, los y las mediocres, pretenden
ocultar las escasas cualidades personales que atesoran dando voces y pisando
fuerte, creyendo que de esa forma saldrán de la mediocridad, sin darse cuenta
que por ese camino se hunden todavía más en ella, aunque traten de disimular su
estatura subiéndose sobre los demás para alcanzar el nivel. Su ignorancia, les
lleva a asumir tareas que corresponden a ciudadanos que se encuentran en el
escalón superior, es decir, a los líderes naturales que, por capacidad, nivel
intelectual, claridad mental y honradez personal, son merecedores de los
puestos. Estos dirigentes grises se caracterizan por su servilismo al superior
y su despotismo con los subordinados. Confunden los medios con los fines. El
techo intelectual de los mediocres es el enciclopedismo, e torpes de abrir
caminos nuevos porque su capacidad limita la creatividad necesaria.
Su inseguridad y desconfianza les hace rodearse de
otras personas aún más mediocres y manejables. De esta forma se origina una
degradante cadena de jefecillos intermedios, formada por eslabones cada vez
menos eficaces que se prolonga irremediablemente hasta llegar a la
incompetencia metafísica.Los mediocres disputan, no dialogan; utilizan la
fuerza porque carecen de argumentos; imponen sus decisiones, no las comparten.
Adocenan, no estimulan. Desaniman, no ilusionan.
En todo lugar de la tierra los talentos están en las
catacumbas, lejos del teatro político, dedicados a su quehacer profesional, que
es el quehacer de todos, porque son ellos quienes tiran realmente de la
sociedad. A esos verdaderos líderes naturales tenemos que mirar y a ellos
debemos dirigirnos para pedirles que nos libren de la mediocridad que nos
rodea.
Y los necesitamos ahora más que nunca, porque nunca la
desmoralización social ha mostrado tan de cerca su verdadero rostro. Nunca,
como ahora, se han cotizado tan bajo los valores humanos en la bolsa de la
vida. Debemos exigir su presencia en este momento porque los necesitamos para
administrar con fortuna esta sociedad en crisis, en la que vivimos. Hay que
contar con ellos ahora, porque son los únicos que pueden quitarles las tijeras
a los mediocres que recortan nuestro futuro con total impunidad, ante el
silencio estupefacto de la mayoría.
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