NOS
GUSTA SER ENGAÑADOS. POR ESO VOTAMOS A EMBUSTEROS
Lo que ha ocurrido es que a quienes
dicen la verdad siempre, se niegan a ser cómplices de trampas y embustes, se
les ha ido marginando, como a gente peligrosa, problemática y conflictiva. El
resultado ha sido que los embusteros son los que están
triunfando. Y es así en la política, en la banca, en la bolsa,
en la empresa, en las familias..., en todas partes. Al hombre sincero se le
pone como un fracasado. Y se hace todo lo posible por quitarle su credibilidad.
No se soporta a los hombres y mujeres transparentes de
los que no se puede esperar mentira alguna.
Mentir a los demás se ha generalizado de tal manera que se pueda afirmar
que la falsedad es un componente de nuestra contracultura que entre todos hemos
montado. Una cultura de mentira, embuste y patraña, con la que vivimos
integrados de forma connatural y no nos sorprende que se nos engañe y que
engañemos, todo lo que cada cual pueda y le convenga. Se ha llegado a tal punto
que, si uno ve que puede sacar provecho a base de mentiras, se usa la patraña
como argumento de vida.
Estamos asistiendo a la esperpéntica y grandiosa ceremonia de la confusión, la
solemne liturgia de los embusteros. Vivimos tiempos en los que mienten los
políticos, los hombres de la economía, de la cultura y de la religión, mienten
los profesionales de la información, casi todos los ricos y los pobres, los
funcionarios y.... La lista es interminable.
Los más embusteros, ocupan los puestos
más altos son, los que más triunfan. Porque mucha gente se ha persuadido de que
precisamente el que más miente es el que más alto llega.
La realidad es que los políticos con
sus mentiras nos están deseducando a todos. Y sin pensarlo dos veces, nos están
diciendo a todos: ¡Mentid, muchachos, mentid!, que así, ya lo estáis viendo, se
llega muy lejos en la vida. Y a base de mentiras, hacemos un
país grande, con un futuro asombrosamente glorioso.
También, la economía capitalista ha
cobrado tal fuerza y se ha organizado de tal manera, que solamente puede
funcionar a base de grandes mentiras. Por eso quienes invierten en bolsa deben
saber que el negocio rinde importantes beneficios solamente cuando se dan dos
condiciones:, invertir grandes cantidades, no tener prisa. Esto es negocio sólo
para gente que maneja mucho dinero; y que lo manipula sin urgencias. Porque hay
que esperar la ocasión propicia en que los mercados te permiten engañar a
alguien.
Así vivimos en el inmenso mar de la mentira. A lo mejor esto es lo que
explica que, no obstante las burdas mentiras que nos endosan cada día, seguimos
votando a los que nos engañan. Hemos llegado hasta el límite de lo inimaginable:
han logrado que nos guste ser engañados. Por eso seguiremos votando a los
embusteros, sean del color que sean, para poder de esa manera perpetuar el
sistema.
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