lunes, 2 de diciembre de 2013

Ser cómplices de trampas y embustes



NOS GUSTA SER ENGAÑADOS. POR ESO VOTAMOS A EMBUSTEROS
Lo que ha ocurrido es que a quienes dicen la verdad siempre, se niegan a ser cómplices de trampas y embustes, se les ha ido marginando, como a gente peligrosa, problemática y conflictiva. El resultado ha sido que los embusteros son los que están triunfando. Y es así en la política, en la banca, en la bolsa, en la empresa, en las familias..., en todas partes. Al hombre sincero se le pone como un fracasado. Y se hace todo lo posible por quitarle su credibilidad. No se soporta a los hombres y mujeres transparentes de los que no se puede esperar mentira alguna.

Mentir a los demás se ha generalizado de tal manera que se pueda afirmar que la falsedad es un componente de nuestra contracultura que entre todos hemos montado. Una cultura de mentira, embuste y patraña, con la que vivimos integrados de forma connatural y no nos sorprende que se nos engañe y que engañemos, todo lo que cada cual pueda y le convenga. Se ha llegado a tal punto que, si uno ve que puede sacar provecho a base de mentiras, se usa la patraña como argumento de vida.
Estamos asistiendo a la esperpéntica y grandiosa ceremonia de la confusión, la solemne liturgia de los embusteros. Vivimos tiempos en los que mienten los políticos, los hombres de la economía, de la cultura y de la religión, mienten los profesionales de la información, casi todos los ricos y los pobres, los funcionarios y.... La lista es interminable.
Los más embusteros, ocupan los puestos más altos son, los que más triunfan. Porque mucha gente se ha persuadido de que precisamente el que más miente es el que más alto llega.
La realidad es que los políticos con sus mentiras nos están deseducando a todos. Y sin pensarlo dos veces, nos están diciendo a todos: ¡Mentid, muchachos, mentid!, que así, ya lo estáis viendo, se llega muy lejos en la vida. Y a base de mentiras, hacemos un país grande, con un futuro asombrosamente glorioso.
También, la economía capitalista ha cobrado tal fuerza y se ha organizado de tal manera, que solamente puede funcionar a base de grandes mentiras. Por eso quienes invierten en bolsa deben saber que el negocio rinde importantes beneficios solamente cuando se dan dos condiciones:, invertir grandes cantidades, no tener prisa. Esto es negocio sólo para gente que maneja mucho dinero; y que lo manipula sin urgencias. Porque hay que esperar la ocasión propicia en que los mercados te permiten engañar a alguien.
Así vivimos en el inmenso mar de la mentira. A lo mejor esto es lo que explica que, no obstante las burdas mentiras que nos endosan cada día, seguimos votando a los que nos engañan. Hemos llegado hasta el límite de lo inimaginable: han logrado que nos guste ser engañados. Por eso seguiremos votando a los embusteros, sean del color que sean, para poder de esa manera perpetuar el sistema.

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