lunes, 3 de junio de 2013

No hay dinero para la investigación, pero sí para rescatar a la banca


UNA IDEOLOGÍA QUE CULPABILIZA AL POBRE POR SERLO Y AL PARADO POR NO ENCONTRAR TRABAJO

Que va calando dentro del discurso político como ideario del liberalismo económico, que ensalza la figura del emprendedor como modelo social e instala a la competitividad como motor de cualquier progreso.
 

En fase de bonanza económica, si está basada en dinámicas especulativas, tiene una gran aceptación social porque siempre hay historias de éxito fulgurante que mostrar. Pero en tiempos de crisis, puede volverse fácilmente contra los pobres y los parados, a los que se presenta como sospechosos de holgazanería y culpables de haber malbaratado sus oportunidades.

No obstante pocas veces se expresa abiertamente, el desprecio por quienes están necesitados de ayuda social. A veces de forma inoportuna, como ocurrió al último candidato republicano  Romney al insinuar que casi la mitad de los norteamericanos son parásitos sociales. Otras, de forma estridente, como cuando la diputada Andrea Fabra lanzó en el Congreso de los Diputados aquel burdo que se jodanen el momento en que se debatía recortar prestaciones a los parados. Y a veces sibilinamente, como cuando Duran i Lleida afirmó que mientras los payeses catalanes lo pasan mal, en otras partes de España “hay campesinos que pueden quedarse en el bar de la plaza y continúan cobrando”. Esto contribuye a construir el marco conceptual que servirá para alimentar la idea de que los parados y los pobres son parásitos, es presumible que cuando se decidan recortes en las prestaciones, estos no encuentren resistencia entre quienes no sufren esa situación. Cuando la ideología conservadora, utiliza la expresión “hay que aliviar la carga impositiva”, el marco conceptual en el que se inscribe implica una visión de los impuestos como algo que aprieta, que oprime a la sociedad.

En este marco conceptual, los poderes se sienten legitimados para abandonar a su suerte a los desfavorecidos. Con este enfoque, la crisis no tiene responsables, ni se considera importante determinar cómo se reparten sus cargas. Una vez instaurado este discurso, quienes cuestionan las políticas de ajuste y se resisten a los sacrificios son malos ciudadanos y se utiliza la recesión para imponer una salida autoritaria.

La crisis es un golpe de Estado del capitalismo Y la recesión es utilizada para limitar la democracia e imponer un sistema autoritario que permita someter a toda la población a los dictados del poder económico. De momento, el relato de la crisis como golpe de estado o estafa pugna por abrirse paso desde la plaza de Neptuno de Madrid y desde los foros sociales abiertos al calor del movimiento del 15-M. Pero en el discurso oficial el que predomina es el de la crisis como catástrofe sobrevenida simplemente por una mala gestión.

Ya en el año de bonanza económica de 2007, el 18% de la población se encontraba bajo el umbral de la pobreza. Ahora ese porcentaje es superior al 22% y lo que ha ocurrido es que quienes ya eran pobres, están mucho peor, porque la crisis han aumentado las diferencias sociales los pobres son más pobres y los ricos son 6,9 veces más ricos. Hay más pobres que además están peor y tienen menos posibilidades de salir del agujero

Los jóvenes menos formados o que necesitan un proceso de preparación más largo, tienen ahora menos posibilidades. Todo el mundo teme encontrarse en esa situación y acepta con naturalidad que se destinen los recursos a los casos extremos. Se está instaurando un discurso de la urgencia en el que, como todo está muy mal y hay que atender lo más urgente, los programas de inserción social quedan relegados”. Pero la pobreza no solo se nutre de colectivos en riesgo de exclusión. Hay también nuevos perfiles de pobres que viven su situación de precariedad con una gran angustia pues son personas preparadas que forjaron sus expectativas en los años de bonanza. ¿Quiénes son esos nuevos pobres? Son aquellos para los que el ascensor social, en lugar de subir, está bajando: Como los jóvenes profesores asociados de la universidad que se han quedado sin trabajo por los recortes, o aquellos que se han quedado cobrando 500 euros al mes. También podría incluirse a muchos investigadores. Estamos hablando de jóvenes científicos que han hecho una tesis doctoral en el extranjero y hacen investigación de primera línea. No es que fueran unos potentados de la ciencia, pero si a un sueldo de 1.100 euros al mes se le recorta el 25%, lo que queda fácilmente cae por debajo de los índices de pobreza.

 

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