UNA IDEOLOGÍA
QUE CULPABILIZA AL POBRE POR SERLO Y AL PARADO POR NO ENCONTRAR TRABAJO
Que va
calando dentro del discurso político como ideario del liberalismo
económico, que ensalza la figura del emprendedor como modelo social e instala a
la competitividad como motor de cualquier progreso.
En fase de bonanza económica, si está basada en dinámicas
especulativas, tiene una gran aceptación social porque siempre hay historias de
éxito fulgurante que mostrar. Pero en tiempos de crisis, puede volverse
fácilmente contra los pobres y los parados, a los que se presenta como
sospechosos de holgazanería y culpables de haber malbaratado sus oportunidades.
No obstante pocas veces se expresa abiertamente, el desprecio por
quienes están necesitados de ayuda social. A veces de forma inoportuna, como ocurrió
al último candidato republicano Romney
al insinuar que casi la mitad de los norteamericanos son parásitos sociales. Otras,
de forma estridente, como cuando la diputada Andrea Fabra
lanzó en el Congreso de los Diputados aquel burdo “que se
jodan”
en el momento en que se debatía recortar prestaciones a los
parados. Y a veces sibilinamente, como cuando Duran i Lleida afirmó que
mientras los payeses catalanes lo pasan mal, en otras partes de España “hay
campesinos que pueden quedarse en el bar de la plaza y continúan cobrando”. Esto
contribuye a construir el marco conceptual que servirá para alimentar la idea
de que los parados y los pobres son parásitos, es presumible que cuando se
decidan recortes en las prestaciones, estos no encuentren resistencia entre
quienes no sufren esa situación. Cuando la ideología conservadora, utiliza la
expresión “hay que aliviar la carga impositiva”, el marco conceptual en el que
se inscribe implica una visión de los impuestos como algo que aprieta, que
oprime a la sociedad.
En este marco conceptual, los poderes se sienten
legitimados para abandonar a su suerte a los desfavorecidos. Con este enfoque, la crisis no tiene responsables, ni se considera
importante determinar cómo se reparten sus cargas. Una vez instaurado este discurso, quienes cuestionan las políticas
de ajuste y se resisten a los sacrificios son malos ciudadanos y se utiliza la
recesión para imponer una salida autoritaria.
La crisis es un golpe de Estado del capitalismo Y la recesión es
utilizada para limitar la democracia e imponer un sistema autoritario que
permita someter a toda la población a los dictados del poder económico. De
momento, el relato de la crisis como golpe de estado o estafa pugna por abrirse
paso desde la plaza de Neptuno de Madrid y desde los foros sociales abiertos al
calor del movimiento del 15-M. Pero en el discurso oficial el que predomina es
el de la crisis como catástrofe sobrevenida simplemente por una mala gestión.
Ya en el año de bonanza económica de 2007, el 18% de la población
se encontraba bajo el umbral de la pobreza. Ahora ese porcentaje es superior al
22% y lo que ha ocurrido es que quienes ya eran pobres, están mucho peor,
porque la crisis han aumentado las diferencias sociales los pobres son más
pobres y los ricos son 6,9 veces más ricos. Hay más pobres que además están
peor y tienen menos posibilidades de salir del agujero
Los jóvenes menos formados o que necesitan un proceso de
preparación más largo, tienen ahora menos posibilidades. Todo el mundo teme
encontrarse en esa situación y acepta con naturalidad que se destinen los
recursos a los casos extremos. Se está instaurando un discurso de la urgencia
en el que, como todo está muy mal y hay que atender lo más urgente, los
programas de inserción social quedan relegados”. Pero la pobreza no solo se nutre de colectivos en riesgo de exclusión. Hay
también nuevos perfiles de pobres que viven su situación de precariedad con una
gran angustia pues son personas preparadas que forjaron sus expectativas en los
años de bonanza.
¿Quiénes son esos nuevos pobres? Son aquellos para los que el ascensor social, en
lugar de subir, está bajando: Como los jóvenes profesores asociados de la
universidad que se han quedado sin trabajo por los recortes, o aquellos que se
han quedado cobrando 500 euros al mes. También podría incluirse a muchos investigadores.
Estamos hablando de jóvenes científicos que han hecho una tesis doctoral en el
extranjero y hacen investigación de primera línea. No es que fueran unos
potentados de la ciencia, pero si a un sueldo de 1.100 euros al mes se le
recorta el 25%, lo que queda fácilmente cae por debajo de los índices de
pobreza.
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