miércoles, 19 de diciembre de 2012

Acoso a la Universidad pública







Para apoyar e iniciar los recortes en la Universidad, el propio Ministro Wert y otros dirigentes políticos del Partido en el Gobierno han manejado datos incorrectos, han dicho mentiras que confunden y engañan a la opinión pública: En España hay pocas universidades.  Los dos países que tienen mayor número de centros universitarios de investigación de excelencia entre los mejores del mundo son Estados Unidos y el Reino Unido, y en ellos hay una universidad por cada 94.000 y 253.000 habitantes, respectivamente; mientras que en España hay una por cada 582.000 habitantes.

Para hacer creer que es baja la calidad de nuestros centros universitarios, que combinan la docencia y la investigación, el Ministro Wert los compara con rankings en los que la inmensa mayoría son solo centros de investigación y, sobre todo, sin hacer mención a que 99 de los 100 primeros están en países que casi doblan el gasto en I+D+i sobre el PIB de España.
Para exagerar el coste del fracaso escolar el Ministro afirmó que el 30% del alumnado abandona la universidad sin terminar, cuando la realidad es que ese 30% se refiere al cambio de titulaciones y que el abandono definitivo solo es del 12%. Y tanto el Ministro como la Secretaria General del Partido Popular han difundido la idea falsa de que el coste de ese abandono es de 3.000 millones de euros, una cifra equivocada y sin fundamento.
Lo que viene haciendo el ministro para justificar los recortes de presupuesto es simplemente una campaña contra la universidad pública que solo puede calificarse, cuando menos, como desleal. Se empeña en decir a la ciudadanía que nuestra universidad es ineficaz, cara e inútil para crear empleo y le oculta la realidad: Los estudios internacionales muestran que nuestra docencia y productividad científica son equiparables a la de los países de la OCDE a pesar de que aquí invertimos anualmente un 20% menos en recursos. El 79% de quienes obtienen su título en España lo hacen en la “edad típica” de obtenerlos, frente a un 70% de la OCDE y a pesar de que aquí dedicamos a becas la tercera parte que la media de los países de esa organización y con menor gasto por estudiante. La tasa de paro de los y las egresadas universitarias es la mitad que la del resto de la población y todo ello se consigue en la universidad pública con un coste por estudiante que es un 25% más bajo que el de la privada.
A los recortes realizados en los Presupuestos Generales del Estado en las partidas destinadas a la investigación, se suman las consecuencias del Real Decreto Ley de racionalización de gasto público en el ámbito educativo que impiden desarrollar con la necesaria calidad el servicio público de la enseñanza superior tan necesario para el progreso de nuestra sociedad.
Las medidas adoptadas por el Gobierno son un atentado contra el avance de la actividad investigadora, que es uno de los motores más potentes del progreso de una nación y de la competitividad económica que tanto reclama. 
Los motores que se resienten cuando se aumentan las obligaciones docentes al mismo tiempo que se recortan recursos para la investigación. O cuando se encarece el precio de los másteres y se anula a la vez el sistema de préstamos renta y se disminuyen las becas, porque eso dará lugar a que no sean las personas de mayor talento quienes puedan acceder a la carrera investigadora, sino solo las de más ingresos. Esto constituye un duro golpe al principio de igualdad de oportunidades porque el aumento indiscriminado de las matrículas, sin estudiar previamente los efectos de otras distintas posibilidades más justas y eficientes de fijar sus precios, disminuyendo al mismo tiempo las becas, solo dará lugar a que las personas de rentas más bajas tengan más difícil acceder a los estudio


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