Con el control necesario la corrupción se hace casi imposible



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Nuestra crisis económica deriva de la corrupción, del manejo o trasgresión de las normas que rigen el sistema económico. Está siendo un cáncer social que amenaza nuestra estabilidad de vida que nos obliga a la busca de culpables dentro de nuestro entorno más próximo. Planteándonos, desde ahora, un nivel de tolerancia cero. 


Las creencias y reacciones emocionales sobre la corrupción están teniendo consecuencias sociales importantes de inestabilidad política o económica. Con la crisis se ha bloqueado el acceso al crédito y se ha reducido la remuneración al ahorro, Sin embargo el testimonio de austeridad de la clase política local brilla por su ausencia, fijándose que no se justifican el trabajo, además repartiendo tapabocas para los funcionarios cómplices que ejercen de testigo de cargo.

Se debe sensibilizar y educar a quienes operan en el sistema financiero sobre las consecuencias negativas que, a corto y largo plazo tiene la tolerancia de la corrupción. Es preciso transmitir a nuestros políticos locales la idea de que frente a la corrupción sólo cabe la prevención, eliminando aquellas situaciones que conllevan riesgos de irregularidades que se vuelven contra quien las tolera o contra todo el sistema en su conjunto.


Ante esta situación, hacemos un llamamiento a toda la ciudadanía para implicarse más en el control de la gestión económica, de la administración local. Hay que preguntar a los políticos, asistir a los plenos del ayuntamiento, reclamar información para obligar a hacer públicas las facturas. Ya que la corrupción es el resultado de tres factores: OPORTUNIDAD, BENEFICIO Y RIESGO: 


1. La oportunidad viene dada habitualmente por la concentración de poder de decisión en una persona u organismo, sin el control suficiente.

2. El beneficio se deriva de los ingresos que puede obtener el corrupto, que estarán relacionados con los beneficios o costes que puede hacer recaer con su decisión sobre el que paga.

3.  El riesgo se refiere a la detección de la corrupción y a su castigo. 


La lucha contra la corrupción se orienta, pues, a la reducción de sus oportunidades y beneficios y al aumento de sus riesgos. Tal vez por eso, la sociedad, debe hacer un análisis crítico en profundidad, tomando conciencia que pagamos de manera directa la mala gestión y todo aquello que se pueda derivar de cualquier despilfarro. El dinero no nos llueve del cielo, sale de nuestros bolsillos en forma de impuestos directos o indirectos. Mientras los ciudadanos no tomemos conciencia social, percatándose que el sueldo de todos los políticos sale de nuestros bolsillos y de nuestro trabajo. Difícilmente llegaremos a plantear el nivel de exigencia necesario para que el político se sienta justamente controlado.


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