LOS ESPAÑOLES QUE PAGAMOS, NOS
QUEDAMOS SIN HACIENDA Y NOS CONSUMIMOS EN LA INCERTIDUMBRE.
No estamos dispuestos a que se
pisotee el honor que comporta como atributo la ciudadanía democrática.
Por eso, señor Rajoy, señor presidente del Gobierno, díganos la verdad sin
refugiarse en subterfugios ni en solemnes declaraciones
Aquí
y ahora somos nosotros millones los ciudadanos y ciudadanas, perplejos,
indignados… los que nos preguntamos: ¿Señor Rajoy, hasta cuándo podrá
soportar España esta ciénaga de corrupción y mentira que nos está anegando a
todos? Usted Sr. Rajoy, es el máximo responsable de este trance de falta de
fiabilidad democrática que nos inunda. Es el máximo responsable de una crisis
que ha penetrando en el tejido social de nuestra maltrecha economía. Vivimos en
este trances de fiabilidad democrática porque no confiamos en ustedes, después de
las explicaciones oídas repletas de tan pueril ingenuidad.
Ya
en los noventa, gobernando por el socialista Felipe González, el Estado debió engullir
la llamada guerra sucia de los
Gal contra el terrorismo que llevó a la cárcel a un ministro y a un secretario de Estado, además
de a otros cargos públicos. Entonces también quedamos ruborizados por la
corrupción protagonizada por el que fuera gobernador del Banco de España Mariano Rubio, y por la vergüenza sufrida
ante el mundo del que fue el Director General de la Guardia Civil, Luis Roldán.
También,
por aquel entonces, Tuvimos que encajar la financiación ilegal de partidos por el caso Filesa y Naseiro,… Descubrimos
jueces corruptos como el catalán Estevill,…
pelotazos delictivos de personajes de
la banca como Mario Conde etc...
Recientemente hemos asistido al desplome
por incompetencia, incuria y
Mientras
tanto cinco millones de españoles, pagadores de sus impuestos, transitan por el
umbral de la pobreza. Ustedes unos y otros nos han sumergido en una espiral
económica de despilfarro de las administraciones públicas con decenas de
actuaciones que no deberían haber ejecutado por no estar al alcance de nuestras
posibilidades económicas reales. Construyendo aeropuertos que no se utilizan y
autopistas imposibles de amortizar por superfluas, urbanizando superficies que
jamás serán habitadas. En muchísimos casos estas actuaciones archimillonarias
se efectuaban para beneficio del gestor, promotor, ejecutor, en definitiva el
administrador político publico y a costa del erario de todos los españoles.
Igualmente, estamos asistiendo indignados
y absortos de la instrucción penal de los manejos del yerno del Rey, a los que
el juez imputa seis delitos de natur
aleza económica y a los que exige más de
ocho millones de euros de fianza. Hechos presuntamente delictivos que no podría
haberse perpetrado sin la colaboración activa de presuntos empresarios corruptores y algunos presidentes
de comunidades autónomas del PP como Matas
en Baleares y Camps y Zaplana en Valencia.
También somos conocedores de un montón
de irregularidades que se han cometido, y que en menor grado se siguen
produciendo ahora, en muchas administraciones locales, fundamentalmente en el
sector urbanístico, sin qué en muchos casos el Tribunal de Cuentas diera cuenta
de ello.
Estamos comprobando permanentemente
como los otros poderes del Estado son manoseados por el poder político.
Posicionando a los dirigentes del judicial que resultan afines a las ideologías
de los partidos en los poderes, ejecutivo y legislativo Pero, afortunadamente
aún nos quedan personas capaces, pese a la existencia de un sinfín de obstáculos,
llevar dignamente a cabo su trabajo. Dejando alguna victima en el camino como
el ahora ex Juez Garzón.
En paralelo, señor Presidente, existen
evidencias de que en el Partido Popular se han producido pagos irregulares
que algunos de sus compañeros niegan, pero sobre los que aumentan las
evidencias que los acreditan, en tanto los tesoreros del PP se han enriquecido
de manera tan acontecida como sospechosa. Añadamos a estos casos los
otros muchos que menudean en comunidades autónomas como Cataluña, Galicia,
Andalucía, sin olvidar la trama Gürtel que impacta también de lleno a su
organización en Madrid y Valencia. Todos
los corruptos, presuntos y reales, que han sido y son niegan su condición y
aseguran su inocencia que miran para otro lado y nos tienen al resto de los
contribuyentes perplejos de tanta pasividad de tanta ignominia. Para
rematar la faena tenemos una justicia lenta, enmarañada, intolerablemente
tardía que añade una realidad visible de hecho con una larguísima impunidad.
En definitiva, señor Presidente, vivimos
en la peor crisis de todas, que no es la política, ni siquiera la económica: vivimos
en una crisis de fiabilidad democrática porque no confiamos en ustedes
después de haber intentado hacerlo con tanta reiteración como ingenuidad. Se
ha invertido la carga de la prueba: Ahora paradójicamente son ustedes,
señor presidente, los que deben demostrar que son inocentes porque nadie cree
que lo sean después de tanto manosear esa presunción constitucional como
cortafuegos a sus responsabilidades.