miércoles, 6 de marzo de 2013

DURISIMO PARO DE UNA JUVENTUD PREPARADA.




EN MADRID, LOS ÚLTIMOS AÑOS DE CRISIS ECONÓMICA. SE HA EXPULSADO DEL MERCADO LABORAL A 136.000 PERSONAS.


A comienzos de 2009, Madrid tenía 1.662.600 personas mayores de 16 años con empleo o posibilidad de obtenerlo. Al finalizar el año, había 20.200 más. La cifra de población activa dejó de crecer en el tercer trimestre de 2010, pero aun así acabó el año por encima del anterior. En 2011 prolongó su descenso: cerró con 1.656.700. El desplome se produjo al finalizar de 2012: se pasó de 1.651.000 a 1.608.500. Esa caída de 42.500 personas se correspondió con una subida de 8.800 parados. La mayoría sencillamente se marchó a buscar otros aires

Los últimos años de crisis económica han empujado al paro a 61.000 personas en Madrid, y han expulsado del mercado laboral a 136.000 personas. La diferencia entre esas dos cifras, 75.000 individuos, coincide prácticamente con aquellos que han tenido que huir de la ciudad o del Estado en busca de una oportunidad. O bien regresando a su país de origen, en el caso de los inmigrantes; o bien, en el caso de los madrileños, buscando una patria más próspera, dentro o fuera de las fronteras españolas.

La mayor salida ha tenido lugar en 2012, tras cuatro años de crisis y dos recesiones consecutivas. Cuando aquellos incapaces de hallar trabajo han decidido que Madrid formaba parte de su problema. El desangramiento ha afectado fundamentalmente a los jóvenes entre 16 y 19 años. 28.000 ciudadanos formaban parte de la población activa a inicios de 2009, la mitad, 14.300, estaban en paro. A finales de 2012, quedaban solo 12.700 activos, de los que 8.800 no tenían empleo. La canciller alemana, Ángela Merkel, expresó  al Gobierno español, su preocupación por la elevada tasa del paro juvenil en España y la disposición de Alemania a ayudar en la introducción del sistema dual de formación profesional. En definitiva, durante los últimos cuatro años, 15.300 habían decidido abandonar el mercado laboral, probablemente en su mayoría para aumentar su preparación con cargo a los presupuestos del estado, para posteriormente encontrar su posterior trabajo en otros países.

En la franja de 20 a 24 años, había 91.300 jóvenes activos a inicios de 2009. Menos de una cuarta parte, 20.850, estaba en paro. A finales de 2012, quedaban solo 80.000, de los que 29.600 no tenían empleo. En este caso, fueron 11.700 los que perdieron la esperanza. En la de 25 a 29 años, había 226.300 jóvenes activos a inicios de 2009, de los que 33.800 estaban en paro. A finales de 2012, había 174.500, de los que 45.300 no tenían empleo. Es decir, 51.800 abandonaron en ese periodo el mercado laboral. Algunos, para probar suerte estudiando lo que en su momento no quisieron o pudieron. Otros muchos, emigrando a otras ciudades.

La caída más fuerte también se produjo en el último cuatrimestre del año pasado: 14.500 jóvenes activos menos, o lo que es lo mismo, 158 al día. En general, la crisis ha destruido empleo, pero no ha afectado por igual a todas las profesiones. Algunas, incluso han prosperado en estos tiempos de adversidad. Es el caso, por ejemplo, de los informáticos (un auge del 15% en tres años, desde los 49.000 afiliados a la Seguridad Social en el tercer trimestre de 2009); las profesiones científicas (un 40% más, desde los 9.800 afiliados de 2009); y los servicios de información (un 27%, desde los 5.800 afiliados de 2009).

En el lado contrario, la construcción, un 30% menos, desde los 48.000 afiliados de 2009. El comercio minorista, un 4%, desde los 162.000 afiliados de 2009. La educación (un 8%, desde los 102.000 afiliados de 2009) y los empleados de la Administración pública, un 7%, desde los 110.000 afiliados de 2009. El mercado ha premiado la formación. En los tres últimos años, los contratos a universitarios de grado superior crecieron un 14%, hasta 97.000; los de secundaria, un 4% (hasta 231.000); los de FP1, un 8% (hasta 57.000). En cambio, los contratos a trabajadores con graduado escolar cayeron un 2%, hasta 202.000; los de certificado de escolaridad, un 17% (hasta 46.000); y los de estudios primarios, un 18% (hasta 45.000).


NO RECONOCER O DECIR: LO SIENTO ME EQUIVOQUÉ





Somos capaces de inventar los argumentos más peregrinos para excusarnos, por no decir “lo siento”, “me equivoqué”


Miguel de Cervantes opinaba que: Las honestas palabras nos dan un claro indicio de la honestidad del que las pronuncia o las escribe.


La honestidad es una cualidad que permite en actuar de acuerdo a como se piensa o siente. El respeto a la verdad en relación con el mundo, los hechos y las personas, que implica la relación entre el sujeto y los demás, y consigo mismo. El autoengaño hace que perdamos la perspectiva con respecto a la honestidad de los propios actos, obviando todas aquellas visiones que pudieran alterar nuestra decisión.
Ahora, en época donde lo importante parece ser los resultados, los logros, lo visible, cultivar el valor de la honestidad parece un coste disipado. Somos capaces de inventar los argumentos más peregrinos para excusarnos, por no decir “lo siento”, “me equivoqué”, “tienes razón”, “no se acerca de esto”, “¡enséñame!”. Pero, no sabemos cómo ser honestos con nosotros mismos o con aquellos que decimos querer y respetar. ¿Será que se nos ha olvidado como ser honestos? ¿Será que no consideramos la honestidad como un valor importante del ser humano?
Vivimos en una sociedad en que opinamos de todo y juzgamos a todos. Es como si ser “atrevido” se ha convertido en un valor, encubriendo la mentira, el engaño y la humildad. La honestidad, como otros valores, no se usa en la publicidad para promocionarla como sí se hace con otros productos.
La honestidad es el respeto a la verdad, que buscamos y, en cierta manera, exigimos a las personas con las que compartimos algún tipo de relación. Lo vemos como un valor importante para que las relaciones se desenvuelvan y crezcan en un ambiente de confianza y armonía. Una virtud que nos aporta seguridad y credibilidad en las personas, y en ocasiones admiración. Tristemente, recibimos mensajes que nos alejan de cultivar este tipo de valores y nos acercan más a un mundo de apariencias y frivolidad. ¿Será que los seres humanos hemos o regresado, que ahora la seguridad y la confianza nos la aportan otras apariencias sociales que no están relacionadas con la honestidad? .
Muchas veces los seres humanos tendemos a no querer enfrentar la verdad de las cosas porque el hacerlo implica tomar acción. En otras ocasiones negamos la realidad porque pensamos que si así lo hacemos en algún momento desaparecerá. Pero, pronto descubrimos que el tiempo pasa y no es así, al contrario, las cosas se complican más, acumulando una mentira encima de la otra alejándonos cada vez más de esa vida de paz interna que añoramos tener.
La honestidad conlleva el valor de hacernos las preguntas más difíciles y contestarlas con la verdad. Estas respuestas incluyen nuestras creencias, deberes, valores, responsabilidades y postura hacia la vida. Una vida de armonía y paz interna con nosotros mismos.
En nuestra vida encontramos a diario actitudes deshonestas como la hipocresía, que aparenta una personalidad que no tiene para ganarse la estimación de los demás; o la mentira; el simular trabajar o estudiar para no recibir una llamada de atención; el no guardar en confidencia algún asunto del que hemos hecho la promesa de no revelarlo; no cumpliendo con la palabra dada, los compromisos hechos y la infidelidad.
Ser deshonestos nos lleva a romper los lazos de amistad establecidos, en el trabajo, la familia y en el ambiente social en el que nos desenvolvemos. Incluso, la convivencia bajo estos parámetros se torna imposible, pues ésta no se da, si las personas somos incapaces de confiar unos en otros. La honestidad no es la desordenada apertura de la propia intimidad en aras de "no esconder quien realmente somos", implicará la verdadera sinceridad, con las personas adecuadas y en los momentos correctos. Ni la actitud desvergonzada por la que se habla de cualquier cosa con cualquiera… la franqueza tiene como prioridad el reconocimiento de la verdad y no el desorden. Hay que tomar la honestidad en serio, estar conscientes de cómo nos afecta cualquier falta de honestidad por pequeña que sea… Hay que reconocer que es una condición fundamental para las relaciones humanas, para la amistad y la auténtica vida comunitaria. Ser deshonesto es ser falso, injusto, impostado, ficticio. La deshonestidad no respeta a la persona en sí misma y busca la sombra, el encubrimiento: es una disposición a vivir en la oscuridad. La honestidad, en cambio, tiñe la vida de confianza, sinceridad y apertura, y expresa la disposición de vivir a la luz, la luz de la verdad.

domingo, 3 de marzo de 2013

LA MENTIRA ES LA ANTITESIS DE LA DEMOCRACIA



LA MENTIRA VERGONZANTE

Los políticos siempre han sido los grandes hipnotizadores de masas, magos depravados de la ilusión,  embaucadores de lo irreal, piltrafas de la moral del ser humano. Nos gobierne quien nos gobierne siempre estamos en manos de mentirosos compulsivos, la patética élite  que vampiriza sin piedad al pueblo. 

El refranero popular porque pertenece al pueblo, desde tiempos inmemoriales, ya lo dice, con la voz de la sabiduría, como resultado de la experiencia. Bien sabe el pueblo, por conocimiento empírico, que siempre ha habido explotados y explotadores.: "Mientes más que hablas"."El que parpadea pierde". "Son los mismos perros con distintos collares" .http://www.youtube.com/watch?v=S1MtygDKynU&feature=share
Las mentiras de los políticos son delitos de "falsedad en documento público" si ocultan información pública o encubren actos de administración pública. Lo mismo vale si mienten al anunciar un gasto de rescate bancario, de recorte de gasto público, una carga impositiva al ciudadano o aumento de tasas, minimizando la primera cifra que anuncian para aumentarla después. Debe considerarse "abuso de confianza" cambiar las cantidades previstas en corto tiempo, pues no es por un error de cálculo sino un timo. También son reos de "propaganda engañosa", si mienten al ciudadano en el trato adquirido con su programa electoral y las promesas de palabra para obtener el voto, o si mienten en declaraciones públicas para conseguir el consentimiento de la ciudadanía en la gestión pública y evitar la respuesta adversa de la sociedad. La sanción de Derecho Público no puede ser menor que las penas del Código Penal en asuntos de falsedad y engaños en los tratos de Derecho civil.
Basta ya de la política de la mentira del bipartidismo de los últimos treinta años, y el espectáculo de trileros en el Poder Legislativo y Judicial. El Estado está deslegitimado ante la ciudadanía y los trabajadores, usuarios y consumidores no tienen confianza en los tratos con empresarios y banqueros, ni en sus medios de comunicación. Se ha perdido la confianza que sostiene las estructuras de la sociedad civil y la sociedad política. Banqueros, empresarios y políticos del bipartidismo están aniquilando la actual formación social, los trabajadores organizados, los usuarios y consumidores serán sus sepultureros.

El panorama que está proyectando el PP  sobre la opinión pública española es patético, propio de infantes de la política que tratan al ciudadano como descerebrado, tonto. El papel de la Secretaria del grupo conservador fue impropio por vergonzante ¿Cómo es posible que Mª Dolores de Cospedal, aparezca ente la opinión pública sin haberse prepara mínimamente una respuesta?
La lucha política, como los negocios requieren de herramientas como la táctica, la estrategia, los planes y ardides, cuya elaboración y ejecución llevan implícitas la ocultación de propósitos y hasta la simulación de actos o situaciones. Son formas de mentira sin cuya práctica sería imposible participar de la actividad política o empresarial. Por eso los ciudadanos corrientes suelen pensar que todos los políticos son unos mentirosos consumados y que la política es el reino de la mentira. A nadie se le ocurre pensar lo mismo de los estrategas de mercadeo o de los managers de fútbol, quienes practican a diario tales prácticas de ocultación, simulación y engaño.
 
En las sociedades democráticas más avanzadas existe un control ciudadano con el uso de la mentira entre los políticos: se les tolera un cierto rango de ella para el ejercicio de su diatriba normal, pero se les condena severamente cuando el grado de la falsedad sobrepasa ciertos límites. Es frecuente ver carreras políticas arruinadas y elecciones perdidas a causa de mentiras que son percibidas como graves por la población. En los Estados Unidos y Europa renuncian a cada rato políticos y hasta candidatos presidenciales por haber sido descubiertos en mentiras flagrantes, incluso algunas no muy graves. Es famosa la derrota del Partido Popular español en una elección hace 9 años, cuando los electores percibieron que mentía cuando adjudicó el atentado terrorista de la estación Atocha a la ETA y se trataba ciertamente de una célula de Al Qaeda. Fue una grave mentira y su sólida mayoría se derrumbó en apenas horas.
De esta forma la mentira ocupa un espacio innegable en la vida personal, en las relaciones interpersonales, en los negocios y la política. Solemos aceptar que en determinados ámbitos y situaciones se presenten versiones distorsionadas de la realidad, en formas y medidas razonables; pero ninguna sociedad normal se muestra dispuesta a admitir la mentira como sistema permanente en las relaciones humanas y sociales y tampoco el empleo de mentiras flagrantes acerca de asuntos de auténtica gravedad.
Cuando una persona acude a la mentira como sistema permanente de relación con sus semejantes estamos en presencia de una patología o personalidad disociada. A estas personas se les suele denominar, según las características específicas de su patología o distorsión de personalidad, como mitómanos, sicópatas o sociópatas. Si quien practica la mentira como sistema es una organización política estamos en presencia de un proyecto totalitario. El proceso ha sido descrito por numerosos pensadores a partir de la derrota del nazismo y a propósito del sistema comunista soviético: filósofos como Hannah Arendt, Claude Foret y Simona Forti, y antes que todos ellos el norteamericano Alexandre Koyré, quien acuñó la más contundente afirmación al respecto: “los regímenes totalitarios se fundan sobre la primacía de la mentira” (La función política de la mentira moderna, 1943, 1945).

  U n socialista, no debería estar de acuerdo con el pacto entre socialistas en Cataluña. Cada persona mira a través de un cristal de di...