Somos capaces de
inventar los argumentos más peregrinos para excusarnos, por no decir “lo
siento”, “me equivoqué”
Miguel de Cervantes opinaba que: Las honestas palabras nos dan un claro indicio de la honestidad del que las pronuncia o las escribe.
La honestidad es una cualidad que permite en actuar de acuerdo a como
se piensa o siente. El respeto a la verdad en relación con el mundo, los hechos
y las personas, que implica la relación entre el sujeto y los demás, y consigo
mismo. El autoengaño hace que perdamos la perspectiva con respecto a la
honestidad de los propios actos, obviando todas aquellas visiones que pudieran
alterar nuestra decisión.
Ahora, en época donde lo importante
parece ser los resultados, los logros, lo visible, cultivar el valor de la
honestidad parece un coste disipado. Somos capaces de inventar los argumentos
más peregrinos para excusarnos, por no decir “lo siento”, “me equivoqué”,
“tienes razón”, “no se acerca de esto”, “¡enséñame!”. Pero, no sabemos cómo ser
honestos con nosotros mismos o con aquellos que decimos querer y respetar.
¿Será que se nos ha olvidado como ser honestos? ¿Será que no consideramos la
honestidad como un valor importante del ser humano?
Vivimos en una sociedad en que opinamos
de todo y juzgamos a todos. Es como si ser “atrevido” se ha convertido en un
valor, encubriendo la mentira, el engaño y la humildad. La honestidad, como
otros valores, no se usa en la publicidad para promocionarla como sí se hace
con otros productos.
La honestidad es el respeto a la
verdad, que buscamos y, en cierta manera, exigimos a las personas con las que
compartimos algún tipo de relación. Lo vemos como un valor importante para que
las relaciones se desenvuelvan y crezcan en un ambiente de confianza y armonía.
Una virtud que nos aporta seguridad y credibilidad en las personas, y en
ocasiones admiración. Tristemente, recibimos mensajes que nos alejan de cultivar
este tipo de valores y nos acercan más a un mundo de apariencias y frivolidad.
¿Será que los seres humanos hemos o regresado, que ahora la seguridad y la
confianza nos la aportan otras apariencias sociales que no están relacionadas con
la honestidad? .
Muchas veces los seres humanos
tendemos a no querer enfrentar la verdad de las cosas porque el hacerlo implica
tomar acción. En otras ocasiones negamos la realidad porque pensamos que si así
lo hacemos en algún momento desaparecerá. Pero, pronto descubrimos que el
tiempo pasa y no es así, al contrario, las cosas se complican más, acumulando
una mentira encima de la otra alejándonos cada vez más de esa vida de paz
interna que añoramos tener.
La honestidad conlleva el valor de
hacernos las preguntas más difíciles y contestarlas con la verdad. Estas
respuestas incluyen nuestras creencias, deberes, valores, responsabilidades y
postura hacia la vida. Una vida de armonía y paz interna con nosotros mismos.
En nuestra vida encontramos a diario
actitudes deshonestas como la hipocresía, que aparenta una personalidad que no
tiene para ganarse la estimación de los demás; o la mentira; el simular
trabajar o estudiar para no recibir una llamada de atención; el no guardar en
confidencia algún asunto del que hemos hecho la promesa de no revelarlo; no
cumpliendo con la palabra dada, los compromisos hechos y la infidelidad.
Ser deshonestos nos lleva a romper los
lazos de amistad establecidos, en el trabajo, la familia y en el ambiente
social en el que nos desenvolvemos. Incluso, la convivencia bajo estos
parámetros se torna imposible, pues ésta no se da, si las personas somos
incapaces de confiar unos en otros. La honestidad no es la desordenada apertura de la propia intimidad en
aras de "no esconder quien realmente somos", implicará la verdadera
sinceridad, con las personas adecuadas y en los momentos correctos. Ni la
actitud desvergonzada por la que se habla de cualquier cosa con cualquiera… la
franqueza tiene como prioridad el reconocimiento de la verdad y no el desorden.
Hay que tomar la honestidad en serio, estar conscientes de cómo nos afecta
cualquier falta de honestidad por pequeña que sea… Hay que reconocer que es una
condición fundamental para las relaciones humanas, para la amistad y la
auténtica vida comunitaria. Ser deshonesto es ser falso, injusto, impostado,
ficticio. La deshonestidad no respeta a la persona en sí misma y busca la
sombra, el encubrimiento: es una disposición a vivir en la oscuridad. La
honestidad, en cambio, tiñe la vida de confianza, sinceridad y apertura, y
expresa la disposición de vivir a la luz, la luz de la verdad.
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