SE ESTÁ DISCUTIENDO UN DERECHO
CONSTITUCIONAL
NOS
ENCONTREMOS CON GENTE DESTERRADA DE SU HOGAR, MIENTRAS CIENTOS DE MILES DE PISOS VACÍOS SE DETERIORAN
LENTAMENTE. ¿CUÁNTOS PISOS TIENEN VACIOS LAS COMUNIDADES
RELIGIOSAS....?
EN ESTOS MOMENTOS NO
CONOCEMOS EL NÚMERO EXACTO DE DE LOS SUICIDIOS QUE HAN MOTIVADO LOS DESAHUCIOS,
PERO ALGÚN MEDIO SE ATREVE A DAR ALGUNA CIFRA ESTREMECEDORA, QUE PREFIERO
OBVIAR POR NO ESTAR DEBIDAMENTE CONTRASTADA.
Alguien está empeñada en que
no haya estadistas lúgubres que esta pillando al ejecutivo con el paso
cambiado. Tal vez por eso, lamentablemente, ha hecho falta que murieran
personas al borde del desahucio para que la formidable y lenta locomotora del
Estado se ponga en marcha. Es lo que ocurre siempre. Sin un montón de mullidos
cadáveres sobre los que auparse no hay piedad ni clemencia posible. Da igual
que se trate de una intoxicación alimentaria, que de un juguete perverso que
asfixie a los infantes. Hasta que la sangre no llega al río no se toma
verdadera conciencia de la situación por ceguera y manifiesta, por comodidad y
negligencia de quienes tienen responsabilidad vigilante.
La cuestión es que, en este
circo, el público solo ve la realidad que ilumina el foco manipulado por el que
cobra las entradas del espectáculo. Lo demás es sombra, penumbra dudosa e
inexistente a efectos prácticos. Tu vecino puede estar muerto, empotrado en su sillón ante la
tele y tú todavía no te has enterado. La fiesta y el bullicio
siguen ahí fuera. El ruido narcotiza y ensordece.
“Todos
los españoles tienen derecho a disfrutar de una vivienda digna y adecuada. Los
poderes públicos promoverán las condiciones necesarias y establecerán las
normas pertinentes para hacer efectivo este derecho”. Eso dice nuestra Constitución en su
artículo 47. Sin embargo en España 500 personas son desahuciadas cada día.
Todo sorprende menos
al comprobar que la Ley Hipotecaria, la que regula los procesos de desahucio en
nuestro país, data del año 1909.
Y que por lo tanto es muy anterior a la historia que nos ha llevado hasta aquí.
La España que existía cuando este texto vio la luz no entendía de «burbujas inmobiliarias” y le quedaban
infinitamente lejos conceptos como el «boom del ladrillo”, los “activos tóxicos” o la “regulación bancaria”.
Pero esta ley que es
incluso anterior al Franquismo y a la Dictadura de Primo de Rivera se aplica al
pie de la letra hoy en día. Aunque no es la única. Rafael Mayoral asesor jurídico de la
Plataforma de Afectados por la Hipoteca, que
trataba de impedir estos procesos y opina que lo más grave de todo es lo que se
hizo (y lo que no se hizo) durante el Gobierno socialista.
Mayoral, cree que el
problema no se encuentra en esta obsoleta norma, sino en la que rige el
procedimiento de ejecución hipotecaria. La LEC
(Ley de Enjuiciamiento Civil) 1/2010 “que permite que los procesos de ejecución
extrajudicial se agilicen, bastando la simple firma de un notario”.
El Tribunal Supremo
tiró más abajo está regulación por considerar que «se estaba produciendo la
indefensión del ciudadano» y por lo tanto era inconstitucional. Sin embargo el
gobierno sacó adelante una figura nueva, prácticamente gemela de la anterior,
ya no se hablaba de una «ejecución», sino de una «venta», permitiéndose que todo se haga en la notaría, sin
control ni derecho a un abogado que te defienda.
El único consuelo para las
familias de estas víctimas de la codicia depredadora de los bancos y de la
cruel complicidad e indiferencia del sistema es que su inmolación no ha sido en
balde. Traerá algunos cambios y mejoras, aunque no tantos como cabría esperar,
estando como estamos con la soga al cuello. Depauperados. Solo las familias que
ingresen menos de 19.000 euros al año y con cargas familiares especiales (bebés
o dependientes) podrán tener dos años de respiro. Dos años que
pasan volando y los colocan en una especie de limbo entre los con techo y los
sin techo. Son los desahuciables. Y tan contentos y agradecidos por no verse
acampados en los ojos de algún puente, como otros muchos que estos días
no aparecen en los papeles.
No deja de ser irónico
que tras una década construyendo viviendas a lo loco, sin ton ni son,
espoleados por el rápido y a veces abusivo beneficio, nos encontremos con gente
desterrada de su hogar, mientras cientos de miles de pisos vacíos y muertos de asco se deterioran
lentamente.