FÚTBOL O FÚTBOL
Sorpresa.
Pongo el telediario para enterarme de la crisis de Ucrania y veo que el locutor
está desde Mestalla presentando el partido de fútbol que empezará varias horas
después. Las noticias se retrasmiten del estadio de fútbol del Valencia, todo
un acontecimiento mediático.
Cuanto
menos cosas interesantes tienes que decir, más micrófonos te ponen para que
hables. Cuanto más cosas puedes aportar con tu trabajo a que la gente aprenda,
piense, o se entere de algo que le pueda resultar útil… menos repercusión
tendrá lo que digas y lo que pienses. No por nada. Sencillamente, nadie te
buscará para que lo cuentes. No digo que los boletines horarios de la radio tengan
que estar dando cuenta de manera permanente de los últimos avances científicos,
ni que me endilguen una crítica literaria sobre la última novela de Milan
Kundera a las primeras de cambio. Tampoco es eso. Pero si yo sintonizo un
informativo y me están contando lo negras que están las cosas en Ucrania, las
últimas decisiones de la dichosa troika o el incendio de Valparaíso… ¿es de
recibo que de súbito me corten el rollo, cambien de registro y me coloquen a
traición un total de Ancelotti y otro del Tata M soltando
insustancialidades, perogrulladas y lugares comunes a propósito del partido que
sus respectivos equipos van a jugar este miércoles? No que ya han jugado, no:
que van a jugar!
¿No
hay suficientes espacios deportivos en las parrillas de programación de las TV
y las radios? ¿No sacrifican ya bastantes horas de programas tipo “Hora 25″o
“La linterna” para retransmitir partidos varias noches a la semana? ¿Es
necesario también invadir el remate de cada boletín horario?
¿Es
necesario que nos tengan al tanto, minuto a minuto, de cómo va la rodilla de
Cristiano Ronaldo o de la recuperación de Carles Pujol? Nos lo sueltan, casi
sin respirar, a renglón seguido y en el mismo tono en el que segundos antes nos
estaban hablando de la prima de riesgo o del ridículo duelo a primera sangre
que se traen entre manos desde hace días los socios del gobierno andaluz. Antes
que te dé tiempo a cambiar el dial, ya te han colocado el parte médico completo
del deportista de turno. Me sé mejor los partes médicos de los futbolistas que
los de mi madre, y mira que está pachucha la pobre.
Me
gusta el fútbol, sí. Pero el fútbol. Como me gustan las motos, la fórmula uno,
el baloncesto o el tenis. Soy capaz, llegado el caso, de tragarme sin rechistar
un partido entero de cinco sets de Rafa Nadal. Es mi opción, como irme al cine
o a la ópera. Pero para disfrutar de un espectáculo, no para que me hablen de
esguinces, de rótulas malheridas ni de cláusulas de rescisión.
Me
gusta el fútbol, sí. Pero no la información presuntamente deportiva. ¿Por qué
me tienen que torturar mañana, tarde y noche con las incidentes y desventuras
de jóvenes que no es que me caigan mal, no, pero cuya vida y milagros (lo que
ganan, cuándo se les acaba el contrato vigente o qué equipo los quiere fichar)
no me interesa en absoluto.
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