¿ES POSIBLE UN POLÍTICO HONESTO?
Cuando los electores
descalificamos a los políticos por corruptos, los movimientos antidemocráticos progresan.
Todos los políticos saben que la ambigüedad y la componenda tienden a triunfar
sobre las verdades universales.
Las ideas de Rousseau influyeron en la Revolución
francesa. Su herencia de pensador radical y revolucionario
están expresadas en sus más célebres frases, una contenida en El contrato
social: “EL HOMBRE NACE LIBRE, PERO EN TODOS LADOS
ESTÁ ENCADENADO”; la otra, contenida
en su Emilio, o De la educación: “EL
HOMBRE ES BUENO POR NATURALEZA Y LA SOCIEDAD LO CORROMPE”, se
va acoplando o reconociéndose en el medio que le ha tocado vivir y es ese medio
va configurando sus bondades o maldades. De ahí su idea de la posibilidad de una educación; y "LOS QUE QUIEREN TRATAR A LA POLÍTICA Y
A LA MORAL EN FORMA SEPARADA NUNCA ENTENDERÁN NADA SOBRE NINGUNA DE LAS
DOS". Eso
escribió Jean-Jacques Rousseau.
La práctica
de la política no sólo puede, sino que debe conciliarse con los imperativos de
la honestidad. Pero, ¿Es posible que un político sea honesto? Esta cuestión
llega al corazón de la democracia, porque cuando los electores descalificamos a
los políticos por corruptos, los movimientos antidemocráticos progresan. Sin
embargo, todos los políticos saben que la ambigüedad y la componenda tienden a
triunfar sobre las verdades universales. A veces es necesario elegir el mal
menor. Nuestros patrones normales de decencia y probidad no siempre se pueden
aplicar, aunque no porque el cinismo y la hipocresía sean lo único que importa
en política.
Emmanuel
Kant describió a dos tipos de políticos. El "moralista
político" busca "forjar la moral" según las necesidades de la política entendida como un
juego cínico. Es una etiqueta que se aplica con facilidad a todos los tipos de
políticos deshonestos descritos. El segundo tipo de Kant es el "político moral" que rechaza el pragmatismo
cínico pero que no cae en la moralización ingenua. Un/una político/ca
honesto/a, considera a la política como una herramienta para alcanzar el
bien común. No es ingenuo/a y sabe que con frecuencia
es necesario ser paciente, hacer arreglos y seguir una política de pasos
pequeños. Sin embargo, mientras busca las metas parciales no debe perder de
vista los objetivos más amplios.
En resumen, un político o política honesto/a aplica un pragmatismo basado
en principios, en el valor para decir cosas desagradables, pero siempre con una
actitud constructiva. Vivimos uno de esos momentos clave donde la
transparencia de la política y de quien la práctica debe ser cristalina. La
honestidad y el pensamiento limpio de muchos no se pueden ni debe mancillar por
el mal hacer de unos pocos. Que quede claro y a la vez que sirva de aviso para
navegantes, PARA AQUELLOS Y AQUELLAS
INDESEABLES QUE SOLO BUSCAN UNA NÓMINA O UNOS INGRESOS FRAUDULENTOS AL CALOR DE
UNA FORMACIÓN POLÍTICA.
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