LA
DERECHA MÁS DERECHA HA EVOLUCIONADO EN ESPAÑA DE MODO MUY DISTINTO AL RESTO DE
EUROPA
Menuda pústula le ha salido al PP con
la aparición del partido Vox, formado por disidentes que sacude a la derecha del
partido en coincidencia con el auge espectacular en Europa de movimientos de
extrema derecha. Las razones que mueven a unos y otros son distintas, pero el
elemento común es el conflicto con los partidos conservadores o democristianos
clásicos.
Los acontecimientos que engloban la
gestión realizada en relación con el independentismo catalán, la solución del
final de ETA y el juego político de la izquierda abertzale son algunos de los
caballos de batalla de los disidentes del PP y remiten a cuestiones políticas
siempre ulceradas en la política española. Son los asuntos que movilizan al radicalismo
español de derechas, desconectados de los extremismos anti europeístas y contra
los extranjeros en Francia, Holanda o Reino Unido. Otra vez aparece el tema de
la unidad nacional frente a los soberaneamos catalán y vasco, incluida la
recentralización del Estado, como propone Vox.
La derecha más radical ha evolucionado
en España de modo muy distinto al resto de Europa, porque el partido del poder
ha logrado ocupar todo el espacio político y electoral de derechas. Lo
llamativo de las últimas disidencias del Partido Popular es la ruptura de ese
proceso de concentración. Hay quien cree que no llegará lejos, porque el
sistema electoral, fuertemente bipartidista, frena a los nuevos partidos.
En el vecino país galo el Frente
Nacional francés, conforme se han ido sucediendo los procesos electorales, ha
conseguido ampliar su electorado desde la burguesía hacia las clases
trabajadoras; incluso ha terminado arrebatando al Partido Comunista el papel de
refugio de los desesperados. La familia Le Pen ha construido su peana electoral
en las zonas urbanas en crisis económica, donde hay mayores concentraciones de
población inmigrante y que sufren más delincuencia. A esto ha añadido
recientemente la agitación nacionalista contra la Unión Europea y contra la
moneda común.
Es la potencialidad del populismo la
que intentará abrirse paso cuando se trata de recoger y agrandar el desencanto
hacia las corrientes centrales de la política. Esto sí que es un fenómeno
visible en muchas partes de Europa. Y no hay razón para pensar que España va a
quedar al margen.
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