VIVIMOS
EN UNA SOCIEDAD ENFERMA.
¡
Cambiémosla ¡.
En la actualidad las guerras han
cambiado de formato, ya no se realizan con armas o dinero, se emplea algo que
es mucho más sutil que arranca desde la desinformación en un mundo en donde los
medios de comunicación han alcanzado un desarrollo prodigioso. Sabemos
únicamente aquello que al nuevo poder
interesa que conozcamos, y que conozcamos en el momento preciso para poder
generar un estado de opinión de incertidumbre
y miedo. Incertidumbre del futuro inmediato y miedo a quedarnos sin
trabajo. La nueva sociedad se estructura para pensar poco y preocuparnos mucho.
Cuadro de Nicolasio Morchabueno |
En modo de dominio de este nuevo
poder sutil y se encuentra dentro de un entorno sociológico que se ha ido
sensibilizando en una dirección marcada de manera que se pueda llegar a un
nuevo concepto de “cosificación” de
la persona, anulación de la personalidad.
De esta manera que dejemos de ser personas para transformarnos en una parte de
la estructura burocrática en la que estamos inmersos. Voy a poner un ejemplo
aclaratorio: cuando yo era joven y un alumno faltaba al colegio se movilizaban,
profesor, colegio y familia, los tres se ponían de acuerdo para intentar atajar
el problema en el menor tiempo posible y con la mayor implicación humana. Ahora
el profesor redacta un informe de la ausencia del alumno a clase y se lo pasa al
centro escolar, que rápidamente se forma un equipo con el psicólogo y otros
para preparar uno nuevo, en esta ocasión dirigido al inspector correspondiente,
que a su vez debe redactar otro para la consejería de educación de la Comunidad
autónoma.
Papeles y más papeles que van
burocratizando el proceso y alejándolo de la verdadera solución al problema. La
burocracia nos está complicando la convivencia y machacando la relación interprofesional
humana. Y lo peor es que nos están haciendo cambiar sin darnos cuenta, el miedo
nos está atenazando, nos inmoviliza y nos hace conformistas de nuestra nueva
realidad.
Un sin papeles no existe, no forma
parte de nuestro mundo, no consta porque no se encuentra registrado, no está
numerado. Los hechos se están convirtiendo en palabras escritas sobre un
documento. Además, una cosa son los derechos y otra las necesidades y nada
puede sustituir a la parquedad de la comida, de no pasar frio en invierno, de
curarnos cuando enfermamos…etc.
Hemos entrado de lleno, sin
habernos dado cuenta, en una sociedad
enferma, en donde los valores de toda la vida han desaparecido o han
mutado en contra de los derechos sociales que habíamos alcanzado con el trabajo
de muchas personas durante numerosos años. En donde se ha sustituido la ética por la jurisprudencia.
Ya no existe la posibilidad de un atisbo de utopía, la hemos aniquilado, y lo
que es peor nos dejamos fácilmente corromper en una sociedad poco permisiva
pero evidentemente corrupta y falta de valores éticos y morales. Porque la identidad
es muchísimo más importante que la conducta, y la ética más que el derecho y
por supuesto es preferible controlarte a que te controlen.
Para restaurar a la persona:
Primero es necesario que todos y
cada uno de nosotros tomemos
conciencia de nuestra realidad. Hay que recuperar el sentido de la
realidad y plantearnos preguntas que lleguen a respuestas que nos creamos
nosotros mismos, como por ejemplo: ¿para que nos vale el dinero si no nos
conduce a la felicidad?
Segundo debemos retomar nuestro sentido común,
que desgraciadamente ha pasado a ser el menos común de nuestros sentidos. Este sentido común nos debe hacer tomar
conciencia de lo que somos y de lo que podíamos ser.
Tercero hay que recuperar nuestra pertenencia de vida dentro de un
tejido social: sentir y poner en común lo que sentimos.
Lo más importante concebir que
vivimos y como lo estamos haciendo. Transmitir nuestra experiencia de vida a
los demás desde nuestro propio sentido crítico e inconformista y dentro de una
sociedad poco tolerante.
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