viernes, 3 de mayo de 2013

GRAN PANDEMIA


PANDEMIA DESIDEOLOGIZADA DE ARRIBISTAS AL PODER COMO MEDIO DE TAPAR CARENCIAS PROFESIONALES.

La política, según Aristóteles, consiste en la toma de decisiones para la consecución de los fines de un grupo ideológico, un ejercicio de voluntades cuyo objetivo último es hacerse con el poder. Quien detenta el poder, se considera legitimado/a para dictar las normas y leyes que determinan la obligatoriedad para todo el conjunto de ciudadanos, de seguir las exigencias dictadas en las disposiciones de quien lo detenta.
La salud democrática de una nación depende, en buena medida, de la calidad ética de sus ciudadanos y de sus representantes políticos. El fortalecimiento de las instituciones políticas y su credibilidad depende de muchos factores, pero, substancialmente, de la confianza que sean capaces de generar a la ciudadanía.
La vieja España, repleta de amores, odios, venganzas y pasiones, a lo largo de su veterana historia ha conocido de todo: absolutismo, autocracia, liberalismo, dictadura, socialismo y conservadurismo. Y salvo excepciones, no es posible decir que los españoles nos podamos sentir orgullosos de aquellos que, a lo largo de los tiempos nos han gobernado. Pero, volver la vista atrás no sirva para nada, salvo para reconocer los errores en los que no se debería volver a caer. Lo que políticamente acontece en los últimos tiempos en España, que con sus ilusiones últimamente perdidas y sus ubres estrujadas reclama confianza y tiempos mejores.
Después de haber superado cuarenta años de dictadura fascista, que marcó uno de los periodos más negros de la Historia de España, por fin llegaba la anhelada democracia.
El asentamiento del proceso democrático, trajo consigo la aparición de una nueva figura: El o la "trepa" el intruso o intrusa se reprodujeron en los distintos partidos. Desprovistos/as de escrúpulos, estos individuos/as no dudaron en usar medios poco éticos con tal de lograr obtener lo que querían en la vida, agotaron todas las instancias para alcanzar sus objetivos personales predeterminados ya sea en el poder general, autonómico o local, aunque ello supusiese poner en entredicho el crédito de su grupo ideológico. No importaba mudarse de una ideología política a otra, en el intento de tocar poder sin valorar si los medios utilizados para ello eran o no éticos, la creciente presión de estos/as individuos/as por destacar en el ámbito político y así poder acceder a privilegios inmerecidos, se convirtió en pandemia donde los valores morales no tenían cabida alguna. Estos mismos políticos están permitiendo las reducciones generalizadas en los logros sociales y no permiten devaluar el gigantismo político de las administraciones públicas tanto del Estado como de comunidades autónomas y, de manera incomprensible, de las administraciones locales. Una nueva reorganización de las administraciones locales tiene que producirse, devolviendo la competencia urbanística a la administración general para así evitar situaciones de corrupción como las vividas en los últimos años. Los planes generales, parciales etc. Deben ser considerados desde otros foros con menos intereses particulares.

En líneas generales para el/la trepa, esa aprobación política compensaba el sentimiento de inferioridad que les generaba frustración en sus actividades laborales, pues suelen ser seres anodinos y oscuros, más perceptibles cuanto más bajo es el poder al que aspiran, de intelecto sólo aplicable a lo perverso, fracasados profesionalmente en su gran mayoría cuando no en paro, que no encuentran otra salida a su triste sino, distinta al peloteo y adulación de aquellos abanderados que pueden proporcionarle inmerecidas prebendas.
Ambiciosas y de poco potencial humano, manifiestan unas pretensiones desmedidas para su trayectoria profesional sin correspondencia con su potencial real. Todos podríamos dar nombres puesto que a muchos les conocemos: Seres inicuos que se han convertido en el cáncer y descrédito de la democracia actual. Individualistas, ocultistas, reservadas y egoístas, trabajan de forma individual en provecho propio mostrándose como autosuficientes sin llegar a serlo, puesto que individualmente poco valen y no reconocen en público la labor de aquellos de los que han obtenido sus conocimientos, atribuyéndose en muchos casos habilidades y méritos que les son ajenos.

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