lunes, 14 de enero de 2013

LO QUE QUEDA DEL MARXISMO







James Petras profesor-investigador de la Binghamton University Sociology of New York plantea en su teoría sobre el pos marxismo como una posición intelectual de obsoleta con el triunfo del neoliberalismo y el retroceso de la clase trabajadora.

El marxismo inicial fue, a la vez, una teoría del desarrollo de la historia (materialismo histórico); una teoría acerca de la condición “alienada” del hombre bajo el capitalismo; una teoría sobre la naturaleza de la economía capitalista y la “sociedad burguesa”; una teoría del Estado y de la revolución; y por último, una utopía, que vislumbraba la creación de una sociedad de abundancia.

¿Qué queda de los diferentes componentes del marxismo, de su teoría de la historia, de su proyecto revolucionario, de su destino utópico?

La historia ha tomado un rumbo distinto del que Marx había pensado, y sin embargo, “la comprensión de la sociedad, sobre todo la occidental, no pasa de ser superficial sin la teoría de Marx”. Según Popper: “el marxismo científico está muerto”; no obstante, indica, “una vuelta a la ciencia social pre-marxista es inconcebible”, y de igual modo “el sentido de responsabilidad y amor por la libertad” en Marx, “deben sobrevivir”.
No cabe duda que una de las principales fallas del marxismo, se ha concretado precisamente en el terreno de su presunta capacidad predictiva. Para empezar, Marx esperaba que el socialismo emergiese primeramente en las sociedades capitalistas avanzadas, como Inglaterra (y en menor medida Alemania), y nunca en países atrasados en el campo económico como Rusia y China. Su teoría, ya esbozada, postula que las revoluciones sociales ocurren cuando fuerzas productivas en acelerado progreso se encuentran asfixiadas por relaciones de producción anticuadas, y confiaba que ese era ya el caso con el capitalismo de su tiempo (en especial en Inglaterra), que a su modo de ver se hallaba, o estaba a punto de hallarse, en la fase decisiva de ruptura, para dar así paso a una sociedad organizada con base a patrones socialistas en medio de la abundancia material.
El análisis que hace Marx en torno a la naturaleza de la economía capitalista y la “sociedad burguesa”, patentiza una significativa paradoja: De un lado, el fundador del marxismo reconoce ampliamente que “La burguesía ha desempeñado en la historia un papel altamente revolucionario”, y despliega su poderosa retórica para describir y alabar las gigantescas transformaciones modernizadoras que ha generado el capitalismo en toda la faz de la tierra: “Ha sido  la burguesía la primera en demostrar lo que puede realizar la actividad humana; ha creado maravillas muy distintas a las pirámides de Egipto, a los acueductos romanos y a las catedrales góticas...” Además, Marx no ahorra términos de oprobio para aquellos “socialistas reaccionarios”, que cuestionan la economía burguesa desde un punto de vista pre-capitalista, de un “socialismo feudal, mezcla de jeremiadas y pasquines, de ecos del pasado y de amenazas sobre el porvenir”. De otro lado, sin embargo, es fácil percibir en Marx una soterrada nostalgia por valores pre-modernos, que han sucumbido bajo la avalancha de cambios puestos en movimiento por el huracán capitalista, por una burguesía que ha “desgarrado sin piedad” los lazos tradicionales, “para no dejar subsistir otro vínculo entre los hombres que el frío interés, el cruel ‘pago al contado’...(y) hecho de la dignidad personal un simple valor de cambio”. Por una parte, Marx relaciona el capitalismo con inhumanidad y empobrecimiento, pero —por otra— no deja de señalar que los órdenes económicos anteriores eran igualmente condenables y quizás aún peores: “La burguesía, a lo largo de su dominio de clase, que cuenta apenas con un siglo de existencia, ha creado fuerzas productivas más abundantes y más grandiosas que todas las generaciones pasadas juntas...Cuál de los siglos pasados pudo sospechar siquiera que semejantes fuerzas productivas dormitasen en el seno del trabajo social?”
El espacio que dejó vacante la izquierda ha sido ocupado en parte por políticos e ideólogos capitalistas, tecnócratas e iglesias tradicionales y fundamentalistas.
En el pasado, este espacio lo ocupaban políticos socialistas, nacionalistas, populistas y activistas religiosos asociados con la teología de la liberación. El centroizquierda era muy influyente con los regímenes políticos (en su cúpula) o con las clases populares menos politizadas.
Alentadas y, en muchos casos, subsidiadas por las principales instituciones financieras y agencias gubernamentales promotoras del neoliberalismo, ha surgido un número masivo de organizaciones sociales cuya ideología, vínculos y prácticas están compitiendo directamente y en conflicto con la teoría y práctica marxista. Estas organizaciones, que en su mayoría se auto describen como no gubernamentales o centros independientes de investigación, se muestran activas en proponer ideologías y prácticas políticas compatibles y complementarias con la agenda neoliberal de sus patrocinadores financieros.
Los proponentes intelectuales del marxismo son, en la mayoría de los casos, ex marxistas cuyo punto de partida es una crítica al marxismo e intenta proveer una teoría alternativa o al menos una línea aceptable de análisis. Es posible, más o menos, sintetizar los diez argumentos básicos del discurso pos marxista:
El socialismo fue un fracaso y todas las teorías generales de sociedades están condenadas a repetir ese proceso. Las ideologías son falsas (salvo el pos marxismo), porque reflejan un pensamiento dominado por un solo sistema cultural de raza/género.
El énfasis marxista sobre las clases sociales es reduccionista, porque las clases se están disolviendo. Los principales puntos políticos de partida son culturales y están arraigados en diversas identidades: raza, género, etnicidad, preferencia sexual.
El Estado es el enemigo de la democracia y la libertad, y un proveedor ineficaz de bienestar social. En su lugar, la sociedad civil es el protagonista de la democracia y la mejoría social.
La planificación central crea la burocracia, un producto que también entorpece el intercambio de bienes entre productores. Los mercados, quizá con regulaciones limitadas, permiten un mayor consumo y una distribución más eficaz.
La lucha tradicional de la izquierda por el poder del Estado es corruptora y conduce a regímenes autoritarios, los cuales proceden a subordinar a su control a la sociedad civil. Las luchas de asuntos sociales por parte de las organizaciones también locales son la única forma democrática de cambio, junto con la petición/presión sobre autoridades nacionales e internacionales.
Las revoluciones siempre terminan mal o son imposibles: las transformaciones sociales amenazan provocar reacciones autoritarias. La alternativa es luchar por transiciones democráticas y consolidarlas para salvaguardar el proceso electoral. La solidaridad de clases es parte de ideologías pasadas y reflejas políticas y realidades anteriores. Las clases ya no existen. Hay comunidades fragmentadas en las que grupos específicos (identidades) participan de labores y relaciones recíprocas para la supervivencia basadas en cooperación con partidarios externos. La solidaridad es un fenómeno que trasciende las clases, un gesto humanitario.
La lucha de clases y el enfrentamiento no producen resultados tangibles; provocan derrotas y no resuelven problemas inmediatos. La cooperación gubernamental e internacional respecto de proyectos específicos si genera incrementos en la producción y el desarrollo. El antiimperialismo es otra expresión del pasado. En la economía globalizada no hay posibilidades de enfrentar los centros económicos. El mundo es cada día más interdependiente y hay una necesidad de mayor cooperación internacional en la transferencia de capital, tecnología y conocimientos de los países ricos hacia los países pobres.

Listas electorales: ¿Cerradas o abiertas?



Una posible reforma de nuestro sistema político

 Introducir listas abiertas en las elecciones a diputados.


En España ya tenemos un sistema de listas abiertas, el que elije a los senadores, algo los que hablan del tema parece que se les olvida siempre, y que no parece tener ninguno de los efectos positivos de “mayor democracia” o de “eliminar la partidocracia”, argumentos habituales para defender dicho sistema.


Pero claro, como nuestro Senado es simplemente una manera de malgastar el presupuesto, uno puede argumentar que los efectos de las listas abiertas en el Congreso de los Diputados serían muy diferentes. Analicemos pues lo que podría ocurrir en este caso basándonos en la deducción y en la experiencia de otros países y de España, pues aparte del Senado, las listas abiertas eran el sistema de elección de diputados durante la II República. 


Lo primero que tenemos que hacer es determinar la circunscripción electoral. Claramente, no puede ser una unidad que elija a un solo diputado, pues eso es el sistema mayoritario de toda la vida sobre el que ya he hablado largo y tendido. Las únicas alternativas plausibles serían o bien irse a circunscripciones pequeñas, por ejemplo, que elijan de unos 3 a 6 diputados o, como ahora, mantener las circunscripciones provinciales (en esta opción buena parte de las provincias elegirían, como ahora, a un número reducido de diputados). Irse a una circunscripción autonómica (al menos en las CCAA más grandes como Andalucía o Cataluña) o una nacional significaría que los electores tendrían que efectuar docenas de selecciones en sus papeletas electorales, lo que, encima de pesado, probablemente llevaría a que la gente llegase a la urna con la papeleta ya rellena que les da el partido para evitarse un dolor de cabeza monumental. Quizás se pudiera tener, como en la II República, un sistema mixto, donde lo normal es la circunscripción provincial (o quizás autonómica) pero con excepciones como los municipios de Madrid y Barcelona, que serían circunscripciones separadas. 


En un mundo con disciplina de voto (que no significa nada más que la mayoría de la gente va con la papeleta ya rellena de casa que el partido le ha enviado por correo), el sistema de listas abiertas no ofrece ninguna ventaja con respecto a nuestro sistema actual y sí muchos inconvenientes.


El tamaño de las circunscripciones importa menos porque no creo que tenga mucha repercusión en la práctica excepto al aumentar o disminuir la representación de partidos más pequeños. Lo único que merece la pena destacar es que los diputados deberían mantener una relación razonable con la población y no como el Senado en la actualidad, donde la mayoría de las provincias escoge a cuatro senadores independientemente de su población (reliquia de cuando las cámaras altas representaban al territorio, es decir, a los grandes terratenientes).


Una vez determinada la unidad de elección de diputados, tendríamos que decidir cómo se vota y a cuántos diputados. Pongamos, por ejemplo, que la circunscripción sea de seis diputados. Entonces un sistema sencillo sería simplemente que cada elector pudiese seleccionar a cuatro candidatos y que los seis candidatos que más votos tuviesen salieran elegidos. 


¿Pero, por qué sólo cuatro? Bueno, si permitimos a los electores elegir a seis candidatos, si un partido presenta a seis candidatos y sus votantes no solo son mayoritarios sino que además mantienen la disciplina de voto, el partido coparía todos los puestos, dejando nada a todas las demás minorías. Esto no sería más que un sistema súper-mayoritario que exacerbaría los defectos de los sistemas mayoritarios puros sin ninguna ventaja aparente. Ya que le experiencia histórica es que en este tipo de sistemas la gran mayoría de los votantes se suelen ceñir a las instrucciones partidistas (para quien lo dude, miren ustedes las elecciones a nuestro senado), esta situación, lejos de ser una excepción sería la norma.


Pero incluso si limitásemos el voto a cuatro diputados, la situación más corriente sería que el partido más votado tuviera cuatro diputados y el segundo dos, sin que esto refleje muy bien el porcentaje de votos de los mismos (como ahora para el senado casi siempre es tres y uno). Esto llevaría a mayorías muy sesgadas en el Congreso, grandes vuelcos de voto y paradojas como que el tener a los votantes bien colocados o ser más disciplinados permitiría a las minorías ganar las elecciones.


Sobre la Disciplina de voto


En un mundo con disciplina de voto (que no significa nada más que la mayoría de la gente va con la papeleta ya rellena de casa que el partido le ha enviado por correo), el sistema de listas abiertas no ofrece ninguna ventaja con respecto a nuestro sistema actual y sí muchos inconvenientes. 


Que la disciplina de voto se mantenga es, además de una observación empírica, consecuencia del sencillo hecho que en el mundo moderno, adquirir información es muy costoso. Averiguar si  gusta más o menos el cuarto o el quinto de la lista de mi partido tiene un coste significativo, sin que puede implicar que el resultado cambie mucho; ¿o sabría usted escoger entre el 12 y el 13 de la lista del PSOE por Madrid o de la lista del PP? (sí, ya sé que ese argumento también se aplica al votar en general pero mientras que la “persuasión moral” probablemente lleve a muchos a votar, que es un coste menor, no creo que la misma fuera tan efectiva como para inducir un estudio detallado de los distintos candidatos, que es un coste mucho mayor, en especial cuando uno puede simplemente votar la “lista oficial” sin cambios)
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Decir que la disciplina de voto se podría romper y que por tanto mis predicciones anteriores no se cumplirían. Aunque no creo que así ocurra, en realidad sería incluso peor. Si se vota sin disciplina lo más probable es que nos encontrásemos con problemas como los que atascaban a los partidos en la II República: los candidatos más radicales siempre robaban unos cuantos votos a los candidatos más moderados, ya que era una manera para los votantes de darse un gusto “ideológico” sin sufrir demasiado las consecuencias.


En resumen y después de pensarlo mucho, no creo que exista ninguna razón, ni teórica ni empírica, que sugiera que las listas abiertas no serían más que un desastre. Suenan muy bien, pero el diseño de instituciones tiene que estar basado en análisis más serio.


sábado, 12 de enero de 2013

El mundo se está convirtiendo en un lugar más diverso



Reflexiones de NOAM CHOMSKY en base a  Douglas Fraser, de la federación de los trabajadores de la industria del automóvil United Auto Workers (UAW) 

Del mundo empresarial y las consultorías a los inversores súper ricos señalan que el sistema mundial se está dividiendo en dos bloques: la plutocracia, un grupo muy importante, con enormes riquezas, y el resto, en una sociedad global

En 1978 el presidente del sindicato más poderoso de Estados Unidos, Douglas Fraser, de la federación de los trabajadores de la industria del automóvil United Auto Workers (UAW) condenó a los "dirigentes de la comunidad empresarial" por haber "escogido seguir en tal país la vía de la guerra de clases (class war) unilateral, una guerra de clases en contra de la clase trabajadora, de los desempleados, de los pobres, de las minorías, de los jóvenes y de los ancianos, e incluso de los sectores de las clases medias de nuestra sociedad". Fraser también los condenó por haber "roto y descartado el frágil pacto no escrito entre el mundo empresarial y el mundo del trabajo, que había existido previamente durante el periodo de crecimiento y progreso" en el periodo posterior a la Segunda Guerra Mundial conocido comúnmente como la "edad dorada" del capitalismo (de Estado).


El reconocimiento de la realidad por parte de Fraser fue acertado aunque tardío. Lo cierto es que los dirigentes empresariales y sus asociados en otros sectores de las élites dominantes estaban constantemente dedicados a una siempre presente guerra de clases, que se convirtió en unilateral, sólo en una dirección, cuando sus víctimas abandonaron tal lucha.


Mientras Fraser se lamentaba el conflicto de clases se iba recrudeciendo, y desde entonces ha ido alcanzando unos enormes niveles de crueldad y salvajismo en Estados Unidos que, al ser el país más rico y poderoso del mundo y con mayor poder hegemónico desde la Segunda Guerra Mundial, se ha convertido en una ilustración significativa de una tendencia global.

Durante los últimos treinta años el crecimiento económico ha continuado (aunque no al nivel de la "edad dorada"), pero para la gran mayoría de la población la renta disponible ha permanecido estancada mientras que la riqueza se ha ido concentrando,  a un nivel abrumador, en una facción del 1 por ciento de la población, la mayoría de los ejecutivos de las grandes corporaciones, de empresas financieras y de alto riesgo, y sus asociados.



Este fenómeno se ha ido repitiendo de una manera u otra a nivel mundial. China, por ejemplo, tiene una de las desigualdades más acentuadas del mundo. Se habla mucho, hoy en día, de que por el hecho de que "Estados Unidos esté en declive" hay un cambio en las relaciones de poder a nivel global. Esto es parcialmente cierto, aunque no significa que otros poderes no puedan asumir el rol y la supremacía que ahora tiene Estados Unidos.


El mundo se está convirtiendo así en un lugar más diverso en algunos aspectos, pero más uniforme en otros. Pero en todos ellos existe un cambio real de poder: hay un desplazamiento del poder del pueblo trabajador de las distintas partes del mundo hacia una enorme concentración de poder y riqueza. La literatura económica del mundo empresarial y las consultorías a los inversores súper ricos señalan que el sistema mundial se está dividiendo en dos bloques: la plutocracia, un grupo muy importante, con enormes riquezas, y el resto, en una sociedad global en la cual el crecimiento  (que en una gran parte es destructivo y está muy desperdiciado) beneficia a una minoría de personas extraordinariamente ricas, que dirigen el consumo de tales recursos. Y por otra parte existen los "no ricos", la enorme mayoría, referida en ocasiones como el "precariado" global, la fuerza laboral que vive de manera precaria, entre la que se incluye mil millones de personas que casi no alcanzan a sobrevivir.


Estos desarrollos no se deben a leyes de la naturaleza o a leyes económicas o a otras fuerzas impersonales, sino al resultado de decisiones específicas dentro de estructuras institucionalesque los favorecen. Esto continuará, a no ser que estas decisiones y planes se reviertan mediante acción y movilizaciones populares con compromisos dedicados a programas que abarquen desde remedios factibles a corto plazo hasta otras propuestas a más largo plazo que cuestionen la autoridad ilegítima y las instituciones opresivas entre las que reside el poder. Es importante, por lo tanto, acentuar que hay alternativas.


Las movilizaciones del 15M son una ilustración inspiradora que muestra qué es lo que puede y debe hacerse para no continuar la marcha que nos está llevando a un abismo, a un mundo que debería horrorizar a todas las personas decentes, que será incluso más opresivo que la realidad existente hoy en día.



NOAM CHOMSKY




viernes, 11 de enero de 2013

Corrupción, pastel, crisis y... nuevas raciones



La corrupción política es consustancial con la naturaleza humana y el cociente de la mentalidad hispana. No existiría corrupción sin corruptos, y sÍ es verdad que todos tenemos un precios, no es menos cierto que algunos se venden a saldo.

Mapa de la corrupción partidista
Desde luego la corrupción es la acción o inacción de una o varias personas reales que manipulan los medios públicos en beneficio propio y/o ajeno, tergiversando los fines del mismo en perjuicio del conjunto de la ciudadanía a la que debían servir y beneficiar. La corrupción ha ocupado la atención de la sociedad española, contribuyendo incluso a derribar a gobiernos como los de Alejandro Lerroux. No obstante, la corrupción política ha sido una constante desde la aprobación de la Constitución española de 1978 hasta nuestros días, pervirtiéndose el sistema democrático y debilitándose la confianza de la Sociedad en sus representantes públicos. En la actualidad los niveles de corrupción sobrepasan lo dignamente tolerable solo comparables al existente en los países bananeros del pasado siglo.

Me hace gracia ver como enfoca la prensa la ola de corrupción que en los últimos meses parece atravesar el país de punta a punta. Y más gracia aún me hace comprobar como la mayor parte de la gente se sorprende y pone el grito en el cielo ante esta situación. Queramos aceptarlo o no, la corrupción es parte de la cultura política española. El arte de me arrimo, trinco y unto existe en este país desde los orígenes de la democracia.

El Bigotes, Camps, Matas, Julián Muñoz, Urdangarín,…… son sólo los pringados de turno que no han sabido untar bien a su entorno y, en consecuencia, son pillados por su manifiesta torpeza. Ellos sólo son chivos expiatorios que la maquinaria propagandística política utiliza para generar una cortina de humo con la que aparentan depurar el sistema.

A mí estos corruptos, la verdad, no me quitan el sueño. Son corruptos de un nivel inferior que llegaron a donde llegaron por su exquisita verborrea y que se han aprovechado con astucia y poca vergüenza de la decadencia del régimen. Los que me dan verdadero miedo son los que nunca salen en las noticias porque juegan en una división superior, aquellos que son invisibles para el sistema. (ver: http://vimeo.com/36836769)
Corrupción de primer nivel
Ejemplos de corrupción de primer nivel existen a montones pero como he dicho son invisibles a los ojos de la ley. Imagínate a un político cuya campaña sea financiada por un par de bancos o cajas de ahorro. El tío gana las elecciones y llega al poder. Si por circunstancias económicas la crisis azota al sector financiero, ¿qué crees que pasará? El banco condonará deudas por un lado a cambio de gigantes inyecciones de dinero público con cargo al PIB por el otro. Un rescate encubierto que esconde un trapicheo que ha venido gestándose desde hace años.

Esta corrupción de alto standing es invisible para la justicia y ha movido decenas de miles de millones de euros los últimos años. Estamos hablando de crear leyes para poder dar lugar a situaciones de corrupción extrema. Esto es muy grave. Si encima te da por pensar que un presidente es un producto creado por lobbies y preconfigurado para llegar al cargo que ostenta, apaga y vámonos.

Imagínate ahora a otro político que comenta a un amigacho de toda la vida la recalificación de un terreno de rústico a urbano. El amigacho compra las tierras a precio de saldo y cinco años después construye una macro urbanización de chalets adosados a poco más de mil metros de la playa que posteriormente vende a 340.000 euros cada uno. Dos semanas después el político abre la puerta de su casa, se encuentra una bolsa Adidas con un fajo de billetes de quinientos y aquí nadie sabe nada.

Si un día abres el periódico y te enteras de que se está proyectando un macro proyecto de 18.000 viviendas en régimen de alquiler en un país donde en 2009 se construyeron 200.000 y que aún tiene un stock de 1.000.000 sin vender, no pienses en la insensatez del constructor o del político que lo ha permitido, sino en el negocio en B que allí hay montado. ¿Como si no se iba a generar trinque?

Del mismo modo, si un ayuntamiento tiene que conceder una obra pública de envergadura según unos criterios pactados con la oposición, y tras publicarse los criterios da la casualidad de que el primo de la mujer del alcalde los cumple al dedillo, ahí tampoco se puede demostrar nada.

Cada vez que hay una crisis  el pastel se reduce y las porciones son más pequeñas. Cuando los comensales se ponen nerviosos porque no pillan cacho a uno se le va la lengua y al otro le aparece el teléfono pinchado. Luego nos lo venderán como una depuración del sistema y mucha gente dormirá tranquila sabiendo que la justicia funciona. Esto sí que es un circo y no el de la Fórmula 1.
¿Evitarse la corrupción?

La única forma de acabar con la corrupción de los gobiernos es haciendo que estos se normalicen y vuelvan a sus funciones normales, mucho más básicas. Mientras jueguen a inversor, empresario y buen samaritano la situación irá obligatoriamente a peor. La corrupción cuando el gobierno maneja enormes cantidades de dinero es automática por tres motivos:

Los políticos no son inversores profesionales, y si algunos lo fueran seguro que no serían los mejores de la población. Financieros, expertos bursátiles, médicos, ingenieros o físicos tienen que demostrar su valía si quieren alcanzar puestos importantes en el sector privado. Los políticos, mientras tanto, sólo son oradores y líderes de masa.

El dinero que manejan no es suyo. Por más que muchos por inercia se hayan habituado, esto es un estado de aberración moral. Y en este caldo de cultivo de moral difusa en el que “todo vale según con qué palabras lo plantees”, la corrupción es una reacción obvia que tarde o temprano aparecerá siempre.

El beneficio o utilidad que obtengan con ese dinero no es para ellos. Ésta situación cambia mucho el panorama y la forma de usar el dinero, muy diferente de la eficacia, precisión y esfuerzo con que lo emplea el propio inversor o profesional en la búsqueda de un rendimiento que tiene que ser su retorno para sí mismo. Ver: http://elpais.com/tag/corrupcion_politica/a/

La trampa de la política actual es pensar que todo se arregla con más leyes, más normas coercitivas, más cárcel y más sanción, cuando lo único que conseguiremos así será tener la mayor proporción de población política corrupta de Europa. La política sólo funcionará bien cuando sea libre, justa y meritocrática, y todo lo demás es una utopía.


Es claro que esta lista no es limitativa y está pendiente de todos aquellos casos de naturaleza local que no han transcendido a la opinión pública por los medios de comunicación o las redes sociales.

  U n socialista, no debería estar de acuerdo con el pacto entre socialistas en Cataluña. Cada persona mira a través de un cristal de di...