lunes, 21 de abril de 2014

De regreso



MI SENTIMIENTO TRÁGICO DE LA VIDA
Después de conocer por primera vez la Procesión del Silencio de Madrid, me vino a la cabeza la viñeta del Roto, en la que un encapuchado nazareno daba latigazos en la espalda desnuda de otro: He ahí la clarividente síntesis política de la crisis española y que cada cual sea capaz de sacar sus conclusiones. Pero a mí, y teniendo en cuenta todo lo que está cayendo, me vino a la mente la España de charanga y pandereta, de Machado. Una España implacable y redentora, España que alborea con un hacha en la mano vengadora, España de la rabia y de la idea.
Dejemos la sórdida procesión, sabiendo que es imposible añadir nada válido a lo expresado en la viñeta del El Roto sobre la Semana Santa. En la que una gran parte de esa España ha asumido la resignación, unos por tradición y otros por utopía mientras enaltecen lo imposible. Ambos le declaramos la guerra a lo posible. La derecha como siempre, quiere, puede y no duden que lo harán. No hay extrema derecha, para qué, la que tenemos la de siempre es más que extrema, es lo siguiente. Fiel a su tradición dando una dos o más vueltas de tuerca en la explotación, la marcha atrás y el retroceso: en eso son maestros. ¿Y los españoles? Pues contentos unos y agonizando otros, algunos empáticos pero no solidarios. Sin ganas de cambios: como siempre, al final en Uganda o en algún otro sitio están peor.
La mayor parte de todo el pensar y sentir de este país es el mismo. La capacidad de conocimiento, buen pensar, empatía, etc. no ha cambiado sustancialmente. Y casi todos estaban (y siguen estando) seguros de que cada uno piensa estupendamente como lo hace. Y que los que se equivocan siempre son los otros. Y con eso y un bizcocho se puede hacer un análisis bastante certero de lo que sucederá social-política-económicamente.
Viñeta de EL ROTO
Hay que escuchar la radio, la televisión, leer los periódicos, y luego no creerse nada de lo que dicen, hay que ir a contrastar las noticias a la calle escuchar a los vecinos a la familia, a los conocidos e incluso desconocidos. Sólo puedes llegar a una conclusión, que no existe solución para el paro ni tampoco para los que trabajan. No he oído a nadie que trabaje y que no esté acongojado pensando en el futuro incierto en “su” empresa. Van desapareciendo los contratos indefinidos, todos los contratos se hacen por tres o por seis meses, cada vez se contrata más gente como autónomos, lo que supone el ahorro para el empresario de la seguridad social que corre a cargo totalmente del trabajador. Van desapareciendo las indemnizaciones por despido. Los sindicatos se hacen los sordos y lo ciegos. “Eso es cosa de los trabajadores y la empresa”, dirán, es la nueva forma de “contrato social”. ¿Quiénes pueden pedir un crédito para comprarse una vivienda donde vivir? ¿Tienen garantía de que pueden vivir de alquiler sin temor a que algún día no puedan pagarlo?

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