El triunfo de los vulgares
Nos hemos convertido en un país mediocre. Hay que aceptar que la crisis que seguimos sufriendo ahora es más que económica, va más allá de los políticos, de la codicia de los banqueros o la prima de riesgo. Nuestros problemas no se terminarían solo: cambiando a un partido por otro. Debemos reconocer que el principal problema de España no el euro o la señora Merkel. Debemos reconocer, para después intentar corregirnos, que, nos hemos convertido en un país mediocre; y ningún país alcanza semejante condición de la noche a la mañana, ni tampoco en unos años. Somos el resultado de una cadena que comienza en la escuela y termina en la clase dirigente. Hemos creado una cultura en la que los mediocres son los alumnos más aventajados, los primeros en ser ascendidos en la oficina de lo público, los que más se hacen escuchar en los medios de comunicación y a los únicos que votamos en las elecciones sin importarnos lo que han hecho hacen o hagan. Cuya carrera política o profesional d