lunes, 15 de marzo de 2021

La compra de votos, clientelismo y corrupción

Fenómenos diferenciados.

Ciertos partidos políticos recurren a tácticas para ganar votos y alcanzar cargos de poder político. Los partidos de nuevo cuño suelen recurrir a métodos menos pulcros para ejercer presión o influir en los votantes. Dos actividades preocupantes son el clientelismo y la compra de votos. 

El clientelismo y corrupción como fenómenos diferenciados, pero que pueden llegar a ser interdependientes y superponerse en un plano empírico, dando origen a fenómenos híbridos de relaciones clientelares donde se ha producido corrupción política para financiar la maquinaria partidista y distribuir favores.

A pesar del aparente desapego de algunos políticos por el dinero, en la vida real no se puede hacer política sin dinero. En efecto, sin recursos económicos no existirían los partidos o las agrupaciones políticas y los políticos no tendrían posibilidades de convertirse en opciones de poder a través de las vías electorales.

Para atender estas necesidades económicas, la democracia ha venido afinando una serie de mecanismos legales de captación, utilización de recursos y rendición de cuentas. Sin embargo, también de emprender otras ilegales. A favor de esa transgresión actúan, además, la preocupante laxitud moral de algunos y la dependencia de otros con respecto al dinero de los “clientes”, y de los “clientes” respecto del dinero que manejan los políticos.

El punto de encuentro entre los políticos y el dinero no es ilegal per se. Hay numerosos casos de políticos intachables e incluso hay algunos que se autofinancian. Sin embargo, son demasiados los escándalos incentivados por una serie de facilidades, mal interpretadas y peor aplicadas que los llevan a transgredir la línea de la legalidad sin sanciones reales que los disuadan.

Pero, reconociendo lo nefasto de esas irregularidades, sería un error, con negativas consecuencias para la democracia, criminalizar “ab initio” las relaciones entre los políticos y el dinero. Hacerlo implica arrastrarlas a la ilegalidad, estigmatizarlas y prohibirlas, condicionándolas y pervirtiéndolas sin remedio. Los partidos políticos deberían disponer de mecanismos efectivos de control que sirvieran para determinar aquellos políticos que con las siglas de un partido se enriquecen de manera ilegal al rebufo del poder.

La experiencia nos ha ido mostrando que esos políticos, cuando están cerca de concluir sus mandatos, se vuelven a involucrar en la afanosa tarea de conseguir apoyos para buscar otro cargo para continuar en la dinámica política cerca del poder apoyándose en el clientelismo político y en la compra de votos de manera material o mediante promesas. Durante este tiempo, como se ha visto, el dinero juega un rol medular y la ideología se muestra inexistente para lograr sus objetivos espurios. 

Tenemos muestras recientes que, no todo el dinero público que reciben los políticos ingresa por vías legales. En efecto, es cada vez más claro que los candidatos se benefician del aporte legal que les corresponde y de las ventajas que el poder ofrece para captar dinero privado.

 

domingo, 6 de diciembre de 2020

A los que nacimos en los cuarenta del pasado siglo

 

AHORA, CASI TODOS JUBILADOS.

Pertenecemos a una generación que ha soportado cambios importantes. Una generación que sufrió la dura posguerra y todo un proceso de esfuerzo y trabajo para encontrarnos con una sociedad como la que estamos viviendo ahora.

La bonanza económica del mundo occidental fue colapsado por unos jóvenes que abarrotamos las aulas como nunca antes había sucedido. El tradicional elitismo universitario y académico coexistió con la popularización de la enseñanza. Hasta entonces eran pocos los que teníamos la oportunidad de formarnos, y la mujer estaba claramente discriminada en el sistema educativo.

Desarrollamos una juventud creadora que pretendía olvidar el tono épico-heroico y la alabanza de un pasado, para identificarnos con una espiritualidad liberadora. Debíamos romper los moldes con un proceso generacional anterior y lo logramos, para de esa manera poder identificarnos con un nuevo modo de vida.

Creamos, una nueva cultura adolescente que incluía una  forma de vestir, otro tipo de música y una nueva manera de entender la vida que fue creciendo y compitiendo con fuerza contra la adulta. Fue una época de lo nuevo, de la revolución en la moda. Las faldas de las chicas comenzaron a acortarse y los pantalones vaqueros vestían a la juventud. Importantes estrellas, como Elvis Presley, marcaron el comienzo de una nueva generación.

Nuestra generación, ahora, ya adentrada en el siglo XXI, y muchos de nosotros traspasamos la edad de la jubilación, seguimos desarrollando otro modelo de vida profesional alejada de la que nos habían marcado para la vejez. No nos sentimos "viejos", continuamos con ganas de seguir siendo útiles a la sociedad, disfrutamos con plenitud de cada día sin temor al ocio o a la soledad., porque después de años de trabajo, crianza de hijos, desvelos y sucesos fortuitos bien vale saber seguir disfrutando de la vida.

Con mayor o menor dificultad, pero no negamos a disfrutar de los avances tecnológicos como el ordenador o el móvil para poder seguir en sintonía con la juventud actual. Estamos estrenando una edad que todavía no tiene denominación, antes los de esa edad eran viejos y hoy ya no lo somos, hoy sin estar plenos físicamente, intelectualmente, recordamos la juventud, pero sin nostalgias. Celebramos la salida del sol de cada día haciendo planes de vida

lunes, 9 de noviembre de 2020

A cualquier político del gobierno local

AHORA, MÁS QUE NUNCA HACE FALTA LA CRÍTICA

La ausencia de moral política que esconden algunos de nuestros líderes políticos locales, la falta de claridad con la que actúan, los intereses que les mueven…, además de incertidumbre, producen desconfianza en los ciudadanos, pues descubren propósitos que no expresan ni las palabras ni escritos.

Cuando falta a la honestidad con la mentira, la careta desaparece y se pone de manifiesto la débil miseria del engaño. Es entonces cuando el postureo deja al descubierto al mentecato, que hay en cada uno de los que se dedican al arte de creerse hacer política.

El político que se considera un profesional deberia saber interpretar los mensajes, incluso los no verbalizados, pero cuando aparece el egoísmo las mentes se obnubilan. Porque no es buen político el que no es capaz de interpretar la realidad, sondeando el sentir de la calle del pueblo.

Cayo Cornelio Tácito, historiador y político, en una de las cartas a Plinio: “quien se enfada por las críticas, reconoce que las tenía merecidas". Para quienes ambicionan el poder no existe una vía media entre la cumbre y el precipicio”. Con el Coronavirus por medio, todos nos encontramos al borde del precipicio y sería una irresponsabilidad no dar un paso atrás para evitarlo. Los malos líderes desconocen qué significa el sentido de realidad y de la proporcionalidad; por no tener inteligencia política de ignorar los verdaderos valores de una parte de la sociedad pensante y quien así no lo entienda sucumbirá en su propia simpleza.

La ética política implica aceptar los retos que la ciudadanía demanda. 

Desde la legalidad de los medios, ambicionar el poder es legítimo, pero no a cualquier precio; la ambición desmedida, el ansia de poder y gobernar a cualquier precio demuestra la inmadurez de algunos políticos. No debemos olvidarnos de la lógica maniquea de “verdad y mentira” y centrarnos en la intencionalidad de quienes mienten; es decir, más que centrarse entre el arte de la mentira y la bondad de la verdad, hay que entrar en la intencionalidad de quien informa, qué es lo que pretende. Es demasiado frecuente que la ignorancia o ingenuidad del que lee o escucha, no sea capaz de distinguir o discriminar las noticias falseadas, que intencionalmente esconden falacias.

Cada vez son más los ciudadanos que, desilusionados y hartos con la situación de cansancio democrático, la banalización política y la incertidumbre que padecemos, estamos varados en medio del capricho y de las medias verdades de algunos políticos que contribuyen con ese comportamiento, a que mentira y corrupción son variables endógenas, es decir, variables que se condicionan recíprocamente. No es raro utilizar los sofismas, pretendiendo engañar o confundir a los ciudadanos con tal de conseguir los objetivos pretendidos; aunque lo nieguen

 

  U n socialista, no debería estar de acuerdo con el pacto entre socialistas en Cataluña. Cada persona mira a través de un cristal de di...