La compra de votos, clientelismo y corrupción
Fenómenos diferenciados.
Ciertos partidos políticos recurren a tácticas para ganar votos y alcanzar cargos de poder político. Los partidos de nuevo cuño suelen recurrir a métodos menos pulcros para ejercer presión o influir en los votantes. Dos actividades preocupantes son el clientelismo y la compra de votos.
El clientelismo y corrupción como fenómenos diferenciados, pero que pueden llegar a ser interdependientes y superponerse en un plano empírico, dando origen a fenómenos híbridos de relaciones clientelares donde se ha producido corrupción política para financiar la maquinaria partidista y distribuir favores.
A pesar del aparente desapego de algunos políticos por el dinero, en la vida real no se puede hacer política sin dinero. En efecto, sin recursos económicos no existirían los partidos o las agrupaciones políticas y los políticos no tendrían posibilidades de convertirse en opciones de poder a través de las vías electorales.
Para atender estas necesidades económicas, la democracia ha venido afinando una serie de mecanismos legales de captación, utilización de recursos y rendición de cuentas. Sin embargo, también de emprender otras ilegales. A favor de esa transgresión actúan, además, la preocupante laxitud moral de algunos y la dependencia de otros con respecto al dinero de los “clientes”, y de los “clientes” respecto del dinero que manejan los políticos.
El punto de encuentro entre los políticos y el dinero no es ilegal per se. Hay numerosos casos de políticos intachables e incluso hay algunos que se autofinancian. Sin embargo, son demasiados los escándalos incentivados por una serie de facilidades, mal interpretadas y peor aplicadas que los llevan a transgredir la línea de la legalidad sin sanciones reales que los disuadan.
Pero, reconociendo lo nefasto de esas irregularidades, sería un error, con negativas consecuencias para la democracia, criminalizar “ab initio” las relaciones entre los políticos y el dinero. Hacerlo implica arrastrarlas a la ilegalidad, estigmatizarlas y prohibirlas, condicionándolas y pervirtiéndolas sin remedio. Los partidos políticos deberían disponer de mecanismos efectivos de control que sirvieran para determinar aquellos políticos que con las siglas de un partido se enriquecen de manera ilegal al rebufo del poder.
La
experiencia nos ha ido mostrando que esos políticos, cuando están cerca de
concluir sus mandatos, se vuelven a involucrar en la afanosa tarea de conseguir
apoyos para buscar otro cargo para continuar en la dinámica política cerca del
poder apoyándose en el clientelismo político y en la compra de votos de manera
material o mediante promesas. Durante este tiempo, como se ha visto, el dinero
juega un rol medular y la ideología se muestra inexistente para lograr sus
objetivos espurios.
Tenemos muestras recientes que, no todo el dinero público que reciben los políticos ingresa por vías legales. En efecto, es cada vez más claro que los candidatos se benefician del aporte legal que les corresponde y de las ventajas que el poder ofrece para captar dinero privado.
Si se está refiriendo a nivel local de acuerdo. Si su oportacion se realiza para el estado habría que matizar.
ResponderEliminarEn líneas generales el clientelismo es una lacra que tiene mucho que ver con la fragilidad de los políticos. Algunos terminan cotizandose a la baja.