Pensamiento y responsabilidad

lunes, 9 de noviembre de 2020

A cualquier político del gobierno local

AHORA, MÁS QUE NUNCA HACE FALTA LA CRÍTICA

La ausencia de moral política que esconden algunos de nuestros líderes políticos locales, la falta de claridad con la que actúan, los intereses que les mueven…, además de incertidumbre, producen desconfianza en los ciudadanos, pues descubren propósitos que no expresan ni las palabras ni escritos.

Cuando falta a la honestidad con la mentira, la careta desaparece y se pone de manifiesto la débil miseria del engaño. Es entonces cuando el postureo deja al descubierto al mentecato, que hay en cada uno de los que se dedican al arte de creerse hacer política.

El político que se considera un profesional deberia saber interpretar los mensajes, incluso los no verbalizados, pero cuando aparece el egoísmo las mentes se obnubilan. Porque no es buen político el que no es capaz de interpretar la realidad, sondeando el sentir de la calle del pueblo.

Cayo Cornelio Tácito, historiador y político, en una de las cartas a Plinio: “quien se enfada por las críticas, reconoce que las tenía merecidas". Para quienes ambicionan el poder no existe una vía media entre la cumbre y el precipicio”. Con el Coronavirus por medio, todos nos encontramos al borde del precipicio y sería una irresponsabilidad no dar un paso atrás para evitarlo. Los malos líderes desconocen qué significa el sentido de realidad y de la proporcionalidad; por no tener inteligencia política de ignorar los verdaderos valores de una parte de la sociedad pensante y quien así no lo entienda sucumbirá en su propia simpleza.

La ética política implica aceptar los retos que la ciudadanía demanda. 

Desde la legalidad de los medios, ambicionar el poder es legítimo, pero no a cualquier precio; la ambición desmedida, el ansia de poder y gobernar a cualquier precio demuestra la inmadurez de algunos políticos. No debemos olvidarnos de la lógica maniquea de “verdad y mentira” y centrarnos en la intencionalidad de quienes mienten; es decir, más que centrarse entre el arte de la mentira y la bondad de la verdad, hay que entrar en la intencionalidad de quien informa, qué es lo que pretende. Es demasiado frecuente que la ignorancia o ingenuidad del que lee o escucha, no sea capaz de distinguir o discriminar las noticias falseadas, que intencionalmente esconden falacias.

Cada vez son más los ciudadanos que, desilusionados y hartos con la situación de cansancio democrático, la banalización política y la incertidumbre que padecemos, estamos varados en medio del capricho y de las medias verdades de algunos políticos que contribuyen con ese comportamiento, a que mentira y corrupción son variables endógenas, es decir, variables que se condicionan recíprocamente. No es raro utilizar los sofismas, pretendiendo engañar o confundir a los ciudadanos con tal de conseguir los objetivos pretendidos; aunque lo nieguen

 

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