Vivimos una infancia en la que jugar en la calle hasta que se encendían las luces era la norma

 


¡NUESTRA GENERACIÓN “X” MARCÓ UN ANTES Y UN DESPUÉS EN LA HISTORIA!

Me siento orgulloso de haber vivido en ese momento histórico, que supimos adaptarnos a cambios vertiginosos, manteniendo intacta nuestra esencia y nuestra capacidad para disfrutar de las cosas simples.

Un puente entre dos mundos: el analógico y el digital, el local y el global, el pasado y el futuro. Vivimos directamente grandes hitos históricos, como la llegada del hombre a la Luna o la caída del Muro de Berlín. Somos testigos privilegiados de eventos que dieron forma al mundo moderno. También actores de esos cambios, al abrazar nuevos valores y defender causas como los derechos civiles, la igualdad de género y la justicia social.

Vivimos una infancia llena de desafíos y creatividad, con mochilas que llevaban más que libros, transportaban sueños, esfuerzos y el bocata. Conocimos cómo las carencias no fueron obstáculo para vivir nuestra niñez feliz, rica en experiencias y aprendizajes. Con juegos en la calle, con amistades cara a cara y momentos compartidos, sin móviles, crearon lazos y recuerdos que perduran hoy.

La transición de lo analógico a lo digital fue una travesía emocionante, que supimos cruzarla con curiosidad y resiliencia. Desde las tardes de guateques, o de aquellas esperando frente a la radio para grabar una canción en casete, hasta el impacto de sostener un CD que parecía traer el futuro en las manos, cada avance fue recibido con la emoción de descubrir algo nuevo sin perder el aprecio por lo que ya tenían.

Esa capacidad de adaptación y la conexión profunda con nuestras raíces hacen de nuestra generación algo único: ya que aprendimos del pasado, abrazamos el presente y allanamos el camino para el futuro. Nuestro legado no fue solo el de una época de cambios, sino el de una lección viva sobre cómo enfrentar los desafíos con creatividad, humor y una enorme humanidad.

Nuestra infancia, llena de carencias en comparación con los estándares actuales, estaba repleta de riqueza en experiencias, aprendizajes y valores. crecimos en un mundo donde lo simple era suficiente, donde las relaciones eran más personales y las pequeñas incomodidades fortalecían el carácter. Esos recuerdos son un testimonio de una generación que aprendió a disfrutar, compartir y adaptarse con creatividad y humor. ¡Un tesoro imborrable!

 



 


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