Pensamiento y responsabilidad

lunes, 11 de abril de 2022

El sano “es un enfermo que se ignora”…

“No existen enfermedades, hay enfermos”

El desarrollo es visto como parte del progreso y el crecimiento económico que han alcanzado países del hemisferio occidental, donde el nivel de vida ha mejorado, pues el desarrollo no es más que el crecimiento sostenido de un modelo económico flexible, en el que el poder económico está presente. Tal vez por eso, el concepto de enfermedad ha ido variando a gusto de aquel que sustenta el “poder farmacéutico”.

Hasta 1974 la homosexualidad se consideraba una patología con  tratamiento, en ese año la Asociación Norteamericana de Psiquiatría decidió que la homosexualidad ya no era una enfermedad.

Ante el miedo a quedarse sin pacientes se incluyen distintos procesos biológicos. Los niveles usados en Alemania para detectar un exceso de colesterol revelan que más de la mitad de la población sufre de colesterol elevado. No entraré en polémica para indicar si  el colesterol es una enfermedad o no, pero ¿cómo se va a considerar patológico aquello que incluye a un alto porcentaje de la población? No es el único caso, hablan de la osteoporosis, proceso asociado al envejecimiento y por tanto normal en personas de edades avanzadas. Igualmente  con de la disfunción eréctil a cierta edad, y para hablar del porcentaje de individuos que la padecen tienen en cuenta todos los rangos de edad, así se obtienen porcentajes abrumadores que logran su propósito, asustar a la población. Hace poco, en 1998, se da nombre al Síndrome de Sissi, para describir a pacientes depresivos, que deben tratarse con psicotrópicos aunque su abatimiento quede encubierto por un comportamiento activo y positivo en la vida. 

Una de las máximas que  se aprende rápidamente en el ejercicio de profesión de la Medicina, es que no hay enfermedades, sino enfermos. También aprenden que la enfermedad se puede manifestar de mil y una maneras, con toda una abundancia de síntomas diferentes que parten de un tronco común que es la enfermedad. 

El Dramaturgo francés Jules Romains, en 1924 escribió una obra de teatro, que resumiré sin perder su esencia.

A principios del siglo XX, un médico llamado Knock se encargó de quitar de la cabeza de las personas la idea de la salud. Este francés creó un mundo donde sólo había pacientes: “Toda persona sana es un enfermo que se ignora”. Knock empezó a ejercer en un pueblo  llamado Saint Maurice. Sus habitantes estaban sanos y no iban al médico. El antiguo médico del pueblo, comunicó a su colega recién llegado que tendría poca clientela y mucha tranquilidad. Pero Knock no estaba dispuesto a conformarse con eso y decide inventar enfermedades, es decir, hacer creer a personas sanas que son enfermos, debido a que conviven con seres microscópicos que pueden dañarles, ocultando el otro lado de la verdad, esos seres microscópicos siempre han estado ahí.

Pero de inventar enfermedades a lograr que la gente las padezca hay un proceso. Knock habla con el maestro y contrata al pregonero, y le hizo anunciar que el doctor invitaba a todos a una visita gratis “para limitar la inquietante propagación de enfermedades de todo tipo que desde hace unos años  se extiendan por la región, antaño tan sana”.

La sala de espera se llenó hasta los topes. Knock diagnosticó síntomas extraños e inculcó a los aldeanos la necesidad de un cuidado permanente. A partir de entonces, muchos guardaron cama y lo único que tomaban era agua. La aldea parecía un hospital: de personas sanas sólo quedaban las justas para cuidar a los enfermos. El farmacéutico se convirtió en un hombre rico, al igual que el hostelero, cuyo mesón se utilizaba a pleno rendimiento como hospital de campaña, abierto veinticuatro horas al día.

No sólo Romains concibe a las personas sanas como enfermos en su desconocimiento de la enfermedad, según Voltaire, el arte de los médicos consiste en divertir al paciente hasta que la naturaleza lo cure. Thomas Sydenham, un médico inglés, partía de la premisa de que las enfermedades se pueden encontrar igual que una especie animal o vegetal, están en la naturaleza esperando que un médico las descubra. La Medicina ha ido avanzando de forma paralela a la sociedad, hermanada con la industria farmacéutica y regida por la ley de mercado. Bien, analicémoslo por pasos y apoyándonos en la obra del doctor Knock.

Nadie me negará que  en la época en la que vivimos y a la que se ha descrito como la era de la información, todo es mucho más sencillo. Cada día nos saturan con publicidad sobre miles de medicamentos que cada vez tienen un espectro más amplio, la “aspirina” en un principio se utiliza para paliar los dolores de cabeza, ahora los anuncios ya nos dejan ver que también sana los dolores musculares y las agujetas (antes paliadas con agua con azúcar), pero no solo son anuncios los que nos dejan ver pastillitas que sanarán todos nuestros males, no son éstos los únicos sistemas para informarnos de los riesgos que sufrimos al no ingerir drogas que todo lo curan, cada cierto tiempo aparece una campaña “Por la prevención de los riesgos cardiovasculares” “Contra la osteoporosis” con un sinfín de médicos, enfermeros y demás personal que actúan a modo de feriantes recorriendo las ciudades, cual circo, para acercar a la gente los problemas a los que se enfrentarán si no se someten a revisiones periódicas, para que les diagnostiquen aquello que es lógico debido a su edad. Y los medicamentos bombardean a la sociedad sugiriendo una vida mejor, atados a una pastillita al día. Las series de televisión, los anuncios por cualquier medio, el boca a boca…han logrado que no podamos vivir alejados de una píldora, quizá los niños de primaria no sepan cuando se pone b o v, pero sin duda saben para que se utiliza la aspirina.

Así es como Knock se enriquece a base de crear enfermos, que acuden a sus consultas ante el más mínimo imprevisto. Igual ocurre en la actualidad y cuando las enfermedades no causan el suficiente temor, ya se encargan de hacer que temblemos, …No hay peligro de que los enfermos disminuyan, la imaginación da para crear nuevos síndromes: el síndrome postvacacional, la narcolepsia, el trastorno del sueño por turnos de noche, la hiperactividad…

La enfermedad existe, es una realidad incuestionable después del Coronavirus, pero también existe toda una “parafernalia” en su entorno que hace imprescindible la medicina en cualquier caso para que no sea un “enfermo que se ignore”. Los beneficios de la industria farmacéutica asustan en cuanto a la cantidad de ceros; Bayer Hispania con un gasto en investigación y desarrollo de 28 millones de euros tuvo un importe neto de cifra de ventas de 1.285.000.000 euros. Estas cifras descubren el gran negocio de las farmacéuticas.

En la actualidad vivimos en un estado de enfermedad permanente, es decir, no existe gente sana sino aquella a la que aún no se le ha detectado ninguna enfermedad o patología.  La medicina crece a pasos agigantados, reconociendo cada vez un mayor número de síndromes y enfermedades, muchos de ellos de dudoso valor científico. La medicina avanza pero le acompaña la industria farmacéutica.


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