El Coronavirus nos llevará a un nuevo Renacimiento.
El “capitalismo” se ha roto. Sus esquirlas mortales saltaron sobre un mundo que se creía desarrollado.
El momento sociológico que vivimos,
con el maldito Coronavirus en medio, y la disponibilidad de tiempo para pensar
nos pueden permitir navegar en el mar de las ideas filosóficas y llegar con
nuestros propios argumentos a un lugar que nos parecería imposible asediar hace
pocos meses.
El
renacimiento del capitalismo en la posguerra, y en particular el ímpetu hacia
la globalización después de la Guerra Fría, resucitaron la Esperanza en las
capacidades reguladoras de los mercados. Hoy, a más de una década de la crisis
financiera global, esta Esperanza está otra vez en crisis. Ahora que vuelve a
afirmarse la tendencia natural del capitalismo al estancamiento.
El
ascenso de una derecha racista, en un capitalismo influyente, la fragmentación
del centro político y el aumento de tensiones geopolíticas son síntomas de la
descomposición del capitalismo. Ahora la presencia del Coronavirus y de sus
consecuencias demoledoras nos han lleva a un planteamiento ideológico más
apegado a proyectos neo renacentistas que capitalistas.
Esa
clase de capitalismo que creía en una especie de mano invisible y en la autorregulación del mercado ha
desembocado, sin gloria alguna, y habrá que tomar conciencia de ello, en la crisis
financiera que Estados Unidos y el fenómeno del Covic 19 está viviendo
dramáticamente, que es la de un modelo que quisieron imponer al mundo. Crisis
que está teniendo hoy reflejos muy graves en Europa, en Rusia, en China y en
otras regiones, ya que no es más que una mera cuestión de tiempo. Vivimos los coletazos
del imperio capitalista. Al menos su equivalente moderno. El mundo habita un
gozne de tiempo que llevará al ser humano a un nuevo Renacimiento. El
capitalismo actual ha ido demasiado lejos y se ha roto, fracturado y sus esquirlas
han saltado como proyectiles mortales sobre millones de personas, de un mundo que
se creía desarrollado
Hay
que reformar el sistema económico actual. Se llame capitalismo progresista, socialismo participativo o democracia de
capital. Lo innegable es que el sistema imperante y decadente tiene fallos.
El capitalismo nos ha traído más trabajadores en la pobreza, crisis bancarias, la
mayor desigualdad de la historia, un populismo fascista y las cenizas de la
emergencia climática. Además, el
sistema, está cercando a las clases medias, que es la base para medir una
prosperidad bien repartida.
El
capitalismo hoy, entendido también como un sistema de poder, sigue poniendo en
peligro la existencia de la vida en la Tierra. Necesitamos una “economía del
afecto”. Una que no ignore, a la mayoría de la Humanidad: los niños y las
mujeres. Ni el trabajo esencial que éstas desempeñan. A veces sin ser
retribuido, a veces infra pagado. Un sistema que entienda que tal vez el único
oficio real que existe desde que el hombre aprendió a sentir es cuidar de sus
seres queridos. El auténtico sistema socioeconómico del siglo XXI.
Bertolt
Brecht el dramaturgo y poeta alemán, más influyentes del siglo XX, sentenció: “una nueva sociedad democrática no es una
fantasía idealizada. “Es cierto que aún no estamos en una era de cambio
sistémico. Sin embargo, de manera constante pero segura, y en medio del dolor y
las negativas propuestas populistas, se están creando movimientos políticos,
ambientales, raciales y culturales, así como nuevos esfuerzos de estructura
institucional, orientada a una posible reconstrucción a largo plazo”. Vibra en
el aire una necesidad de cambio. Porque algunos peligros se conocen desde hace
tiempo. “
Gracias por una visión optimista!!!
ResponderEliminarDios te oiga y las amenazas de dictaduras y yo primero, se diluya...
Ojalá, pudiera ser posible que está lamentable experiencia nos pueda servir para tomar una nueva conciencia de lo que necesita nuestra sociedad. Afuera dictadores,dictadorcillos y dictarodazos repartidos por los lugares del mundo. Rusia,China, Usa....
ResponderEliminarLa conciencia solidaria y los valores morales son incompatibles con el capitalismo que nos inunda.