Pensamiento y responsabilidad

lunes, 9 de abril de 2018

España castiga poco a los politicos corruptos

No penalizamos a los políticos sospechosos.
La persistencia de la podredumbre en nuestras instituciones son múltiples, pero una de las causas principales se encuentra en la ausencia de un castigo en las urnas a aquellos representantes que incurren en comportamientos delictivos o, al menos, poco éticos.
El Financial Times, un prestigioso periódico británico con especial énfasis en noticias internacionales de negocios y economía, indicaba hace algunos meses que lo más sorprendente en España es que los votantes no penalizan a los políticos corruptos en las urnas. España es uno de los países en los que se percibe que la corrupción es mayor y se enfatiza la necesidad de aplicar reformas para atacar el problema. Sorprendentemente, es también el país donde los ciudadanos afirman que la corrupción afecta más a su vida diaria, pero ¿por qué los ciudadanos siguen votando a políticos corruptos?
La mala gestión  política ha sido un asunto insistente en este blog y también en la mayoría de los medios de comunicación durante los últimos tiempos. Hay una larga lista de casos de corrupción política. Los EREs inauditos del gobierno andaluz, la financiación ilegal de Convergencia i Unió, pasando por el caso Gürtel y los casos poco claros a nivel municipal; los abusos de poder y el enriquecimiento ilícito por parte de nuestros representantes parecen extenderse por todos los niveles territoriales y partidos políticos. La perspicacia de la corrupción y el fraude como uno de los principales problemas de España ha sido documentada a nivel internacional, que sitúa a España con un punto negro entre los países de la UE.
La persistencia de la corrupción en los comicios locales, a un elevado porcentaje de los alcaldes sospechosos de corrupción no se les pasó factura importante en las urnas. Esta pauta contrasta con una visión normativa de la democracia en que esperaríamos que las elecciones sirvieran como mecanismo de control de los políticos cuya actuación es perjudicial para sus votantes.
La magnitud del castigo electoral depende del tipo de corrupción de que ha sido acusado el político. Aquellos casos de corrupción que produjeron, al menos en el corto plazo, un enriquecimiento general del municipio no generaron ningún tipo de consecuencias electorales.
En un sistema democrático que funciona correctamente, los votantes podrán evaluar las acciones de los políticos y recompensarles (o no) por ellas con su voto en las siguientes elecciones. Pero cuando los votantes no tienen información sobre el desempeño, NO HAY TRANSPARENCIA, y las acciones de los políticos que les representan, no pueden penalizarles o recompensarles en las urnas. Un blog independiente como este, puede dar este tipo de información a los votantes, pero en muchos casos serían necesarias auditorías e investigaciones más detalladas accesibles para los ciudadanos.
Este aspecto, entre otros, tiene consecuencias para cualquier programa de lucha contra la corrupción. Desde hace años, las instituciones internacionales han primado la transparencia y la difusión de información como vía para reducir los niveles de abuso por parte de los políticos. Sin embargo, lo que se deduce de nuestros resultados es que la disponibilidad de información creíble sobre las irregularidades cometidas por el alcalde o alcaldesa no constituye una condición suficiente para asegurar la penalización electoral. De ahí que, aunque sea deseable, una simple mejora de la transparencia puede no ser lo bastante efectiva como mecanismo de control. Al menos no lo será en un nutrido grupo de casos en los que los votantes exculpan conscientemente a sus representantes en las urnas. Para esos casos, deberemos seguir confiando en sistemas de rendición de cuentas que hagan énfasis en la persecución judicial. Pero insisto, debe considerable imprescindible la TRANSPARENCIA, que los politicos se enteren definitivamente que sera muy dificil funcionar sin ella.

Para finaliza, los políticos deben saber que una mentira descubierta significa echar por tierra la credibilidad futura para siempre

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