España castiga poco a los politicos corruptos
No penalizamos a
los políticos sospechosos.
Para finaliza, los políticos deben saber que una mentira descubierta significa echar por tierra la credibilidad futura para siempre
La
persistencia de la podredumbre en nuestras instituciones son múltiples, pero
una de las causas principales se encuentra en la ausencia de un castigo en las
urnas a aquellos representantes que incurren en comportamientos delictivos o,
al menos, poco éticos.
El Financial Times, un prestigioso
periódico británico con especial énfasis en noticias internacionales de
negocios y economía, indicaba hace algunos meses que lo más sorprendente en
España es que los votantes no penalizan a los políticos corruptos en las urnas.
España es uno de los países en los que se percibe que la corrupción es mayor y
se enfatiza la necesidad de aplicar reformas para atacar el problema.
Sorprendentemente, es también el país donde los ciudadanos afirman que la
corrupción afecta más a su vida diaria, pero ¿por qué los ciudadanos siguen
votando a políticos corruptos?
La mala gestión política ha sido
un asunto insistente en este blog y también en la mayoría de los medios de
comunicación durante los últimos tiempos. Hay una larga lista de casos de
corrupción política. Los EREs inauditos del gobierno andaluz, la financiación
ilegal de Convergencia i Unió, pasando por el caso Gürtel y los casos poco
claros a nivel municipal; los abusos de poder y el enriquecimiento ilícito por
parte de nuestros representantes parecen extenderse por todos los niveles
territoriales y partidos políticos. La perspicacia de la corrupción y el fraude
como uno de los principales problemas de España ha sido documentada a nivel
internacional, que sitúa a España con un punto negro entre los países de
la UE.
La persistencia de la corrupción en
los comicios locales, a un elevado porcentaje de los alcaldes sospechosos de
corrupción no se les pasó factura importante en las urnas. Esta pauta contrasta
con una visión normativa de la democracia en que esperaríamos que las
elecciones sirvieran como mecanismo de control de los políticos cuya actuación
es perjudicial para sus votantes.
La magnitud del castigo electoral
depende del tipo de corrupción de que ha sido acusado el político. Aquellos
casos de corrupción que produjeron, al menos en el corto plazo, un
enriquecimiento general del municipio no generaron ningún tipo de consecuencias
electorales.
En un sistema democrático que funciona
correctamente, los votantes podrán evaluar las acciones de los políticos y
recompensarles (o no) por ellas con su voto en las siguientes elecciones. Pero
cuando los votantes no tienen información sobre el desempeño, NO HAY
TRANSPARENCIA, y las acciones de los políticos que les representan, no pueden
penalizarles o recompensarles en las urnas. Un blog independiente como
este, puede dar este tipo de información a los votantes, pero en muchos casos
serían necesarias auditorías e investigaciones más detalladas accesibles para
los ciudadanos.
Este aspecto, entre otros, tiene
consecuencias para cualquier programa de lucha contra la corrupción. Desde hace
años, las instituciones internacionales han primado la transparencia y la
difusión de información como vía para reducir los niveles de abuso por parte de
los políticos. Sin embargo, lo que se deduce de nuestros resultados es que la
disponibilidad de información creíble sobre las irregularidades cometidas por
el alcalde o alcaldesa no constituye una condición suficiente para asegurar la
penalización electoral. De ahí que, aunque sea deseable, una simple mejora de
la transparencia puede no ser lo bastante efectiva como mecanismo de control.
Al menos no lo será en un nutrido grupo de casos en los que los votantes
exculpan conscientemente a sus representantes en las urnas. Para esos casos,
deberemos seguir confiando en sistemas de rendición de cuentas que hagan
énfasis en la persecución judicial. Pero insisto, debe considerable
imprescindible la TRANSPARENCIA, que los politicos se enteren definitivamente
que sera muy dificil funcionar sin ella.
Para finaliza, los políticos deben saber que una mentira descubierta significa echar por tierra la credibilidad futura para siempre
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