Pensamiento y responsabilidad

lunes, 4 de diciembre de 2017

Acusó al independentismo de haber despertado el fantasma del fascismo


Indalecio Prieto: “El separatismo sería el suicidio por asfixia”
A comienzo del siglo pasado XX se constituyen los partidos políticos nacionalistas auspiciados por la poderosa burguesía oligarca catalana. Esta élite de poder afincada en Barcelona, cuyos privilegios medievales les habían convertido en Grandes de España, muestran desprecio hacia todo lo español desde una posición insolidaria con tintes fascistas.
El auténtico nacionalismo conservador catalán se desarrolla a finales del siglo XIX generando un germen de identidad de lo que ahora supone la oligarquía catalana En este periodo comenzó la Diada. En 1888 se construye la estatua a Casanova, que ahora sería testigo de los actos reivindicativos del nacionalismo catalán, conmemorando la caída de los catalanes en la guerra de Sucesión.
Antoni Rovira i Virgili, uno de los pioneros del catalanismo, en su libro La nacionalització de Catalunya (1914) escribía que la relación entre Cataluña y España está contrastada por "una oposición espiritual", y que la inmigración es un factor anti catalán, proponiendo una decidida política de defensa de la lengua y la asimilación lingüística de los inmigrantes.
A pesar de todo, toda la documentación que existe sobre la historia de Cataluña, así como todos los historiadores imparciales, la encuentran íntimamente ligada a la historia de España, como para no poner en duda que siempre ha sido parte de ella. Por eso, nunca entendí como Pablo Iglesias, representante de una izquierda anticapitalista, adoptara una postura tan ambigua en el asunto del Independentismo Catalán. Ahora el secretario general de Podemos en Sant Adrià de Besòs, acusó al independentismo de haber despertado el fantasma del fascismo como la mayor amenaza para la democracia. Asegurando que habían “fracasado” por prometer un proyecto político que “sabían que era mentira”.
No deja de sorprender que una buena parte de la izquierda política catalana haya optado por el independentismo ya que la tradición ideológica de los partidos vinculados al movimiento obrero fue siempre la de primar la solidaridad de clase entre los trabajadores por encima de las lealtades patrióticas. No obstante, es bien sabido que tal principio genérico se rompió a nivel internacional en fecha tan temprana como 1914.
Sin embargo el coordinador federal de Izquierda Unida no ve "coherente" ser "independentista y comunista" en el contexto catalán, un polarizado conflicto de "guerra de banderas. Por definición y desde su origen, la izquierda no es nacionalista sino internacionalista, propugna la unión de los pueblos y no su separación. Sus ideales: libertad, igualdad de oportunidades, justicia social y solidaridad.
Convendría que la izquierda actual aprendiera de Indalecio Prieto, buen conocedor del nacionalismo vasco, cuya pulsión independentista estaba, según él, condenada al fracaso. “El separatismo sería el suicidio por asfixia, y los pueblos no se suicidan”.

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