El PSOE y el descredito profundo



Quien piense que el PSOE sale reforzado de la jornada del 1 de octubre es un ingenuo.
La misma ingenuidad de quien creyó a Susana Díaz cada vez que decía que no tenía aspiraciones de ir a Madrid, que su sitio estaba en Andalucía. El primero de octubre de 2016 pasará a la historia del PSOE como uno de los más negros de su centenaria vida.
Unidos Podemos, que estaba empezando decaer por el NO de Pedro Sánchez, puede hacer su agosto este mismo mes a partir de que el nuevo PSOE se abstenga. La fuga de votantes de izquierdas del PSOE a sus filas puede darle el oxígeno del resto de la izquierda que tanto ha perseguido durante los últimos meses.
Con el giro político hacia la derecha dado por el periódico El País, se necesitan medios de comunicación de izquierda capaces de llenar el vacío político que tiene un sector importante de la sociedad española. Sería necesario un periódico en soporte papel y una televisión que se escaparan al control del PODER, para que se superara la enfermedad del discurso único.
El 1 de octubre de 2016 pasará a la historia del PSOE como uno de los más negros de su centenaria vida. Una guerra fratricida que lleva meses librándose y que en la última semana dio el salto al cuerpo a cuerpo. La brutalidad con que ayer se auto inmolo el PSOE haciéndose un daño difícilmente reparable fue sobrada. Lo hizo con la navaja afilada e evidenció falta de democracia interna. Es incomprensible que el partido siga secuestrado por gente como Felipe González, que sabe cuándo utilizar los medios, a su entera disposición, para agitar a las masas aborregadas.
Pero pese a la derrota, Pedro Sánchez goza ahora mismo de las simpatías de la mayoría de militantes y votantes y podría, sin ningún género de dudas, presentarse a las primarias a secretario general si las convocan, que está por ver. Las bases socialistas no deberían consentir esto. Tal vez por eso la militancia, que es realmente la savia del PSOE, no debería tolerar que se tomen decisiones tan trascendentales para el partido y para el país ninguneándoles de ese modo. Ayer fue un día de alegría para todos los poderes económicos que manejan el país, como la CEOE, y demás miembros de una élite que nos llevan a pique. En cambio, fue una jornada triste, muy triste y desesperanzadora para cualquiera con un mínimo de conciencia social.
Susana Díaz y los críticos se salieron con la suya, pero han dejado un PSOE inmerso en el descredito más profundo tras días de traiciones, artimañas y navajazos. Todo un suicidio político con el objetivo de facilitar la investidura de Mariano Rajoy. Ahora Javier Fernández será el encargado de manejar al PSOE hasta conducirlo definitivamente a la irrelevancia. Susana Díaz va a necesitar mucho más que ese apoyo mediático de pago que ha recibido hasta ahora para reflotar su imagen. Y si ese respaldo viene del periodismo de derecha más rancio, que aplaudió con las orejas el regreso del PSOE a posiciones más centristas.
Ahora en el fragor de la lucha fratricida yace sobre todo la militancia socialista, que con Pedro Sánchez, y queda como dueña y señora del PSOE y que a partir de ahora tendrá también destacados empresarios del Ibex 35 y editores con tentaciones de mandar en Ferraz. Es decir, los mismos que han avalado –y han aliñado- el golpe político contra Pedro Sánchez y a favor de la investidura de Mariano Rajoy.

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