“Pantalloenbrutecidos”



Ojala surja un movimiento joven de objetores del móvil.
El mercado infantil, es un enorme caladero de consumo más o menos descontrolado, casi un 90% de menores de 15 años tiene móvil. En España, cerca del 30% de niños y niñas de 10 años y breve, serán una excepción los adolescentes “desmovilizados”. Los jovencitos tienen en las manos una vara mágica, conectada a sus neuronas y a las yemas de los dedos. La mayoría de los adultos lo que tenemos es un chirimbolo con el que pelearnos con más o menos torpeza.

La imagen durante el recreo
Es una realidad, el teléfono móvil forma parte de nuestras vidas, es imposible desterrarlo por completo. La conexión a internet puede ser útil en según qué situaciones Las redes sociales conllevan riesgos. Una metedura de pata te puede costarnos la reputación. Si nosotros, adultos con experiencia, nos lo pensamos una y tres veces a lo hora de escribir un tuit, ¿tiene la madurez suficiente un niño de 9 años para subir una foto en Internet? ¿Y si cuelga de manera inocente la foto de su hermana llorando y se convierte en objeto de burlas en el colegio? La red que arrasa entre los jóvenes con imágenes inapropiadas, perfiles falsos creados para desacreditar a compañeros... 
 
Es cierto que estamos ante una generación de indígenas digitales y no podemos permanecer ajenos a las tecnologías, pero creo que en ocasiones las cosas se nos están yendo de las manos. ¿Es normal que un tierno infante cuente ya con su propia tableta? ¿Y qué niños cinco años exijan el móvil? ¿Y que con nueve tengan ya su cuenta en Twitter o Facebook?
 
Como en casi cualquier aspecto educativo, una imagen vale más que mil palabras. Los niños imitan y asimilan lo que ven a su alrededor, así que con el móvil no va a ser distinto. Si no queremos que sean niños “pantalloenbrutecidos” no debemos serlo nosotros. O al menos, no cuando estemos con ellos: durante las comidas, en el tiempo que les ayudamos a hacer los deberes... Obligarnos a dejar el móvil a un lado y dedicar toda nuestra atención al tema que nos ocupa con el niño, puede ser un buen comienzo. Y no solo por una cuestión de autoridad. Existen argumentos científicos para probar que la adición de los adultos al móvil repercute en el desarrollo cognitivo o en la autoestima de los menores. Además, cuanto más tiempo pasemos delante de una pantalla, peor será nuestro humor.
Esa idolatría desenfrenada, compartida por mayores y menores que utilizan el móvil para todo como si se tratara del Oráculo de Delfos. Esa falacia de asociar la pantalla del móvil con el conocimiento último de la verdad. Hay comunidades donde se ha recortado en recursos educativos y que luego alardean de iniciativas “innovadoras” consistentes en repartir gratis tabletas al alumnado. La escuela debería ser declarada espacio libre de “pantalloenbrutecidos”. El lugar donde se aprende con esfuerzo de investigación personal, con sonda de profundidad y no en fragmentos superficiales que no profundizan en la realidad de las cosas.

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