jueves, 28 de julio de 2016

Un paseo de la memoria por el colegio INFANTA MARIA TERESA 6

Los “trompitos” del Infanta
En aquel tiempo de las sesenta, una etapa durante la cual aún se sentían coletazos de la posguerra, los "gabrieles" o garbanzos, una vez cocidos permanecían recios, pero que había que comer para mantenerse en forma proteínica. Se solían acompañar con cualquier cosa que se pegara al riñón. A la vista de los “trompitos del Infanta” cantábamos aquella cancioncilla de: “No existe tía más guarra, que la patrona mía, nos pone por judías, bolitas de alcanfor. Y de segundo plato mosquitos trompeteros, que saltan en el plato, al compás del cucharón….”.

Los trompitos del Infanta
Trompitos y Ragú, un guiso de estofado de trozos de carne, eran comidas habituales en la dieta de medio día. Algún alumno a forma de catapulta colocaba algún trompito en la cuchara y lo lanzaba a otro con el riesgo que si le pillaban deberia sacrificar el siguiente domingo. Desde luego los garbanzos eran muy alimenticios ya que están compuestos por hidratos de carbono.
Las legumbres en general eran uno de los grandes atractivos de los estraperlistas españoles hasta el acuerdo de España con Estados Unidos. A partir de ese momento, se produce una mejora en la alimentación de los españoles, ya que finaliza el bloqueo a que los habían sometido los países que habían intervenido en la Segunda Guerra Mundial. Los potajes fueron la gran línea argumental de la alimentación de la posguerra y en mi casa no fueron ninguna excepción, sino todo lo contrario. Acompañados de bacalao, se hicieron imprescindibles durante muchos años en la Semana Santa, cuyo único secreto era una cocción muy lenta. Estos potajes tenían además grandes ventajas como que se podían comer de un día para otro
La merienda siempre resultaba monotemática carne de membrillo o un chocolate malo, malo que se acompañaba con un “chusquito de pan”. Algunos internos asistían el pan con chorizo de la matanza del pueblo, yo recuerdo un chorizo que guardaba Alejandro de las Casas de Estorninos un pueblo de Cáceres, buenísimo, al que siempre reclamaba un trocito que el partía con una navajita. Navajita que valía lo mismo para cortar el chorizo, afilar un palo de madera o clavarla en el suelo.
Recuerdo a un compañero interno cuyo nombre era Elías, no memorizo el apellido. Que jugaba al frontón maravillosamente con un  externo que se llamaba Valeriano García Fernández, santanderino. Jugaban con una pelota confeccionada con el hilo gris derivado de deshacer unos  calcetines que se les entreg
aba a los internos como ajuar. Esta pelota de frontón encerraba una canica resultando una bola dura, dura que algunas veces, los menos, forraban con badana de cuero. Este resultado artesano fortalecía la palma de la mano hasta hacer un callo.

4 comentarios:

  1. Antonio Rodriguez Gil28 de julio de 2016, 0:47

    Has nombrado a Elías, muy buen jugador de frontón, que falleció estando en el colegio, quizás este dato lo desconoces al haber sido externo, pero a los que le conocíamos, nos causó un buen disgusto se desaparición y como lo vimos en sus últimos días en el Hospital Militar de Maudes. Un saludo.

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  2. Miguel Angel Barroso Lanza28 de julio de 2016, 12:43

    Los trompitos.............duros como piedras pero que no estaban mal, por aquello de "A buen hambre no hay pan duro".
    Elias Cesar Prieto Alvarez, natural de Astorga y que fallecio de cancer en el hospital de Maudes, cuando estabamis en 5° curso de bachiller.
    Era bueno jugando a frontón aunque Valeriano lo superaba; no en vano,,junto con su hermano Angel, fueron campeones de Madrid.
    Con Angel he mantenido una buena amistad hasta su fallecimiento en Tenerife hace unos años.

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  3. habeis mencionado a Elias Cesar Prieto Álvarez, yo me he acordado de él y me sigo acordando porque como recordareis, yo estaba ayudando a Esteban Amo en la ropa (recogida y entrega de la ropa personal) y me mandaba ir al hospital a llevarle la muda y demás que necesitara, por lo que mi visita se hizo mas frecuente, luego, cuando falleció, efectivamente su velatorio en la morgue fué muy triste, ya no recuerdo como se lo llevaron ni donde le dieron sepultura. Que pena con tan tierna edad. Saludos a todos

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  4. Marcelino García Blanco1 de octubre de 2017, 13:34

    Después de muchos años, la semana pasada entre al colegio (que me dijeron que ya no es colegio), alguien sabe que es ahora. Lo que si estaba claro, es que había mucha obra, (porque después de tantos avatares, alguien puede que haya hecho negocio, o a lo mejor es que soy muy mal pensado)

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