El catalanismo excluyente
En la Cataluña plural no se puede imponer un sentimiento nacionalista excluyente.
Me recuerda al nacionalismo de la Serbia de Milosevic.
Tampoco me gusta que desde Madrid se acerve el sentimiento anti catalanista.
Creo que ahora se está actuando con más prudencia desde el Gobierno, pero se
han dicho muchas barbaridades.
El PSOE y el PP han utilizado
indistintamente a los partidos nacionalistas cuando les ha hecho falta. En ese
sentido, el nacionalismo catalán está alimentado por todo lo que se les dio
desde el Gobierno central y por el odio y la fobia catalana que determinados
sectores políticos y mediáticos han creado. Aprovechado con un victimismo
tremendo de una burguesía decadente y bastante corrupta, como es la que ha
gobernado Cataluña a lo largo de este tiempo, han podido tapar sus vergüenzas y
lanzar un proceso que realmente nadie sabe dónde les va a terminar.
Me preocupa, sobre todo porque es un
nacionalismo muy excluyente. Ese nacionalismo pactó y gobernó con el PSOE y el
PP durante muchos años. Ahora se han radicalizado. Lo cierto es que el propio
Jordi Pujol, que era considerado como un hombre de estado, además de sus
miserias personales, ha tomado una deriva que le lleva a un callejón sin
salida. Me preocupa la ruptura que esta deriva del nacionalismo catalán está
provocando. Las cosas solo se pueden solucionar si hay diálogo. Yo soy
partidario de que haya diálogo y no lo ha habido. Sentaos hay en todos los
sitios. Espero que se rectifique a tiempo y decidan sentarse para encontrar
puntos de acuerdo. Debe haber renuncias de todos. No es bueno tampoco
petrificar la Constitución y utilizarla como un arma arrojadiza.
Lo que no hay es voluntad. Mariano
Rajoy representa el inmovilismo. Nunca ha hecho reformas allí donde ha estado.
Por su manera de ser y de pensar, no se va a meter en un proceso así. Ahora
mismo no es viable. Sin embargo, un Parlamento más fragmentado, que
aparentemente puede generar más problemas de gobernabilidad, puede facilitar
que se impulsen cambios. El PP no puede utilizar sus millones de votos como una
excusa, como un veto que impida las reformas. Eso sí que podría generar
reacciones sociales muy fuertes. De todas formas, hay cosas que no requieren un
cambio normativo, sino recuperar el espíritu constitucional. La Constitución
refleja que España es un Estado social y democrático de derecho. Eso se ha
olvidado y hay que recuperarlo. La libertad, la justicia, la igualdad y el
pluralismo político son valores fundamentales de la Constitución del 78. Esta
crisis ha servido también como una excusa magnífica para un Gobierno con un
poder casi absoluto, que ha hecho reformas que respondían a planteamientos
ideológicos con intereses bastardos. Eso hay que
revertirlo.
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