Aguantamos sin rechistar y…



¿No tenemos nada que ver?
A Los medios de confusión sustentados por el dinero de los grupos de presión confundiendo a la opinión pública; a los periodistas, tertulianos e "intelectuales" vendidos y a los políticos elegidos para hacer una cosa y que hacen la contraria.
En este pueblo además de políticos y quienes quieren a toda costa hacer política hay otra gente, otros ciudadanos que trabajan, pagan sus impuestos y están hasta la coronilla de tanta cuchufleta electoral. Todos sabemos que la impunidad con que la derecha ha operado, el descaro, el desprecio,… porque que no tenían contrincante. Los ciudadanos de derecha han estado en su salsa, y el resto, con sus representantes al frente, existieron en la falta de método y rigor. Los ciudadanos de uno y otro signo son quienes marcan las pautas que los políticos recogen y aplican, y no al revés.
En España tememos la tendencia de buscar culpables, y descargamos la conciencia. La culpa es de quienes votan a los corruptos por falta de discernimiento,
intereses, inercia y en cierto modo de una parte de la justicia que ha permitido desviar el dinero público sin control, apareciendo escandalosas cantidades de dinero en cuentas particulares y a buen recaudo. Porque si las leyes rápidamente, hubiera inhabilitado a los políticos que por acción u omisión la realidad podría ser otra.
Yo lo veo como un simulacro de democracia que ha terminado enfermando al electorado y convirtiéndolo en víctima que disfruta de los abusos que le infligen los victimarios: atontados que disfrutan sufriendo. La justicia debe terminar con los corruptos y los ciudadanos votando otras opciones terminen con la justicia tolerante con cualquier tipo de corrupción.
El adoctrinamiento del sufrido pueblo español viene de muy añejo, y ha ahogado sistemáticamente cualquier despunte de creatividad, librepensamiento, libertad de conciencia y tolerancia. Lo que queda es una mezcla difícilmente calificable, cuya mayor ilusión es el consumismo, el futbol y…poco más. Un pueblo sin aspiraciones culturales, y nula capacidad de pensamiento crítico, tal vez por eso los corruptos de toda la vida encontrarán la forma de seguir chupando del bote a nuestras expensas y seguiremos tan contentos para vivir tan tranquilos.
Una derecha en armonía y una izquierda en discordia. La derecha se mueve al unísono y entre sus ciudadanos y sus políticos existen una comunión espiritual y de intereses. La izquierda se mueve por impulsos descoordinados y las discrepancias son sus señas de identidad, que es una forma de integrarse en el fango del personalismo. No se trata de alcanzar un pensamiento ideal, como la derecha, sino de converger en lo fundamental, sin personalismos fundamentados. Ni siquiera se ponen de acuerdo en saber su identidad ideológica  y quiénes la componen, y en las diatribas caen en descalificaciones y sectarismos. Nadie  tiene el monopolio de la decencia y la pureza y de creerse superior. En esta diatriba la derecha nos ha arruinado moral y políticamente y se reafirma en su impunidad, su descaro y su desprecio, que lo soportamos sintiéndonos con placer víctimas maltratadas revueltas en la inmundicia.

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