Estamos en campaña
La sal del periodismo
Me sigue sorprendiendo,
el ocultismo de los medios de comunicación públicos con una parte de la realidad
social que no se muestra TVE. Hacer ver que España va bien que hemos superando
la crisis.
El
clima, la Semana Santa, el turismo y las playas llenas, no son ninguna novedad.
Ya ocurrió lo mismo durante el verano pasado y se volverá a repetir el próximo.
Ahora se muestra la cara feliz, ya que estamos en campaña electoral, y seguirán
dándole pábulo a los que les pagan generosamente con publicidad y otras
prebendas.
Sin
embargo nadie se coge una cámara y se da una vuelta por las colas que,
permanentemente, y a modo in crescendo, se ven en las puertas de los comedores
sociales o en los bancos de alimentos. Esa también es la imagen que deberían mostrar
los telediarios en clara denuncia y en gesto de solidaridad con los más necesitados,
informando de esa realidad que se está viviendo también en España.
Hay
que llamar la atención de una mayoría de periodistas informativos que se
limitan a leer lo que otros escribieron, vendidos a los medios, sumisos y
obedientes. Nos aturden, con la lectura de lo que les ponen delante, sin más
exigencia ni rigor, sin ninguna reivindicación ni protesta, pueden pasar
impunes sin ninguna penalización ni castigo. El ejemplo del anterior régimen no
nos sirvió de acicate y enseñanza. La era de Urdaci y Aznar, tampoco. ¿Servirá
de algo la de ahora?
La
censura daña a los ojos, daña a todos los sentidos y a todos los órganos de
nuestro cuerpo. Es por tanto necesario, urgente e ineludible que se pongan los
puntos sobre las íes y se denuncie todo este estado de cosas protagonizado, por
los medios de comunicación afines al gobierno PP. Por aquellos periodistas que
sólo ven el peligro y denuncian el maltrato cuando se trata de las inmundicias
del contrario y consienten que la censura y la desinformación campe a sus
anchas y tiren por tierra la ética informativa que aprendieron en las aulas de
la Universidad, expeliendo su código ético. La televisión pública, la que
pagamos entre todos los españoles, debe ser objetiva y estar al servicio de la información
veraz, imparcial, de adultos, que no tenga ningún pudor en contar lo que ocurre,
únicamente con el rigor periodístico. Precisamente ese rigor no tiene color político,
el matiz lo deben dar después los ciudadanos con la verdadera noticia y no con
la noticia maquillada.
Desde
siempre ha existido periodismo de izquierdas y de derechas y es precisamente el
ciudadano quien decide las preferencias, pero la radio y la televisión públicas
pertenece a toda la gama de colores del arco parlamentario y no deberia ser un
instrumento propagandístico de poder al servicio del gobierno de turno, sea
quien sea.
Pero
también me llama poderosamente la atención existan algunos periodistas,
informadores de verdad, que prefieren bailar permanentemente en la cuerda floja
a denunciar a su responsabilidad informativa. Son precisamente a esos
periodistas, que están en las televisiones privadas, a los que hay que acudir
para dar fuerza al llamado control de pantalla. Esos son la sal de la vida periodística
y si la sal se vuelve insípida ¿Cómo se salará?
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