Ante las próximas elecciones
El miedo a la libertad
Erich
Fromm, en su obra el miedo a la libertad, hace un análisis de por qué tuvo
lugar el fenómeno nazi en la sociedad contemporánea: no solo por qué en un país
democrático un pueblo libre votó a un líder tan autoritario y racista que llevó
al horror máximo y a la mayor demostración de opresión que se haya
dado en la historia.
La sociedad moderna hace al hombre más independiente, más crítico, con mayor auto confianza y por
lo contrario produce también en él la sensación de estar aislado y atemorizado. El capitalismo libera al
hombre de sus vínculos tradicionales y aumenta su concepto de la libertad. Crece
la determinación del hombre al aumentar los obstáculos y disminuye la existencia de alternativas.
Los medios de comunicación
ejercen una gran influencia en los individuos y la publicidad genera sensación
de pequeñez e impotencia, matando la capacidad crítica, pues se dirige a la emoción y no hacia la razón.
Si
aspiramos colaborar a configurar una sociedad mejor, más solidaria y más justa,
debemos poner al descubierto los ardides de la manipulación y aprender a pensar
con rigor. No es demasiado difícil. Un poco de atención y delicadeza crítica
nos permitirá descubrir los trucos conceptuales y aprender a hacer justicia a
la realidad.
No
basta vivir en un régimen democrático para sentirse libres de verdad. Hay que
conquistar la libertad día a día frente a quienes intentan dominarnos con la
manipulación. Esta conquista solo es posible si tenemos una idea clara de lo que
significa manipular, quién lo hace y con qué fines. El análisis de estos puntos
nos permitirá al final, discernir si es posible poner un antídoto a la
manipulación. Estamos a tiempo de salvaguardar nuestra libertad personal con
todo cuanto implica. Hagámoslo animosamente, ya que la libre opinión es tan necesaria
como el aire que respiramos, imprescindible para ser tomados en serio por los demás.
Nuestro
pasado lejano, todavía presente en la mentalidad de muchos españoles, hace que
no nos atrevamos a manifestar nuestras preferencias ideológicas por miedo al
que dirán. Vivimos en un mundo en donde mostrarse significa ser débil, el miedo
como una epidemia, se propaga a través de una cadena de ideas y conclusiones
equivocadas, genera no poder ser uno mismo y desconfiar de todo y de todos, haciéndonos
perder de vista quiénes somos realmente. Seguramente el miedo a saber lo que somos,
es lo que hace que no podamos decir lo que realmente sentimos. Para poder
expresar lo que opinamos, primero tenemos que saber quiénes somos, y conocer el
hecho que hace que nos sintamos y opinemos de esa forma. Hacernos cargo de lo
que nos está pasando para comprometernos con eso que estamos sintiendo. Al fin
y al cabo, somos lo mismo que sentimos. Somos lo que nos está pasando. Somos lo
que nos pasa y cada cosa que sentimos. Es decir, no aceptar un hecho, es no
aceptarnos a nosotros mismos y evadirse de la realidad. Vivimos como si las
cosas no fueran parte de nuestra vida y otro se tuviera que hacer cargo de
ello.
Ser
nosotros mismos supone no dejarnos influenciar por los cantos de sirena que nos
trasmiten los medios de comunicación. Buscar para encontrar nuestra verdadera coincidencia
ideológica con la que nos sentimos identificados y nos permita entender la
realidad de lo que está ocurriendo por encima de la información que recibamos, estableciéndose
de esta manera nuestra verdadera casuística moral y nuestras creencias, o no creencias.
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