miércoles, 26 de febrero de 2014

Nuevamente la corrupción




“TODOS” CONTRIBUIMOS EN MENOR O MAYOR MEDIDA
Al mal de la corrupción “todos” contribuimos en menor o mayor medida. Unos  por acción y otros por omisión. Somos responsables porque al ser un mal social atañe a toda la sociedad en su conjunto.
La viñeta del Roto, sintetiza este tema
El último barómetro del CIS confirma el desprecio que sienten los ciudadanos hacia la corrupción, los corruptores, corruptos y todos aquellos que siguen haciendo el “caldo gordo” a los irresponsables que nos están robando el pan y la sal. La población en su conjunto permanece estupefacta comprobando la impunidad de estos malhechores que amparan sus fechorías bajo el paraguas del estado de derecho, escapándose a través de orificios legales, con ayuda de cómplices políticos que ostentan el poder que les hemos entregado nosotros. También, en el mismo saco, incluimos a todas las togas y compañeros de tropelías partidistas que lo toleran, lo protegen y lo defienden. Son ellos mismos, los representantes del pueblo soberano, los primeros que deberían estar interesados en destapar el frasco de la inmundicia y vaciarlo en la cloaca, para no quedar ellos atrapados en el vertedero pestilente de la permisibilidad cómplice.
Los ciudadanos, comprobamos que además de desahogarnos en escritos como este, poco o casi nada más podemos hacer, para ver encerrados en prisión a los tramposos, rateros y ventajistas que han mentido y estafado con la vulgaridad de los becerros y la grosería de un rebuzno en el templo.
Las frías estadísticas muestran desde las portadas de los periódicos que España ocupa el ignominioso segundo puesto en el ranking de países donde más crece la corrupción, somos cabeza visible de la escalada estafadora, lo cual no favorece mucho a la cacareada marca España que desprestigian muchos cínicos que la patrocinan incluso fuera de nuestras fronteras.
La corrupción se traduce en trampas, disfraces, escamoteos, mentiras, sobornos y miserias, que consolidan en las instituciones y en el cuerpo social una detestable impunidad derivada de los tribunales de justicia, permitiendo escapar a los indeseables con apelaciones a tribunales o inaceptables indultos gubernamentales.
Campa el fraude y la corrupción libremente por los vertederos institucionales de ministerios y ayuntamientos, proclamando verdades que son mentiras, estafas disfrazadas de errores, regalos a cambio de favores, nepotismo hermanado con servilismo estructurado, nombramientos innombrables, asesorías de la nada, adjudicaciones trocadas en propinas millonarias, sobornos descomunales enladrillados camuflados, votos a cambio de favores, injustas sentencias judiciales acordadas, contaminación politiquera y extraño maridaje de escaños, juzgados, concejalías y reclinatorios. Entonando entre todos, un portentoso “canto del cisne” que se escucha hasta en la Patagonia.


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