viernes, 20 de diciembre de 2013

Madrid y su comunidad




COMO MOSCAS A LA MIEL
Parece como si en los últimos días el frasco de las peores esencias hubiera sido destapado… y todas las inmundicias de los administradores del poder fueran mostrándose ante la opinión pública.
Decía Abraham Lincoln: se puede engañar a algunos todo el tiempo y a todos algún tiempo, pero no se puede engañar a todos todo el tiempo.
Tal vez es esto lo que está ocurriendo en la Comunidad de Madrid en donde no se ha parado de mostrar los chanchullos de unos y otros, mientras que la sociedad madrileña permanece estupefacta ante tamaño escándalo, más de 30.000 madrileños pasan hambre y aumenta el número de parados o subempleados. Otros ciudadanos tambien han sido desposeídos de su viviendas, cargando con unas injustas deudas que arrastraran de por vida.
En este tiempo, se conoce, que el presidente de la Comunidad de Madrid, Ignacio González, está también salpicado por negocios vidriosos. El presidente intentaba ganar el favor de determinados personajes públicos, ofreciendo puestos de trabajo importantes a sus familiares en el mismo consejo de administración de Caja Madrid o en otras entidades públicas y privadas, al tiempo que la inmensa mayoría de SUS VECINOS se las veía negras para conseguir un préstamo que permitiera supervivir.
El Gobierno de Esperanza Aguirre también estaba interesado en que Caja Madrid se involucrara en la batalla por los derechos televisivos del Real Madrid y para que financiara la oferta de 120 millones de euros que Telemadrid había hecho por los partidos de Liga……entre otras
Todo ello encubre uno de los grandes males de la sociedad madrileña: la desigualdad en el reparto de la riqueza generada en Madrid. Son el fondo de saco de las 693.610 personas que están por debajo del denominado umbral de la pobreza. La desigualdad afecta también, paradójicamente, al reparto de las ayudas. Los distritos más pobres son, proporcionalmente, son los que menos recursos reciben de la Administración y de las instituciones benéficas.
Creo, para desgracia de todos, que todavía el “enmerde” no ha tocado fondo. Estoy convencido que nuestra sociedad, en su conjunto, necesita una urgente reconversión de valores éticos que nos permita seguir viviendo en un mundo construido entre todos, donde los encargados de asumir la responsabilidad para dirigir nuestra hacienda común están prefiriendo dedicarse al pastoreo.
Y yo me pregunto ¿para que querrán todo el dinero robado y atesorado?, sí no tendrán, ni tiempo ni conciencia para disfrutarlo.

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