Madrid y su comunidad
COMO MOSCAS A
LA MIEL
Parece como si en los
últimos días el frasco de las peores esencias hubiera sido destapado… y todas
las inmundicias de los administradores del poder fueran mostrándose ante la
opinión pública.
Decía Abraham Lincoln: se puede engañar a algunos todo el
tiempo y a todos algún tiempo, pero no se puede engañar a todos todo el tiempo.
En
este tiempo, se conoce, que el presidente de la Comunidad de Madrid, Ignacio González, está también salpicado por negocios vidriosos. El
presidente intentaba
ganar el favor de determinados personajes públicos, ofreciendo puestos de
trabajo importantes a sus familiares en el mismo consejo de
administración de Caja Madrid o en otras entidades públicas y privadas, al
tiempo que la inmensa mayoría de SUS VECINOS se las veía negras para conseguir
un préstamo que permitiera supervivir.
El Gobierno de Esperanza Aguirre
también estaba interesado en que Caja Madrid se
involucrara en la batalla por los derechos televisivos del Real Madrid y para que financiara
la oferta de 120 millones de euros que Telemadrid había hecho por los partidos
de Liga……entre otras
Todo ello encubre uno de los grandes
males de la sociedad madrileña: la desigualdad en el reparto de la riqueza
generada en Madrid. Son el fondo de saco de las 693.610 personas que están por
debajo del denominado umbral de la pobreza. La desigualdad afecta también,
paradójicamente, al reparto de las ayudas. Los
distritos más pobres son, proporcionalmente, son los que menos recursos reciben
de la Administración y de las instituciones benéficas.
Creo, para desgracia de todos, que
todavía el “enmerde” no ha tocado
fondo. Estoy convencido que nuestra sociedad, en su conjunto, necesita una
urgente reconversión de valores éticos que nos permita seguir viviendo en un
mundo construido entre todos, donde los encargados de asumir la responsabilidad
para dirigir nuestra hacienda común están prefiriendo dedicarse al pastoreo.
Y yo me pregunto ¿para que querrán todo
el dinero robado y atesorado?, sí no tendrán, ni tiempo ni conciencia para disfrutarlo.
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